jueves, 22 de julio de 2021

Libros, angustias y cintas de video.


No puedo escribir de lo que quiero porque me siento mordisqueado, pesado, entumecido, atenazado y con una densidad en el pensar que se me hace imposible filtrar tantos sentimientos por el tamiz de las palabras. Por eso no me queda otra que hablar de libros como huída. Hablar de lo leído en general, sobrevolando, entreteniendo el pensar para que no entre en bucle. Intentando pillar un hilo que me lleve lejos. Que injusto es lamentarse en estos tiempos en los que la gente ha perdido salud y trabajo cuando tienes ambos. "No puedes dejar el motor de desagüe tanto tiempo encendido porque se te terminará quemando". No puedes por más tiempo convivir con tantas sombras sin abrir ventanas. Al menos consigo no caer en esa tendencia de los mediocres de inculpar a los demás de mi desasosiego injusto.

Monstruos de papel de Mario Rodriguez (Rorschach para los amigos blogueros) es un libro en la frontera. Un poemario bueno. Un libro a medio camino entre la poesía y la prosa, entre el amor y el desamor, entre lo tierno y lo desgarrado; entre el pasado y el futuro visto desde el alfeizar peligroso del presente. Es un libro reescrito en una parte. A decir verdad, en esa parte me gusta más su versión original de la primavera helada (bueno solo la parte de El). Me resulta más natural, igual era necesario el lifting pero prefiero aquella versión imperfecta y novicia. En esta edición incorpora nuevos poemas, muchos brillantemente actuales, en una visión cansada de esta sociedad laboralizada y sedienta que me ha dado mucho que pensar y sentir. Leedlo.

Estamos borrachos de laboralidad. Se va colando por los falsos techos de nuestra vida como las cucarachas en las casas viejas y de repente a la menor grieta caen de golpe dejando desnudas las vigas maestras impregnando de asco nuestra tranquila existencia. Todo lleno de animalillos oscuros que corren por nuestros sueños frustrando su función de reparar los días.


Mendoza, mi adorado Eduardo Mendoza, ha escrito una trilogía absolutamente prescindible en la que empezó regular y ha acabado fatal. Rufo Batalla se presentó en El Rey recibe como personaje trivial pero iluminado por la prosa impecable de su escritor que todo lo cura. Es cierto que ya se intuía alguna salida de tono en alguna parte como si se la hubiera escrito un cuñao en lugar de él. Esa percepción se me representó en todas las páginas del segundo en El negociado del Ying y del Yang donde el guión se le desencaja pero lo va apuntalando con episodios humorísticos aquí y allá. Finalmente, Transbordo en Moscú es un libro apresurado y sin revisión que no merece la pena leer. Me duele en el alma decir esto de uno de mis autores favoritos del creo haberme leído todo, pero así es. Este año había leído Nueva York de él, una joya imprescriptible por mucho que ya no exista la mitad del nueva york que cuenta pero el libro es una delicia. Estos no. ¿No hubiera sido mejor seguir con Pomponio Flato?

Qué difícil es construir espacios estancos en la vida. Cuando se abren vías de agua, se inunda el barco pasando de un sitio a otro amenazando de mandar la nave a pique. Ya quisiera yo pensar tan solo a tiempo parcial. Dejar mi cabeza en el felpudo de la puerta. Entro en casa, me reciben mis hijos y mi mujer e intento no preocuparlos en demasía. Que extraña mezcla de cansancio y decepción me embarga. “Tampoco seas dramático no te pasa nada, simplemente las cosas cambian y te tienes que adaptar, no queda otra, a cuanta gente le gustaría llorar con tus ojos”.


Isaac Rosa me ha resultado cansino con Final Feliz. Es un libro a dos voces la de la esposa y la del marido. Que van contando hacia atrás su matrimonio roto. Todo suena a excusas encadenadas del uno al otro. Mucha explicación de porqué son infieles y alguna pincelada de vida cotidiana pero se atasca irreversiblemente en muchas partes. Escribe bien este autor El vano ayer me gustó. Este no tanto.

Más me gustó El hijo del chofer de Jordi Amat. Cuenta la historia de la maldad. La maldad personalizada en un ser despreciable y despreciado, en un marco despreciable (no tanto despreciado) de la mierda corrupta del pujolismo en la transición. Muchos personajes (demasiados) un odio al personaje de Alfons Quintá que se trasluce en cada línea.

Hay personajes despreciables con los que hay que convivir, malas personas a las que la mayoría querría que alguien les diera un par de hostias para espabilarlos y que nadie va a llorar su desgracia cuando les suceda. De eso va el libro. El autor parece alegrarse de la caída en desgracia de Quintá como si hubiera una justicia social, no la hay. Ni la enfermedad ni la desgracia hacen buenos a los malos. Intenta buscarle una causa a tanta hijoputez. El lo achaca al desprecio y resquemor que siente a la figura paterna (conozco a gente que vive toda su vida con la carga de su padre a sus espaldas y se convierte en una desgraciada cuando no en una malvada) y por otra parte lo achaca al entorno de mierda política que le toca vivir. Puede ser cierto. Es el relato de una época. No sé como habrá digerido el libro el mundo catalanonacionalista de niños bien, herederos de aquellos sinvergüenzas. A medio camino entre la realidad y lo novelado.

Dos libros me han gustado mucho de los concluidos en el último mes. Uno es Jose Luis Galar La isla de los pelicanos. Ironía sarcástica a raudales hacia el mundo universitario, un destierro a una Isla y un cuento precioso que se va desdoblando en personajes e historias inolvidables sobre la necesaria intimidad y la convivencia: Los paraguas, el hombre esdrújulo, el farero, el cura micólogo. Ese derecho irrenunciable a la retirada para esconderse en lo anónimo. Convivir con el pasado y a veces inventarse un pasado para seguir viviendo y dando sentido a lo vivido. Llevar la contraria a Sabina cuando dice que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.

