lunes, 25 de noviembre de 2019

Tener cuarenta es una edad sobrevalorada.


“Los cuarenta son una década sobrevalorada. Ni eres joven, ni eres sabio. Es una edad de riesgo entre el rumanismo y la petulancia.” Ese afán por demostrar que estás de vuelta de todo sin haber ido a ningún sitio; ese momento en el que dices demasiado a menudo “con lo que hemos sido” sin darte cuenta de que realmente nunca has sido nada.
Cuando Dante decía “A la mitad del camino de la vida me encontré en un bosque oscuro desviado del recto camino” al menos sabía que estaba perdido, creía saber cual era la senda de la que se había desviado. El cuarentismo actual es una adolescencia 2.0, un barullo de sensaciones y una encrucijada entre sueños incumplidos y frustraciones por digerir.
Es cierto, que la laboralización de nuestro calendario ha hecho mucho por enfangar el trasiego. La definición de quien eres por el sobretítulo de la tarjeta, los metros de despacho y la nómina a fin de mes condiciona estúpidamente la autoestima o riega de cava barato el reencuentro con el espejo cada mañana, que aún es peor.
Entrar en el tardo cuarentismo me ha sentado fatal y no porque al año que viene cambie la cifra de la decena sino porque los nueve años anteriores los recuerdo envueltos en estraza e insignificancia. Yo, que soy de los que siempre pienso que cualquier cambio es a peor (como muestra de lo bien que vivo, no como pesimismo) desde hace unos meses afronto cualquier mutación como esperanza.
No me malinterpretéis, de normal me llevo bastante bien con mi historia y casi siempre me alegro de verme. Nunca echo la culpa a nadie de lo que me pasa y si una virtud tengo es la de encajar los golpes sin pestañear. Sin embargo, quiero un poco de pausa. No digo pararme, digo andar más despacio, quizás no más despacio, tampoco, pero sí lo suficiente como para darme cuenta del paisaje que recorro.
Andar más despacio no es para mi renunciar a saturar las horas, vivo muy feliz con mis horas estranguladas entre el ocio y el negocio; para mi andar más despacio es renunciar a vivir entre paréntesis, a la espera, renunciar a estar en la sala de embarque entreteniendo las horas. Igual mañana me aumentan el sueldo que me merezco, pero por eso no voy a renunciar a disfrutar de mis días con el mierdoso sueldo de hoy. Igual mañana caigo en el rumanismo que me lleva a reventar de placer por orificios desconocidos, pero eso no puede hacerme denigrar el misionero satisfactorio de anoche y anteanoche en casa.
Vivimos a los cuarenta demasiado tiempo opositando, demasiado tiempo llorando por la oposición suspendida, demasiado tiempo reconstruyendo el castillo de papel que iba a ser nuestro fortín. Demasiado tiempo fingiendo para no enseñar nuestro curriculum lleno de típex, y en algunos casos creyéndonos altos por llevar zancos.
Nunca he criticado a los que optan por irse, siempre he denostado a los que se quejan quedándose. Hay mil maneras de largarse por la puerta en vez de irse por la ventana. No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, que recitaba Sabina, nadie se ha muerto por ir sin dormir una vez al currelo. Y salvan más vidas los puticlubs que los confesionarios.
“A nuestra edad a los idiotas hay que aguantarlos el tiempo justo y a los tristes que les aguante su puta madre” que dice un amigo mío. Soy dialogante con las cosas importantes, pero no aguanto ni media gilipollez. Me sacan de mi los que sacan pegas siempre y a los que cuando les das un buen resultado te recuerdan las cosas que quedan por hacer. Hay profesionales en contar sus penas sin ni siquiera darse cuenta de las que tiene el de enfrente
Claro que igual todo este rollete que me he largado a las puertas de los cincuenta no es sino una pataleta porque como decía Brassens "Moi, qui balance entre deux âges J'leur adresse à tous un message Le temps ne fait rien à l'affaire Quand on est con, on est con Qu'on ait vingt ans, qu'on soit grand-père" Osease que el que es gilipollas es gilipollas tenga veinte años o cincuenta.
Buenas noches dominicales y que ustedes lo duerman bien.


jueves, 7 de noviembre de 2019

Juego literario: Tus tres autores favoritos por estilo sin pensar mucho

Tres autores por estilo, así de repente, sin pensar. Si lo piensas dos veces no vale. Si vas a la biblioteca a mirar las baldas tampoco. Nada de internet, nada de preguntar a tu suegra. Tus tres autores favoritos que recuerdes sobre la marcha:

POESIA:
Garcia Montero
León Felipe
Angel Gonzalez

NOVELA EN ESPAÑOL de autores no españoles
Garcia Marquez
Vargas Llosa
Fernando Vallejo

NOVELA EN ESPAÑOL de autores español
Eduardo Mendoza
Montero Glez
Martinez de Pisón

CUENTISTAS
Luis Sepúlveda
Castán
Oscar Sipán

POLICIACA
Gonzalez Ledesma
Garcia Pavón
Lorenzo Silva

NOVELA EXTRANJERA
Richard Ford
Murakami
Kundera

ENSAYO
Castilla del Pino
Rojas marcos
Kanheman

HISTORICA 
Ricardo de la Cierva
Alvarez Junco
Miguel Maura

TEATRO (hago trampas y pongo obra)
Almacenados (David Desola)
Un trozo invisible de este mundo (Juan Diego Boto)
Cinco horas con Mario

¿Jugáis?