martes, 31 de julio de 2018

Pelicula La Niebla y la doncella. Demasiado libro para tan poco guión.



La verdad es que pensaba que iba a ser un truño indigerible y ya lo digo, no ha estado mal. Después de ver El alquimista impaciente y la adaptación horrorosa de La playa de los ahogados de Domingo Villar me juré a mi mismo que no volvía a ver nunca más una peli adaptada de una novela policiaca que me hubiera gustado. Y así lo he ido cumpliendo porque me la grabé a la vez que la de Domingo Villar y creo que ha pasado casi un año hasta que me he decidido a verla.

No soy muy pirata de pelis, la verdad, porque me gusta verlas en pantalla grande, pero claro si las salas de Zaragoza se empeñan en maltratarme poniendo en diez cines la misma película durante cinco meses y dejando a penas unos días la que me gusta pues me defiendo y no voy, así de sencillo. Ellos eligen su modelo de negocio y yo dónde me gasto mis euros. Y hago esta confesión porque tiene pinta de ser una de esas pelis que en el cine hubiera ganado mucho y será bonita de ver con sus paisajes y sus ruiditos misteriosos.


Empiezo diciendo que a mi es el libro que más me gusta de la serie Vila-Chamorro, por lo que ya de entrada voy bastante condicionado. Y el haberlo leído antes (bueno, el tener el B1 en lorencismo) me hace tener por un lado una cosa buena pero por otro una mala para ver la peli.

Empezamos por la cosa buena: que es saber quien es el malo y más o menos la trama porque ya lo digo desde ya, si alguien no se ha leído el libro antes que ver la peli se puede volver loco porque claridad en la trama del guión, lo que se dice claridad no hay mucha con lo que se ve. No me extraña que muchos críticos la pelen, seguramente porque no se han leído el libro y no se han enterado de nada- Pero como yo ya me la sabía eso que tengo ganado.

La cosa mala que decía, es que ese señor que dice llamarse Vila en la película no tiene absolutamente nada que ver con el Bevilaqcua de los libros. Si no lo conoces y no sabes sus rasgos, su historia, cómo habla y su manera de pensar hasta puede colar, pero si lo conoces es otro tipo distinto. No me estoy metiendo con el actor (aunque desde luego no es Sacristán) me estoy metiendo con el del casting y sobre todo con el guionista que ha dibujado un protagonista que no tiene que ver nada con el de la novela y con el que los grupis del escritor conocemos de pe a pa.

Sin embargo Aura Garrido que hace de Chamorro lo hace mucho mejor. También flojea su personaje porque yo creo que no le da tiempo a detenerse a mostrar su interior y van todos a contrarreloj para que les quepa la historia entre medio de tanta fotografía, pero sin duda está mucho mejor. Finalmente a Echegui se le va vivo el personaje de Ruth que en la novela es tremendo, hace lo que puede, pero no llega, le viene grande. Ya sabéis que a mi me gusta más el perfil de los personajes de Lorenzo Silva que propiamente la trama policiaca, pues esto es de lo que más adolece la peli; de falta de introspección en unos personajes riquísimos.

Lo mejor es el dibujo de la insularidad de La Gomera, esa vida localista y desmadrada que se intuye tras la paz, esa subtrama que se va desvelando conforme va adentrandose fotograma a fotograma. Es un poco como si la niebla se fuera levantando y se pasara a ver lo que previamente solo se trata de adivinar.

Si te has leído el libro y no tienes que estar concentrado en comprender lo que pasa, la peli se disfruta. Pero a su vez si te has leído el libro olvídate de la riqueza de los personajes literarios aquí son solo superficialidad pura y dura con interpretaciones medianas y un guión manifiestamente mejorable.

Aun así lo repito, contra mis prejuicios, la peli se deja ver.

jueves, 26 de julio de 2018

El Reino Emmanuel Carrère Opinión y Crítica



El reino es un ladrillo de libro, más de quinientas páginas con más desorden que orden y más de dialogo justificativo interior que de clase de historia. Es un libro farragoso, que en ocasiones cae en el pozo del más terrible aburrimiento, de una presunción de erudición vacua y casi siempre dudosa y que he tardado más de un año en leerme. Y después de decir todo esto ¿cómo os cuento que me ha gustado?

Lo más probable es porque Carrere es un excelente escritor. Porque ha encontrado un estilo de novela propio que me gusta en el que la historia se constituye entre lo que quiere contar y una especie de make of de cómo ha venido escribiendo (y viviendo) para contarlo. El escritor como personaje y la historia de cómo ha escrito el libro como hilo argumental.

De Carrere me había leído El adversario, un libro crudo (y que me encantó) que explica como se puede convivir con la mentira de manera cotidiana, cómo se puede explicar el mal y el delito más infame desde un punto de vista externo que lo trata de entender. En España el estilo de ese tipo de autor que cuenta como escribe la novela a la vez que la cuenta podría ser Cercas. A quien le pillé mucha manía con Soldados de Salamina y sobretodo sus homilías dominicales en El Pais, pero que sin embargo luego me cautivó con Las leyes de la frontera y Anatomía de un instante.
 

