martes, 6 de febrero de 2024

No te veré morir. Muñoz Molina. Opinión y crítica

 

No te veré morir de Muñoz Molina tiene la extraña cualidad de que la mitad del libro se te hace largo porque te explica todo tan ralentizando que llegas a la desesperación y la otra mitad se te hace corta porque quedan tantas cosas colgando que te parece increíble que solo te queden ocho o diez páginas para terminar.

El libro empieza con una sola frase de setenta y tres páginas, como lo oís, con una sola frase que se va en religando página tras página (ríete de Marías) y a la que disculpen mi tontuna no le encuentro la mínima utilidad más allá de pasar al campeonato mundial de frases largas.

Muñoz Molina siempre escribe bien, pero no siempre escribe entretenido y esta es una de esas ocasiones en las que la diversión no concurre. A mí me gustan mucho El jinete polaco y Plenilunio y muchísimo Los misterios de Madrid que siempre los sabios del babelia la relegan a libro de segunda cuando es un librito entretenidísimo y excelente. Sin embargo, El invierno en Lisboa se me hizo bola como se me ha hecho ésta, no es que esté mal escrito, es que no es entretenido, sin más.

Y no es que el libro no toque asuntos para darle a la mollera. Muñoz Molina tiene un especial arte para tratar con mimo y profundidad los temas que toca (leed Todo lo que era sólido).  Me imagino que cuando se llega a los setenta que tiene el protagonista (incluso cuando estas en los 50), va de sí reflexionar sobre todas las vidas que te has dejado por el camino voluntariamente o no. La vida que te haces y la vida que te hacen o te han hecho. Una vida que se vive como si alguien la hubiera preparado para ti y no hubieras tenido valor para cambiarla. La vida que se elige a fuerza de renuncias. Y un día te vas de Madrid y de repente han pasado cuarenta y siete años y has triunfado en lo laboral y en lo familiar pero en lo personal convives con tus añoranzas inconclusas para siempre. Esta novela podríamos decir, en plan intenso, que es la novela de la elipsis. Unos zagales que a los veintitantos están enchochaditos, pero que él se va a los eeuu y pasan cuarenta y tantos hasta que se reencuentran.

Muñoz Molina nos presenta un libro de apariciones y desapariciones sorpresivas. Cuando se cree que el padre no va a aparecer más, resulta que aparece tras la guerra y sin embargo ese “hasta pronto, enseguida volveré”, se convierte en un hasta siempre sin terminar de explicar el porqué. Y el que espera desespera, como el narrador del segundo capítulo que cae en la desidia vital. Y la convivencia necesaria con los recuerdos, a veces, es el signo de cobardía de los que no se han atrevido a revivirlos para repararlos.

Las voces del narrador se aparentan tramposas en no te veré morir, a medias testigo, a medias omniscente. Unas veces desde la primera persona y otras en contrapunto a través de la narración que de mí hace una persona que me conoció (Coetzee hacía algo así en Verano). Y lo más chocante a mi modo de ver, cuando te das cuenta de que la manera de recordar a veces se convierte en una manera mentirosa de reconstruir el pasado. No os creáis del todo al narrador, por muy ilustre y confiable que resulte, porque a veces, solo repintando la memoria se hace ésta soportable. Y muchas veces, las más de las veces, las cosas no tienen más explicación que la escusa de no haberlo hecho y repensar es rayarse la cabeza sobre todo cuando difícilmente hay una vuelta atrás.

Hay más temas como la contraposición entre el Madrid sesentero y los eeuu soñados de entonces. El coñazo de la vida académica y universitaria, la vacuidad de la filantropía a gran escala y el aburrimiento de los salones de té en casa del señor embajador.

En fin un libro que como esos exámenes de séptimo de EGB el profesor te ponía un seis y luego te decía no es que no te merecieras un notable pero tu puedes hacerlo mejor.

7 comentarios:

  1. De un poema de vilariño, lo leí por algún lado porque a esta señora no la tengo nada leida.
    Bssss

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    1. Sí, se titula "Ya no" y es muy potente (búscala recitándolo, es buá!), dedicado a Onetti con el q mantuvo una relación complicada. Espero q M.Molina la cite en su libro. No es inusual usar versos como títulos de novelas, recordemos lo de Marías con el bardo...

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  2. Eso de las frases largas me suena y no sé por qué jajaja
    El otro día lo tuve en mis manos, pero me decidí por otro... de momento me gusta mi elección (ya te diré dentro de 200 páginas... --los libros gordos me suelen echar para atrás-- una cosa es 400 páginas de poemas cortos y otra, una novela con tanta paja. Suelo dispersarme, suelo olvidarme, suelo abandonar...
    Fantástica reseña, quizá algún día lo lea.
    Besos.

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    1. Las frases se van de las manos y se hacen largas ellas solas, ahora bien 73 páginas igual es un poco mucho.
      Libros gordos? Voy por la mitad dEl cusderno gris de Pla traducido sensacionalmente por Ridruejo y sra. Una maravilla.
      Bssss

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  3. Graaaaaacias.subiendo el ego blogero
    A ver como contesto a lo de garci sin spoilear. Volver a empezar es una asignatura pendiente; lo de este libro es intentar justificarse que no es lo mismo. El tipo este del libro me cae mal y eso tambien influye.
    Jajaja esa entrada de Trump generó debate en aquellos tiempos de comentarios cruzados.
    Es que ahora nos ves muy pacificos a la dtra Di y a un servidor, pero hemos tenido algunos tiempos de cogernos por las solapas jajaja
    Abrazooos.

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  4. A mi tampoco me gustó Gabriel, pero el libro sí ¿ de verdad os peleábais? jajajaja
    No os imagino, la verdad. Es cierto, cuando llegué a la blogosfera hace años, luego me fui otros tanto hasta que he vuelto el año apsado, había mucha vidilla, como no me enteraba de nada, comentaba en un blog defendiendo el derecho al aborto y resulta que era de un tipo del opus acérrimo jajaja o me metía en un blog de extremaderecha, qué se yo ...a defender el derecho a la huelga..estaba todo el día metida en berenjenales, menos mal que salí ilesa de todo aquello , aun no sé ni cómo jajaja ahora .. la mar está como un plato ; ) Más besooss

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