domingo, 24 de noviembre de 2013

Carlos Castán. La Mala Luz (Opinión y crítica de un cuento largo que no llegó a novela)

Castán es un genio esculpiendo frases redondas. Es un genio dibujando imágenes urbanas (digo humanas) de esas que todos hemos imaginado alguna vez en los momentos personales de cuesta abajo: el bar de carretera con luces de neón, el tren en marcha, una joven solitaria leyendo a Bukowski a media tarde, emigrar, escapar con lo puesto, recitar a Vallejo bajo la lluvia en un Paris sin Cortazar o follar la noche entera con una mujer desconocida que solo lleve en su bolso un condón y un revolver.la_mala_luz_color_definitiva
En sus cuentos, Castán hilvana desde una frase inicial perfecta, un recorrido preciosista que en unas historias nos recrea con una trama bien construida de nudo y desenlace y en otras, sin embargo, olvida el argumento para caer sin demerito, incluso creo que voluntariamente, en el verso impecable disfrazado de prosa. Cuando uno termina de leer los cuentos magistrales de “Solo de lo perdido”, o en menor medida de “Museo de soledad” o “Frío de vivir”, no puedes por menos que soltar un juramento, y lamentar que este tío que escribe tan cojonudamente bien ponga tan pronto el fin al relato y no continúe con una novela de doscientas páginas más.
Pues bien ese deseo, que nos ha asaltado a los seguidores del escritor cada vez que terminábamos sus cuentos, ese deseo de que Castán escriba una novela de una puñetera vez, se ha visto cumplido y hoy he concluido La mala luz, primera (dicen que) novela de Carlos Castán Andolz. Pero lo he decir desde ya, me he quedado con un sabor de desilusión y gatillazo.
Un cuento, cuando tiene vocación de novela, te lo imaginas creciendo en páginas que sumen tramas tras el final. Quieres que siga porque se te queda corto. Sin embargo Castán en La mala luz no lo consigue, porque este cuento se ha hecho novela no por añadir páginas al final, sino por hacerlo en medio. Como si insertara entretenimientos en medio del relato, hiciera más largas las descripciones o hubiera rescatado historias e imágenes a medio hacer que ha reciclado para conseguir rellenar 200 páginas más. Lo que en un cuento eran tres líneas aquí se convierten sin problema en tres hojas, pero son lo mismo, el mismo cuento sin aportar nada más.
Todos los que hemos leído a Castán (y apreciamos su literatura) sabemos que a veces se le va la mano en las evocaciones de imágenes de postal interior, pero en un libro de cuentos no tiene mayor problema que saltar al cuento siguiente. Sin embargo, leer a Castán en novela tiene el serio problema de que no puedes pasar de cuento cuando el autor arrebatado de lirismo (cuestión que le ocurre a veces), se torna en una intensidad empalagosa. Aquí, en La Mala luz, el trozo que te guste menos no se pude compensar con otro que te guste más porque no son libros separados sino uno solo y no vas a dejar una novela medio mordida sobre la mesa.
Entendedme lo que quiero decir, no es que La mala luz sea un mal libro, no lo es. Tampoco lo podéis entender como que Castán ha hecho como el alumno vago de BUP y ha pegado fotos en medio del trabajo de literatura para currar menos; es solamente que, esto no es una novela sino un cuento estirado. En Polvo en el Neón si que pega fotos…(muy bonitas por cierto) para hacer del cuento un libro, pero no le llama novela y lo deja claro. Aquí sin embargo intuyo que por política comercial de la editorial Destino se quiere vender como “primera novela”, algo que no lo es. Lo de la reseña de la solapa es un poco de delito, describir este libro como “frenética investigación del asesinato de su amigo” es engañar, y a mi me jode que me engañen, qué queréis que os diga.
Pero resaltemos también lo bueno: este libro es un apasionante viaje interior, un viaje a lo que hemos querido ser, la huida de un argumento preescrito del que escapamos y un resumen de las historias que no hemos podido o sabido vivir. Es encararse con los miedos que reviven fantasmas que teníamos escondidos en el armario de nuestro olvido (también de nuestro más intimo deseo)… en fin de lo que suele escribir siempre Castán. Pero eso mismo, creo yo, nos lo podía haber contado con cuatro cuentos independientes de 30 páginas y no con 220 de presunta novela. Es un libro para fanáticos de Castan, pero nadie se va a enganchar por él, es más apostaría mi patito de goma y mis discos de los Hombres G a que más de uno que pudiera estar interesado en su más que recomendable narrativa, dejará de estarlo con este libro.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Poesía en duermevela de mi primo LoqueLeo

Hoy quisiera hacerte amor
la vida entera,
llenar de huecos tus perfumes
y de palabras tus versos.
Quisiera leerte en silencio
con frases llenas
de belleza y desasosiego,
y convertir mi huella
en una mano de mil dedos
para ti.
Quisiera hacerme caricia
que te tocara entera
que te hiciera arrullo
que te inspirara
un orgasmo intenso y desmedido
que te llenara de golpe,
que inundara tu infinito de jadeos
y al final
cuando estuvieras abierta,
en ese escaso segundo
que precede a tu derrame,
se hiciera una noche oscura y tranquila
y una luna de plata
que riele en el mar
llena de ti.

