jueves, 28 de abril de 2016

Justicia Social


En aquel castillo de papel, convivían los seres más extraños que os podáis imaginar: vivían cuentistas, nigromantes, cuñados con pretensiones, hacedores de sueños, nueros y suegras, señores de Jaén; escritores de novelas, charlatanes de mantas, lideres regionalistas en la reserva, y mirones bujarrones de ducha de cuartel.
Todos juntos se imaginaban a sí mismos como sabios merecedores de patentes, acreedores de galones, tertulianos de corchopán y cada mañana debatían con ansiedad de temas inconsistentes como la salubridad de lo efímero, el ser de lo inexistente o la lluvia de neón.
Se retroalimentaban con besos castos en la mejilla al saludarse, insultos al darse la vuelta y nominas de seis mil. Decían frases como “la gente no sabe apreciar lo que tiene, osea”; “aquí lo que hace falta es mano dura, sí o no?” o “si viajarán más sabrían lo que es la pobreza, cáspita!”
Una mañana de invierno, una de esas en las que la niebla junto al Ebro te amortaja el alma y te reprime el sobrealiento, decidieron repartirse puestos al azar: nombraron contadores de baldosas, matizadores de amarillos, reportadores de disidencias y telefonistas del más allá. Todos sabían que su oficio servía de poco o nada, pero todos sabían igualmente que el silencio era el único garante de su ociosidad.
Cuando Aquilino Martín logró el puesto de centinela de gabela creyó con entusiasmo que por fin había dejado su vida de indigencia estudiando el código penal. Al principio se pasaba el día fumando porros apostado en las almenas de la torre mayor. Esperaba a que vinieran los malos vestidos de tommy hilfiger, como vendrían los bárbaros de kavafis. Pero el mal nunca llega, ni siquiera llegan los residuos de purgatorio, tan solo entraban y salían los habitantes de aquella casa de orates tabulados de seis en seis que ponían puntualmente su mirada en la maquina de sonreir. Temió convertirse en el el señor Lino de astas y mastiles Salvaleón (leed "estamos,estamos") y decidió hacer algo.
No os voy a decir que estuvo bien, porque no estuvo bien lo que hizo. Ya sabéis por otros cuentos que Aquilino guarda con cariño un AK47 y un libro de poemas dispuestos para hacer justicia social. Aquel jueves de abril, se puso la careta de ornitorrinco y entró con toda la dulzura del que se sabe con razón para ajustar cuentas pendientes…

3 comentarios:

  1. No sé tú, pero yo nunca me fío de alguien que tenga una AK-47, aunque se llame Aquilino. Y mucho menos si la guarda con cariño...
    Saludos.

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  2. Es que vosotros teneis que conocer a Aquilino
    que es un tio sensato y consecuente
    aqui os dejo historias de Aquilino
    por si quereis saber más de él.

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