Luis Sepulveda
ha conseguido escribir un libro solo. Sus cuentos, todos sus cuentos, se unen y
se refieren, dictan el mismo argumento siempre, están hechos con los mismos
mimbres. Luis Sepúlveda escribe del sur, el sur de los que siempre pierden las
guerras y ganan las razones, el sur de las banderas rotas.
Consigue sin
quererlo que sus paisajes se parezcan a sus novelas, a sus cuentos, a su poesía
disfrazada de prosa. Porque esa sombra de lo que fuimos, de lo que quisimos,
por lo que luchamos y perdimos, esa sombra digo, va uniendo las aventuras y los
desencuentros, las noticias del sur y los diarios sentimentales, los viejos y
los perros que siempre salen en sus novelas, el amor de trinchera.
Y la memoria,
siempre la memoria, la de Verónica que se diluye en el dolor y en la tortura
para no tener que llorar más fuerte. La memoria del abuelo en tierra de fuego.
La memoria histórica que no es sino la desmemoria como tributo a pagar por la
paz. Porque en última instancia todos cambiamos nuestros nombres a lo largo de
nuestra vida aunque en el dni siga poniendo el mismo. Quizás todos terminemos
exiliándonos en la patria de nuestros recuerdos.
Sepúlveda
escribe de trenes en su último viaje, de la ilusión de poner en marcha viejas
locomotoras. Los trenes como rebelión contra los invasores, como argumento para
revivir en medio del desierto, como escapatoria cuando los generales rompen sus
espejos; el tren del niño que prefiere siempre ponerse del lado del ladrón que
del policía, es decir, del guerrillero antes que del imperio en la simbología
mítica de nuestro chileno alemán, de nuestro asturiano patagón..
Sepulveda
escribe de amor en la batalla, ding dong ding y escribe de Ahab aunque parezca
que hable de Moby Dick y sus ballenas. Porque también la izquierda anda sobrada
de generales, de locos que embarcan a sus pueblos en viajes temerarios hacia
utopías vestidas de uniforme aunque sea de rojo.
He puesto
sobre mi mesa todas las banderas rotas que cantaba mi paisano Labordeta para
reivindicar la honradez de los perdedores. Quiere contar historias de héroes
cotidianos, los niños que ya no salen en la foto de las favelas, delincuentes
que pierden su nombre en el mundo del fin del mundo, donde es más importante
una historia bien contada que una historia verdadera, donde no se pregunta
porque se han olvidado casi todas las respuestas.
Me he leído de
trago otros cinco libros del chileno y ando resacoso; con esa dulce resaca
adúltera de las noches eventuales e imposibles. Realismo mágico contemporáneo,
beber Jack Daniels, leer a León Felipe, perder guerras. Todos los exilios duran
demasiado y todas sus novelas se me hacen demasiado cortas, porque querría
nunca dejar de leerlas.
Desencuentros,
La lampara de Aladino, Ultimas noticias del sur, Historias de aquí y de alla,
Nombre de torero. Algunas me han gustado más que otras, algunas mucho, algunas
sobran, pero en mi recuerdo todas han perdido sus fronteras porque se me
aparecen como un libro solo, único, maravilloso y genial.
Otros posts sobre Luis Sepúlveda en este blog
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Es mi escritor favorito, no insisto más.
ResponderEliminarPara mi están por encima gabo y mario pero justico detrás ya llega Sepúlveda
Eliminar¿Cuales te faltan por leer?
Hola, no conocía este autor...pero por lo que mencionás es excelente. No soy de leer autores latinoamericanos, pero debería darles más chance.
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog, y me ha encantado así que me quedo a seguirte. Nos leemos♥
Bienvenida y gracias.
EliminarYa ves que por aqui estamos unos cuantos forofos. Pero llegados a este punto no sé yo si somos muy objetivos
abrazos,
Me encanta por todo lo que tan bien describes, me lo apunto, porque aún me falta por leer.
ResponderEliminarMuuuchas gracias!!
Eliminarmi orden fue el del viejo, luego hot line, la sombra de lo quefuimos, yacare y ya pasé a los cuentos y relatos.
Bss
Yo pensaba que le había leído mucho...pero me falta un montón!
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