Hay una mujer sentada en el alfeizar de la ventana, ya sabéis como Audrey en Desayuno con diamantes, pero esta mujer no es como ella. Su cara esconde un secreto y una historia sin contar. Nunca se describiría a si misma como adorable y temerosa, y desde luego nunca viviría con un gato sin nombre. Ella sabe muy bien de quien se rodea y el nombre de las cosas.
Hay una mujer sentada en el alfeizar pero no canta melosidades de amor sino una vieja canción country de Dolly Parton llamada Jolene. la canta desde hace años en memoria de aquella mujer que una mañana de abril le mando una nota diciéndole más o menos eso de I'm begging of you please don't take my man. Le dio tanta pena aquella mujer rota que decidió no volver a verlo jamás. Y se quedó para siempre con la mirada caminando mar adentro, como Alfonsina, recordando esa llamada que le hizo un lunes de mañana el hombre con secreto “Buenos días soy yo he terminado”.
Y es cierto que era una mañana de abril templada y diligente, y que el día domingo se les hizo largo y lluvioso contándose intimidades que un hombre casado debe guardar para si o a lo mucho para su conciencia. Y más cuando vive desde hace tiempo en un nublado que preludia un aguacero de los que no escampan y más cuando ella le deja entrar en su pieza y deja su dureza en el altillo y su moral en el paragüero y más si mientras escucha a Toquinho se adormece en sus brazos y sin pensar en el futuro se hacen un amor lento y profundo con esa sensación de pecado que atornilla los silencios. Y él, a la mañana siguiente, en la Facultad, piensa que en lugar de leyes imparte poemas de amor y se siente un hombre distinto como si el mundo entero le mirara y los libros le sonrieran como cómplices viejos. Y abrevia los entretiempos con ganas de llamarla y de decirle que es él, que ha terminado, que está deseando volverla a ver. Pero el hombre de lunes con secreto no se espera lo que ella le dice. Y solo lo entiende cuando regresa a casa y comprueba como ha perdido en la misma mañana su pasado y su futuro. Y la llama como una última esperanza y sale una voz neutra que le plantea en disyuntiva que esta fuera de cobertura o que sus sueños se han apagado y ya sabe que no la verá más.
No sé hacia donde se marcho luego él. Si que sé donde la conocí a ella, en el otro lado del mundo, sentada en el alfeizar de una casa preciosa en el barrio The Roks cantando Jolene con el puente de Harbour al fondo. Y bueno, no se lo contéis a nadie pero no había muchos españoles allí, y una cosa llevo a la otra y terminamos follando, eso si jamás he estado con nadie que estuviera haciendo el amor tan lejos de mi. De fondo recuerdo que sonaba La distancia en la versión de Calamaro y de la que esta noche me he acordado para uno de esos post que tanto me gustan sobre comparaciones odiosas.
(Esta es la única foto que conservo de aquellos días quizá porque nunca más volvió ella a pensar en mi , en cambio yo he seguido pensando en ella como dice la canción)
Bueno ya me decís, como es habitual, qué versión de La Distancia os gusta más.
Andrés Calamaro
Bonus Track: Jolene por Hanna Montana. (para mi siempre seguirá siendo Hanna Montana)
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Me gustan éstas entradas encadenadas.
ResponderEliminarDemasiado vieja para asociar esa canción a alguien que no sea Roberto Carlos.
Y si, mejor quedarse con Hanna Montaña que con la Cyrus, lástima de chorro de voz.
Una historia para guardar dentro y sacarla tras muchos años.
ResponderEliminar¡Me encanta la segunda! Siempre me ha parecido que aquel álbum de versiones que sacó Calamaro está lleno de buen gusto.
ResponderEliminar¿Conoces la de Alfonsina, ya que la nombras? https://www.youtube.com/watch?v=uY9-o8qqPus