Ya sabéis que al otro lado del espejo escribo a bocajarro, sin boceto previo ni borrador, directamente sobre el lienzo acrílico de Blogger. Lo que va saliendo, así sobre la marcha, no diré sin corregir, que sería mentira, pero con la norma de tan sólo repasar una vez publicado.

Las más de las veces, solo consigo fotos borrosas y desordenadas, como aquellas fotos que tirábamos a la basura, tras revelarlas, cuando aún no existían las cámaras digitales (…y que por otra parte a mi tanto me gustaban). Esas fotos en las que salía la tía Higinia mirando hacia otro lado, la abuela tapándose la cara o el sobrinico lelo haciendo momos y muecas insustanciales. Fotos borrosas, desencuadradas, muchas veces movidas y casi todas separadas en una bolsa de plástico para romperlas más pronto que tarde. También es cierto que eran fotos reales, sin imposturas, reflejo de esos momentos aburridos del día en los que nada pasa y todo pasa al mismo tiempo. Luego vinieron la vista previa en el ordenador y las supuestas fotos perfectas para enmarcar o subir a un blog autofelante y todo se fue emborrachando de apariencia en un mundo postizo y ficticio lleno de retoque, silicona, postureo y fotoshop.

Pues a veces, muy pocas veces, cuando leo lo que escribo en Loqueleo, me gusta y eso me ha pasado esta mañana al retomar los versos de anoche. Quizá también porque los escribí en ese paso posterior a la última copa y previo a un duermevela llena de besos, quizá porque al dejárselos leer a ella, me dijo que le gustaban “aunque un poco subiditos de tono ¿no?”; quizá porque a fin de cuentas, escribir poesía necesite de un toque lisérgico que abra mentiras en canal y las envuelva en sueños. Quizá porque a veces conviene dejarse llevar por el embrujo alocado y libre de las palabras.

viernes, 1 de noviembre de 2013

La vida de Adèle y la chilena Gloria : crítica y opinión de dos películas y un vómito anticultureta.