Quizá todos busquemos una isla de los pelicanos donde encontrarnos con nuestros sueños tras haber dado derroteros por aquí y por allá de manera más o menos satisfactoria. Inventarnos un Buenos Aires imaginario donde queremos regresar sin haber nunca estado. Un espacio donde nadie nos incomode si no queremos ser incomodados. Enriquecerme estudiando, volver a la Universidad. La opción de Rick de quedarse en Casablanca recordando París (Es que acabo de ver por primera vez la peli y me ha encantado. Puffffffffffffffffffffffff Ingrid Bergman)

Y he visto la peli porque salía en el libro Beber de Cine de Jose Luis Garcí que es el segundo libro que os recomiendo y que he estado a punto de ponerle un cinco máximo. Los viejos de este blog recordareis mi devoción por Garci (compartida con la bloguera canadiense) y su manera de contar, bueno, pues descubro que tiene bastantes cosas escritas y para mi ha sido un descubrimiento sensacional. Ya no tendré que volver a ver por enésima vez asignatura aprobada (que agradezco mil a la afamada molinos que me la consiguió) o los eternos diálogos de sesión continua, verdes praderas o asinatura pendiente. He descubierto sus libros y estoy enganchado. Ya os contaré.

Seguimos ansiando en demasía, mostrando estados de ánimo plañideros y egoístas como el que siento estas semanas, y pido disculpas. Como el juego en el que vamos luchando por nuestros objetivos sin darnos cuenta de que “el modo como se nos escapan nuestras vidas es nuestra vida” que dijo Ford en El dia de la Independencia..

jueves, 15 de julio de 2021

Aquellos dias de coronavirus (8) La opción de decir Pasapalabra...si se puede.

Sostiene Viveiro Ruiz en La mesa del Blasco que vivimos tiempos de inestabilidad y de cambios impensables y probablemente tenga razón. Y dandole vueltas al magín he pensado que:

1. También tiempos de apariencia y virtualidad en el peor sentido de la palabra. Nada se toca, todo se distancia. Nos mienten porque no saben, confunden la verdad con gritar más fuerte; y la razón con impostar con cara compungida una falsa seriedad. La ignorancia es el mejor barbecho para los extremos. Discursos en plasma sin repregunta. Contradicciones de un día para otro acusando de antidemocráticos a quien ponga las incoherencias de manifiesto.

2. La inestabilidad como marco para los aprovechados. Sinvergüenzas que se apropian de la silla cuando vas a tomar café. Ideologías estrafalarias que están aprovechando el desmadre para colarnos paparruchadas insostenibles en tiempos de normalidad. Son como el ratero que en medio de un incendio aprovecha para robarnos la cartera. El espabilado que quiere darnos el cambiazo de plástico por entrecot. El barco que limpia las bodegas en medio de la marea negra.

Entornos volátiles inseguros y complejos que dicen los listos del management. Nada es verdad segura, todo es por ahora. Según cómo evolucione la pandemia. Versátil antes era un adjetivo peyorativo ahora es positivo semejante a adaptable y flexibilidad. Fluimos. 

3. Somos seres líquidos y sin forma, pronto sin cara, sin nombre, sin sexo, sin profesion. Por favor apagad el video para no consumir banda. Sed solo un nombre en el recuadro negro. Escuchad la imagen del ponente, aunque el ponente no sepa si estáis o si existís. El humano hablando a la nada. La vida con escafandra tiene una tendencia a emborracharse de yo. No hay nada más propicio que escucharse para ratificarse. El que tenga preguntas que las haga por el chat. Que no te lleve la contraria no significa que te dé la razón.

4. Versátiles, virtuales  inestables, eventuales, prescindibles, sustituibles a veces invisibles, un nombre y un avatar en el gestor de teletrabajo, un logo en el cuadro del webinar. Tu carta de despido desde hace meses en el cajón del director. No te has sabido adaptar, no has sabido salir de tu zona de confort. Frases cortapegadas del manual del perfecto hijoputa. Vidas en el balcón, negocios sin cartel con persianas bajadas, sueños en erte.

5. Qué peligro tenemos los desesperados buscando culpable al vivir en esta pista enjabonada Gestión de la incertidumbre, dicen los coach, minutos antes de que su cliente no aguante el estrés y le reviente los sesos. La loca de los cuatro pelos que denuncia al vecino por acoso porque a alguien tiene que achacar su desespero y su mediocridad. El tendero arruinado que no sabe si hacerse de podemos o de vox. Qué erial descubriremos tras la tormenta en este país gusanero. Qué mal momento para elegir a un conductor borracho cuando viene tramo de curvas.

6. Defiendo a muerte a los valientes que hacen las maletas. (Como los anijoles) Al jugador de baloncesto que no quiere seguir si le quitan las canastas y renuncia a jugar cuando le dicen que ahora el baloncesto es ese deporte que se juega con el pie. “Hay que ser flexible y versátil no me digas eso de que siempre se ha jugado así”. Defiendo a muerte a quienes se están escondiendo en la cueva hasta que pase el invierno. Pasapalabra. Me espero al siguiente turno para jugar aunque pierda esta partida. Defiendo a muerte a quienes se plantan cuando les obligan a aprender a disparar porque en lugar del conserje ahora tu puesto es el de francotirador. 

7. Igual os apetece ver los libros que he leido en 2021 que los acabo de ordenar