Qué más da llamarlo cuento que poema; fotografía que palabra; mentira que sueño.
Qué más da que todo tenga un tono a motel de carretera donde nunca pasa nada.
Qué importa que nos inventemos estados del medio oeste americano
que no salgan en los mapas
qué más da que describan calles oscuras que solo recordemos por novelas de matar.
Todas las pianistas rubias tienen el morbo de Vonda Shepard
Todas las cantantes country las tetas de Dolly Parton y la cara de Shania Twain
Ojala todas las mujeres mayores de cincuenta como Emmy Lou
quisieran gastar sus canas en mi almohada
porque a nuestra edad todos los sueños están borrachos de recuerdos por olvidar.
Todas las noches tristes tararean canciones de Extremoduro
todas las noches de estudio rasgan un mechero zipo con un pingüino en mi ascensor.
Todos los programas de radio concluyen en fundido en negro
todas las tertulias de cine con moon river y luna de miel.
Todos los años que me faltan pertenecen a los ochenta
todos los polvos que añoro a los que me quedaron por echar.
Hace tiempo que me canto al oído canciones de Sabina y en el coche baladas tristes
de folk en inglés.
Y esto, no creas que es por el otoño que me pinta de amarillo
es solo que hoy he empezado,
y eso que solo llevo diez páginas
el último poemario de Pedro Andreu.
Reseñas que he escrito sobre libros de Pedro Andreu:
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