lunes, 20 de noviembre de 2023

Nunca más es demasiado breve para tanta ausencia

Escribir sin poder escribir,

querer decirlo todo. 

con esta bola de silencio en el cuello que me ahoga,

que no me deja decir nada.

Nunca más es demasiado breve para tanta ausencia

cincuenta años en común desde la infancia,

desde siempre

y a partir de ahora solo recuerdo,

todo recuerdo 

sin palabras nuevas.

Qué soledad,

ser albacea por siempre de nuestros días vividos.

 

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

Me molestan sobremanera, los himnos y las banderas

Me reprocha María mi languidez comentarista en su blog, y tiene razón, a penas dejé una frase que es como ese mensaje de guasap que dejan los viejos novios cuando regresan a su ciudad de infancia: "estuve en Zaragoza, fue un viaje rápido, a la siguiente te llamo seguro y tomamos algo. Besos".

Y un poco culpable me metí en su bitácora, que os recomiendo por lo peculiar, en la sana intención de comentar más largo, pero no pude porque justo tocó el tema del patrioterismo y me acordé de un versillo que escribí en el blog que me abrevia y como me pasa últimamente dejé lo que estaba haciendo y  huí por la gatera camino de mis rimas antiguas.


Me molestan sobremanera
los himnos y las banderas,
los símbolos que se besan
como si fueran personas,
y se rasgan como si no lo fueran.

Me molestan las canciones
engoladas
que hablan de viejas batallas
siempre ganadas 
goazen gudari danok
Ikurriñan atzean
Que tremoli l'enemic
en veient la nostra ensenya:

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz.

Se entonan
con el puño en alto
amenazante
como retando a un pasado
la mayor de las veces inventado
y a un enemigo
reflejo de nuestros odios por curar.

Decía Gloria Fuertes que al aire puro
no le gusta acariciar banderas

¿Qué pasaría si quemamos dijo Benedetti,
todas las banderas para
tener sólo una, la nuestra,
la de todos, o mejor
ninguna porque no
la necesitamos?
¿Qué pasaría si de pronto
dejamos de ser patriotas para
ser humanos?

Solo me gustan las banderas plegadas
y las banderas rotas
tendidas sobre la mesa,
que entonaba Labordeta

He puesto sobre mi mesa
todas las banderas rotas
las que no rompió la vida
la lluvia y la ventolera
de nuestra dura derrota.

las que nos dicen que vamos creciendo
que hemos perdido
mil batallas
pero ganado una,
la mas importante
la que nos impide creer en los mesías
que nos salven
de cielos redentores
y de tierras prometidas

Porque vivir es ir plegando banderas
que nos cantaba un lunes con secreto
al mirar con pena
a los jóvenes
desde la atalaya del hombre viejo.

El hombre del secreto lo comprende
camino del trabajo,
cuando los estudiantes llenan el autobús
y un tumulto de cuerpos con la cara lavada
se apodera del lunes.
Los ve crecer, observa
como un grito de incógnita en sus ojos,
una inquietud después desvanecida
por la usura del tiempo.
Vivir es ir doblando las banderas.
 
¡Qué lástima que yo no tenga comarca, patria chica, tierra provinciana! 
lamentaba Leon Felipe
 
De verdad no se pueden poner de acuerdo la gente normal
para que no ganen los malos, los de las banderas;
qué indecencia todo esto que vivimos,
cómo se desangra la política como refugio de la bajura,
qué tiempos en los que enarbolábamos banderas
que representaban futuros en lugar de fronteras y razas.
  



domingo, 5 de noviembre de 2023

Imaginar una noche llena de lunas.

No había gansos volando sobre Canada, pero aquella tarde noche de noviembre coincidí con Rocky yendo al Madison, me volvió a contar aquella historia de Marciano, que si Walcott era un gigante de brea, que si era una roca, que si parecía  una máquina de picar carne. Yo mientras tanto, veía los trenes espesos de Nueva York como aquella tarde noche en la que Molly Gilmore conoció a Frank y se enamoraron perdidamente como si hoy fuera el día más largo de sus vidas.

Y mientras tanto, la vida se perdía a este lado de la pantalla y Mia Farrow, que no me gusta nada, renunció a pasar al otro lado y los rayos de luz se colaron por las cristaleras de la estación central, la de Guastavino, y el otoño se adormeció en el lago de Central Park, esperando a que el invierno escondiera los patos de Holden Caulfield .

No se puede renunciar a la imaginación, no se puede cerrar la puerta de salida a la angustia y al tedio. Qué fácil era decirle a Naz que no se llevara el taxi de su padre, qué fácil que regresara; pero como negarse al polvo de tu vida, cómo dejar la raya sobre el círculo, ya le sacará luego Turruro de la trena si puede. ¿Por qué comerse un marrón cuando la vida se luce poniendo ante tí un caramelo? decía el poeta Sabina antes de convertirse en cantautor.

Las grandes ciudades, se escapan por sus calles estrechas. A mi me gusta la calle de la aduana de Madrid, hoy llena de putas y carteristas. Me gusta por su olor a fracaso como los señores que se ponían a cortar Atocha para que salieran los coches de bomberos de Manuel Becerra cantando el Penny Lane mientras yo estudiaba judicaturas.

Cuantas veces esta semana me he sentido Jack Lemmon tratando de salvar su cincuentena en el Chicago de Glengarry Glenn rose. El metro que pasa a la altura del tercer piso de una casa normal. El tren que atruena un entresuelo lleno de fichas con clientes perdidos.Como me duele ver el cuadro de  Sloan a las seis de la tarde, cómo yere la niebla que ya apunta maneras. 

Al fin dormir, imaginarme mañana en una noche llena de lunas. No busquéis referencias son solo ensoñaciones.