El reino, según yo lo veo, se lee a tres niveles y partiendo de tres preguntas
1.- ¿Si todo es tan absurdo como es en la religión, por qué creen los que creen y participan en esoterismos de difícil digestión para cualquier persona con un grado crítico medio?
2-. ¿Es Jesús un personaje histórico contrastado cuya vida sirva de argumento a una religión con dos mil años de antigüedad?
3-. ¿Como se escribieron los textos que sirven de base ética a tantos millones de personas? ¿Quiénes fueron los primeros cristianos que escribieron y difundieron el nuevo testamento?

Y es aquí, cuando se mira a sí mismo con perplejidad del ex devoto, cuando el autor se pregunta más o menos ¿Cómo yo que soy una persona racional pude creer firmemente durante años en gilipolleces como que hay espíritus que conviven en mi casa conmigo y que los que se mueren resucitarán y que si pienso muy fuerte cerca de una estatua de escayola y se lo pido evitaré que se caiga un avión del cielo?

¿Dónde está el origen? ¿Quién fue Jesús? y quienes fueron los relatores y apostóles de su vida que consiguieron que se difundiera por el mundo hasta el punto de ser hoy una de las grandes religiones.

Carrere empieza con 100 páginas muy buenas, excelentes, contando sus dudas, cómo la religión le ayudó en medio de una crisis personal, la religión vivida en su primera persona con toda su crudeza y parte de ridiculez. Pero también con coherencia ética y moral. Le busca el sentido en Jesús de Nazaret y sobre todo en como comenzaron contando y difundieron los primeros seguidores la vida de Jesús como base de un dogma moral estructurado

Es en este punto cuando el Carrere historiador investiga a Mateo, Marcos, Juan y especialmente Lucas cuando se encasquilla y es en este punto donde hace que Pablo se convierta en personaje central como tornavoz necesario para difundir la visión del cristianismo que él tiene. Pero es esa sobrecarga de datos y libros leídos es lo que hace que el libro se le vaya de las manos. Por decirlo de alguna manera: Carrere no sabe dónde meter tantas historias como tiene para contarnos.

Es un libro de dudas, planteadas casi nunca resueltas. Es un libro abierto. Tiene la virtud de meternos en los años 50 después de cristo. En el imperio romano y la estrafalario de que en un rincon perdido del basto imperio romano nació un niño dizque en una cueva que aun muriendo antes de los cuarenta logró cambiar el mundo o que otros lo hicieran en su nombre.

PS.-Abro una carpeta y me encuentro este post escrito hace meses y sin colgar. Se me había olvidado. Empiezo a vivir en un caos bloguero absoluto. 


miércoles, 18 de julio de 2018

Los dias Iguales de Ana Ribera ¿De verdad esta señora es Molinos la del blog? crítica y opinión



Si os han contado que Molinos, la del blog, ha escrito un libro es mentira. Hay un libro fenomenal que se titula Los días iguales que ha escrito una tal Ana Ribera y en el que no sé por qué han puesto la foto de Molinos en la solapa.

Ribera se ha descubierto como una escritora de verdad, porque además de escribir formalmente impecable, como de habitual hace Molinos, ha recreado de manera genial el mundo extraño de las sensaciones y emociones personales. Vale que en este libro no son precisamente las sensaciones más agradables, pero libros futuros vendrán.

Molinos, es una escritora amena y correcta de blogs que juega de habitual con un esquema y tono reconocible, anecdótico y exitoso, con sus característicos guiños y referencias a ese mundo propio que se ha sabido crear para su autosatisfacción y nuestro divertimento cibernético. Pero Molinos no hubiera escrito nunca que estaba tan rota por dentro que no tenía ganas de follar; puede que hubiera detallado cara a la galería su abandono del norueguismo, los empotradotes o las humedades referidas por los jugadores de balonmano. Sin embargo, no es habitual en Molinos, que pase de la epidermis entretenida para meterse al interior de una perplejidad madura cargada de un dolor personal de no tener ganas  y lo que eso significaba para ella.

Lo de follar es un ejemplo, pero lo mismo con cada cosa de su vida normal que por culpa de la depresión cambia de color siendo lo mismo. Su habitación conocida, ya no es su habitación sino que se convierte en un espacio de reclusión, sus hijas ya no son unas adolescentes con los problemas habituales de los adolescentes, sino un reto que le aflige enfrentar ni siquiera para comprarles unos plátanos para hacerles la macedonia.

Y a mi, es precisamente esto, lo que más me ha gustado del libro, la simplicidad impactante de como explica Ribera que la depresión no es un cambio de escenario o de actores. La depresión no cambia las cosas de lugar, son las mismas cosas y las mismas personas de siempre (esas que sus grupis ya conocemos del blog), pero ahora diluidas en gris, indiferenciadas, sin matices. La vida que se decolora y derrite de repente, como en esas películas que pasan del color a un gris sin perfiles (me acuerdo de Lorax y mi precioso post)  como si un duendecillo hijoputa hubiera borrado los contornos e hiciera desaparecer los detalles que hacen los días, las personas y las cosas distintas. Como si las cosas hubieran perdido los conectores que las enlazan con historias, recuerdos y proyectos pasados o futuros.


