sábado, 21 de septiembre de 2019

Cuento en Rio: Eu quero esse relógio


Al cruzar los arcos de Lapa solo y borracho, me asaltaron tres adolescentes con torsos desnudos, bellísimos, esculpidos por la pobreza y las ganas de rebelión. Me pidieron el reloj (una baratija de colores del decatlón), yo sin embargo, les quise regalar mi anillo de casado y diez años de monotonía.
"Eu quero esse relógio"
Por un momento pensé en contarles que el reloj solo cuenta minutos y que el anillo era mucho más valioso porque es el símbolo del amor eterno. Pero me di cuenta de que la eternidad a veces es mucho menos valiosa que diez minutos de plástico digital, así que volví a ponerme el anillo que ellos creyeron de mentira (quién si no ofrece regalar hoy dia algo caro) y les entregué el reloj quedándome con el amor indeleble entre mis dedos. Qué difícil es explicar la diferencia entre precio y valor
Aquella noche, pasó el tiempo lento como una canción de Caetano. Me ofrecieron coca a precio de oro y cuerpos de mujer a precio de saldo. Os dejaré en la incertidumbre de saber en cuál de las dos profundidades me ahogué.
De vuelta al hotel en Copacabana, vi un pequeño revuelo de gente, la policía con sus fusiles y un cuerpo joven tirado en la calle en un charco de sangre.
¿Qué ha pasado? les pregunté a unos turistas españoles que destilaban alcohol y pecado acompañados de una quinceañera del lugar.
Nada importante, tres chavales se han peleado a navajazos para ver quien se quedaba una mierda de reloj de esos que venden por diez euros en el Decatlon.


2 comentarios:

  1. Joder, un poco triste, pero real como la vida misma. La pena es que alguien tenga que morir por un reloj del decathlon. Saludos.

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