Presencia, mucha presencia de ella, la cámara encima, la mirada que todo lo dice y el argumento que tan solo se intuye mar adentro de sus ojos. Sexo, mucho sexo, de ese en el que nuestras mamas (o al menos la mía) hubieran girado la cabeza. Sexo lésbico en una, sexo de sesentones en la otra, Sexo claro, a cámara abierta, sin sábanas que cubran, ni tomas que escondan. No es un sexo fácil de rubias de postal y tetas de cortapega, de ese que ahora te ponen en cualquier sitio (incluso en la peli dominical del mediodía) para recreo cinturabajo y vacio cuelloarriba, sino un sexo en el que te preguntas qué estará pensando ella mientras folla y con qué demonios estará luchando mientras se corre de manera salvaje. Sexo metido en el argumento, quizá porque, y aquí empiezo a atizar, sea lo único del argumento o al menos lo más destacado.
En estas semanas he visto dos películas: la chilena “Gloria” de Sebastian Lelio y la francesa “La vida de Adele” de Abdellatif Kechiche. Y las dos podrían empezar con el este mismo párrafo. Las dos tienen un personaje protagonista que revienta la pantalla, en las dos el director les pega la imagen a sus lágrimas, las dos dejan ver hasta el último rincón de su cuerpo (más agradable el de Adele puffffffff) y en las dos la lentitud se mastica haciéndote participe de sus sentimientos. Las dos tienen buenas historias contracorriente, “sexo incorrecto”, el amor como asidero, el desamor en carne viva. En las dos sabes que hay una historia detrás de sus polvos a caravista, una lucha interior que se refleja en unos primerísimos planos tremendos que despedazan cada gesto en minutos de imagen superlenta, pero en las dos falta algo para mi esencial que son las palabras. Son largas y sin embargo me queda mucha historia sin contar.
Ya sé que una imagen vale más que mil palabras, pero en algunos casos tres palabras hacen mil veces más rica una imagen. Os pongo un ejemplo en 'Las ventajas de ser un marginado' de Stephen Chbosky (por cierto me gusto mucho más la película que el libro que también está bien), en esa película también hay elipsis, también el protagonista se apropia de la cámara, pero las conversaciones con la chica son una delicia que subraya imágenes tan impactantes y con tanto significado como la de la salida del túnel.cartel-de-la-pelicula-la-vida-de-adele
En las reseñas que me he leído ponen por las nubes a Adèle Exarchopoulos y en Gloria a Paulina Garcia, pero no sé si es por mi mentalidad del atletico, pero me quedo con los secundarios antes que con los superprotagonistas. En Adele es Lea Seydoux quien lo borda Su mirada perdida y azul (reminiscencias de blues), que parece decirle a Adele “pequeña no sabes en el camino que te estás metiendo, no sabes lo que yo llevo ya recorrido, piénsatelo”, como hace de su personaje, un personaje rico en facetas: a veces en el mundo intenso del marchantismo de arte, a veces en el sentimiento de su corazón roto, a veces renunciando al placer descarnado de un polvo a orgasmo abierto por unos polvos cotidianos de misionero conyugal (si cupiera el misionerismo lésbico que no lo sé) un papelón sin duda. Y lo mismo en Gloria con el chileno Sergio Hernández, magistral la cena en casa de los hijos de ella, y luego como se desnuda avergonzado al tiempo que desnuda (o pretende desnudarse) de una parte de su pasado. genial!!
Las películas también difieren en muchas cosas: la francesa se le sabe mucho más costosa, me imagino que habrán gastado kilómetros de película en el rodaje. Gloria más modesta con un look más ochentero (quizá voluntario). Distinto el tratamiento de la critica política, más explicito (demasiado) en la francesa y mucho mas de ruido de fondo en la chilena, con todos esas grutas oscuras y fosas sin abrir que deja toda transición como la chilena (o la española).La música es protagonista en Gloria y si embargo en Adele es más la yesada que tapa algunas junturas de la película francesa. (no digo que esté mal)
descargaglo En definitiva dos películas que tenéis que ver, en mi opinión no son tan magistrales como las venden, ni tan escandalosas como las pintan (hoy día hay mil cosas más escandalosas que unos polvos bien echaos). Pero son películas buenas, de una estética cautivadora, con una crítica social bien integrada en la cinta y unas interpretaciones (sobre todo las de los secundarios) de bandera. El problema es si las llegareis a ver si no vivís en los madriles o barnas, especialmente Gloria.
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El tema de las salas y la industria del cine (en especial el español) me parece una puta mierda que me da asco hasta comentar. No voy a entrar en si se merecen la piratería o no, pero lo han hecho tan mal durante los últimos veinte años, que ahora con el cierre de salas siento una especie de sensación de “que se jodan”.
No comprendo, por ejemplo, porqué todas las películas me cuestan lo mismo, los cines se han convertido en un todo a cien en donde un boli cuesta igual que un anillo de oro, con el agravante de que hasta que no abres el paquete no sabes lo que compras, y de que en la puerta hay un grupo mentirosos a sueldo, llamados críticos, que te meten por los ojos un producto u otro según sea su pagador. No digo que la superproducción sea mejor que la peli de minorias (más bien al contrario) lo que digo es que el cliente de una es distinto y puede pagar distinto que el otro.
¿Por qué todas las películas cuestan lo mismo? ¿Por qué en provincias no hay cines de reestreno donde las películas cuesten la mistad, o salas dentro de los mismos cines que sigan esa mecánica de precios? ¿Es culpa de las distribuidoras? no lo sé, pero no lo entiendo. A lo mejor el cine español, o chileno, o francés de autor, ahora denostados por lo que sea, deben tener un precio de ticket menor que el de una superproducción de moda o en una superproducción reestrenada cinco años después. A lo mejor en una sala deben dejar comer palomitas, cervezas y bocadillos de chopez porque el publico que va allí así lo quiere y en otra prohibir hasta los chicles. A lo mejor deben dejar de mirarse al ombligo y escuchar de una puta vez al espectador. A lo mejor deberían saber que el negocio del cine español no es el mismo que el de una superproducción y que juegan distinto partido y que necesitan desarrollar otra estrategia de venta, otra estrategia de marketing y de distribución. Que el Zaragoza no juega la misma liga que el Madrid aunque lo parezca, que el canalmás no puede pagar lo mismo por un Farsa-Mandril que por un Zaragoza-Ponferradina.
En este intento suicida del cine español, que lleva veinte años haciéndose el harakiri y echando la culpa a fantasmas imaginarios de su torpeza, a lo mejor deberían tenerlo en cuenta. Cualquier persona, por torpe que sea, sabe que cuando abre su tienda tiene que estar a bien con todo el mundo, eso no significa que no tengas tus ideas, pero como me decía el otro día un tendero de ideas ultraderechistas, una cosa es lo que pienso, que lo sabe todo el mundo, y otra que tenga que poner la imagen del caudillo en la puerta de mi tienda. Pues no, en el cine español han decidido poner en la puerta de su tienda la imagen de Kim Jong-Un, pues nada adelante y así les va, pero luego no me lloren.
Tampoco comprendo porque se han autoasignado el título de “representantes del mundo de la cultura” ustedes son representantes de una parte del mundo de la interpretación (que está dentro de la cultura por supuesto) pero por cantar muy bien o ser buenos actores no les hace a ustedes representantes de la cultura: salta a la vista que muchos de ustedes son más tontos que un cerrojo. Esto decirlo de Carmen Sevilla genera consenso, ahora bien decirlo del Bardem o de Candela Peña puede generar que te pongan el sello de facha en la frente para siempre.
Disculpen el vomito, pero me fastidia que películas minoritarias muy buenas como Gloria u otras excelentes españolas de autor, tengan que sufrir los daños colaterales de una patrullaca de pijos cejialados malcriados y subvencionados que se han hecho los dueños monopolistas de teles y salas españolas y además utilizan de escudos humanos a los jóvenes creadores minoritarios como si pertenecieran al mismo grupo.