Es difícil de explicar que tumbado en la misma playa mirando el cielo azul de siempre, ese mismo cielo azul y ese mismo mar que otras veces te ha generado sueños y poemas ahora, sin embargo, te sean tan indiferentes. Una manta pesada, agria y marrón sobre lo que piensas, (sobre todo lo que piensas). La depresión te quita las gafas, ves todo enturbiado, sin siluetas, convirtiéndo todos los días en iguales y se apropia de los referentes que te evocaban cada cosa para regresar en un constante circulo vicioso a autorreferencias cenizas. ¿Quien me ha robado aquella luna que me transportaba lejos? ¿Porque ahora es tan solo un círculo blanco en el cielo? decía el poeta.

Es ese duendecillo hijoputa que te ha robado los recuerdos vinculados a las cosas: Joder, si yo antes en este bar veía el adolescente que fui porque ahora tan solo veo un habitáculo neutro. Quien me ha robado los recuerdos de las cosas. Ahora cada vez que piense en este bar dejaré de pensar en los morreos de los dieciseis y solo me traerá a la cabeza estos días de depresión. Y eso claro, genera una ansiedad insoportable.

La depresión, tal y como yo se la he entendido a Ribera, no es la ansiedad, sino la causa de la ansiedad. Es por así decirlo una enfermedad de la percepción, un daltonismo emocional que por incomprensible e inevitable genera una ruptura interior. Quizá sea por eso, por lo inexplicable, que la autora prefiere darle a la depresión rol de persona para poder hablar con ella, como si fuera un personaje: la depresión roba, habita, te cuenta, te contradice, te habla.

Es también por lo inexplicable, por lo que Ribera cambia el estilo formal de su heterónima bloguera. Y es que Molinos es escritora de símiles concretos y sin embargo en Ribera parece como si ninguna metáfora la llenara del todo, como si ninguna consiguiera atrapar con plenitud todo lo que siente. Llena cada página de mil comparaciones insuficientes, hasta hacerme pensar que en algún momento se le agotaría el listado de símiles posibles. Intentar explicar algo tan personal que resulta difícil. “…como si…” repetido hasta la saciedad.

En el debe, le pongo que el libro se queda sin final, sin desenlace (espoileo: la prota sale de la depresión). No sé, pero yo me estaba leyendo el libro como si fuera una novela y esperaba ese capitulo en el que la terapeuta volviera a poner los conectores en su sitio, volviera a pintar contornos a las figuras y colores a los fondos y eso no pasa. La conclusión parece ser que a la depresión se llega porque se tiene que llegar y se sale porque se tiene que salir y a mi eso aunque sea verdad (que no lo sé) no me ha gustado. Hace muy poca referencia a la terapeuta y cuando lo hace lo pinta de un tono anecdótico y bloguerista. El proceso de curación se cuenta poco.

El libro por lo demás, esta sensacionalmente editado, es un libro precioso con blancos, subrayados y amarillos. Está editado por Next Door Publishers de los que no tenía ni la mas remota idea pero que, cuando me haga mayor, quiero que me trabajen el libro de memorias que escriba. Es de ese tipo de libros que cuando pasas las páginas el papel te huele al autor. En cuatro días te lo podrás bajar como todos, pero os aseguro que no será lo mismo.

Los días iguales es un libro intimo, pero en absoluto intimista. Pone mamparas de cristal a un año de depresión, nos muestra capitulo a capitulo con cámara oculta a esos seres que ya conocemos del blog, pero vistos de otra forma, pixelazos por la depresión o puede que al contrario, desvelados por ésta. Sin embargo no es un libro impúdico. En una de sus visitas a mañilandia, Ana me contó que se había divorciado, cosa que todavía no había puesto en el blog. Es que allí- arguyó- escribo cosas que me pasan pero no todas las cosas que me pasan. Aquí que quede claro, tampoco lo hace. En fin, pienso que quizá Molinos, lleva demasiado tiempo escribiendo hacia afuera y para sus descerebrados grupis entre los que me encuentro. Ribera ha escrito arrebatadoramente y preciosamente hacia adentro.

Tenía en mi cuaderno de anillas un listado largo de apuntes de los que escribir pero he empezado a divagar y se me ha ido la olla: la depresión no tiene nada de bueno, nada de catártico, no tiene causa, se ha frivolizado la depresión, no es una tristeza melancólica, el momento del reconocimiento de la enfermedad mental es esencial,¿Qué post escribió mientras le pasaba esto?, hablar con la depresión, daltonismo emocional, los demás en la depresión, el egoismo salvaje, el triste problema de mirar el cielo, lugares propios sin conectores que se convierten en lugares prohibidos, la depresión difumina… En fin creo que esperaré otro post para detallar todo esto o mejor os leéis el libro y lo descubrís con vuestros propios ojos y mejor escrito que por mi.