Cuenta Carol S Dweck en su libro
Mindset, como determinados jóvenes atribuyen a cualidades innatas sus triunfos
y sus fracasos; mientras que otros creen que un examen evalúa y encomienda más
bien la capacidad de esfuerzo y mejora. Mientras los logros de unos reciben un continuo
elogio a su inteligencia: “eres muy inteligente”, para otros el elogio suele
ser: “has trabajado muy duro o deberías de haber trabajado más”.
El problema de ser un triunfador
temprano es que no desarrollas las habilidades defensivas ante el fracaso. El
peligro de acostumbrarse al éxito sin aprender a recibir reveses conlleva convertirte
en un líder de cristal. Mientras tanto quienes reciben alternativamente
fracasos y logros en su infancia desarrollan la capacidad de aprendizaje ante
las adversidades. Estos desarrollan una confianza en las propias capacidades y
en la posibilidad, aun remota, de lograr algo para lo que se les suponía negados.
Hay quienes de tanto recibir desencantos han encallecido y saben que el logro
no siempre es un reporte a las capacidades sino también a la resistencia y el
aprendizaje en la derrota.


La cosa es que Joshua va
defendiendo sus títulos. Los actuales aspirantes naturales (Fury y Wilder) son
dos boxeadores duros del tipo cantamañanas lo que no significa que sean malos. Cualquiera
de ellos retaba al campeón pero, por estas extrañas cosas del boxeo, su manager
el tal Earn prefirió una pelea amable previa (yo creo que para ir haciendo caja).
Le encuentran contrincante pero va y le pillan dopado y no le dejan pelear ¿Qué
sucede? Que recurren a ese gordito mexicano con más pinta de bebedor de cervezas
que de boxeador para que haga de sparring al british elegante y le aguante algún
asalto.
Algo tendríamos que habernos
temido de lo que iba a pasar viendo la pelea del 2017 Joshua vs Klichkó que justo
echaron y vi en Gol hace poco. En ella el ex campeón ucraniano, ya mayorcete fue
a la lona, se levantó pero le encajo un golpe, solo uno, que dejo fumao al inglés
durante dos asaltos. Solo le salvo que Klichkó no supo rematar y que nunca ha
sido un buen encajador (Sanders y Brewster en el recuerdo) y no aguantó un
combate largo.
Volvamos. Nuestro amigo el
gordito salió al ring más contento que si a un infantil le dejan jugar en el Wanda.
La pinta era de: “amigos me la suda el mundo y estoy más contento que chupillas
solo de estar aquí, así que voy a disfrutar”. Twitter quemaba con comentarios
burlones de todo tipo contra él, pero este hombre lleva toda su vida siendo el
gordo comerrosquillas del que todos se reian y sufriendo todo tipo de
vejaciones, sabía que solo siendo inteligente podía aspirar a algo y que lo
normal era que ni aun así aguantara cuatro asaltos.

Así es el boxeo amigos, el 2.10 del
tercero se pensaba ganador en el 1.50 se había comido las primeras que le llevaron
a la lona y en el 55 y en el 10 estaba soñando con los angelitos solo salvado
por la campana ya en el suelo. Yo creo que en ese momento se le representó el
fantasma del ucraniano resucitado. Dicen los cronistas sabios que bajó la
guardia desafiante, pero yo creo que en ese momento igual que en 2017 se le cayeron
los brazos y se le nubló la vista. Y nuestro amigo el lorcitas, vio delante una
cara como una luna o como una rosquilla y se la comió.
Los siguientes asaltos no fueron de control como dicen. Ruiz demostró que un ganador también se hace encajando y se comió sin rechistar varios golpes del gigante ya cansado que bien le pudieron mandar a rezar. Pero no fue así y llegamos al séptimo con el campeón en una de sus clamorosas pájaras que le hacen descolgar los brazos y boquear cual barbo de riachuelo. Y en el 2.30 le llovieron en serie variada de las heterodoxas hostias voladoras del mexicano que le pusieron las neuronas de gorro y las orejas del revés. Es curioso porque la mano que golpea va muy por arriba suyo pero le da, claro que le da. Y con eso y un par de rectos lo mandó a merendar El resto fue la lucha contra la evidencia. Joshua con menos aire que el pulmón de Calamardo le pidió al árbitro que parara un ratico a ver si revivía. Pero amigos en el boxeo eso no cabe y el de largo y pajarita dio la cosa por concluida y a nuestro amigo como campeón.
Los siguientes asaltos no fueron de control como dicen. Ruiz demostró que un ganador también se hace encajando y se comió sin rechistar varios golpes del gigante ya cansado que bien le pudieron mandar a rezar. Pero no fue así y llegamos al séptimo con el campeón en una de sus clamorosas pájaras que le hacen descolgar los brazos y boquear cual barbo de riachuelo. Y en el 2.30 le llovieron en serie variada de las heterodoxas hostias voladoras del mexicano que le pusieron las neuronas de gorro y las orejas del revés. Es curioso porque la mano que golpea va muy por arriba suyo pero le da, claro que le da. Y con eso y un par de rectos lo mandó a merendar El resto fue la lucha contra la evidencia. Joshua con menos aire que el pulmón de Calamardo le pidió al árbitro que parara un ratico a ver si revivía. Pero amigos en el boxeo eso no cabe y el de largo y pajarita dio la cosa por concluida y a nuestro amigo como campeón.

Os dejo Enlace al video del combate
Otro al libro muy interesante de Carol S Dweck: Mindset
Y finalmente a la teoría de la atribucion causal
Otro al libro muy interesante de Carol S Dweck: Mindset
Y finalmente a la teoría de la atribucion causal
Otros post de Boxeo Filosófico. El gran Frazier
Me encanta esta historia. Pero aún me gusta más la referencia a los tortazos con mano abierta de Bud Spencer, esas escenas son mitiquísimas jajajaja
ResponderEliminarLas hostias a mano abierta de Bud te vendrían muy bien como alternativa B a tus superpoderes ;)
ResponderEliminarEl gordito andy parece un tipo genial. Yo me alegré mucho, porque ultimamente en esta categoría solo hay figurines y bocazas.
Esta decada de triunfos de los ucranianos ha sido soporifera, nada que ver con los ochenteros Tyson o Hollyfield, ni que decir con los setenteros Foreman, Ali, Frazier.
Besicos.