"En esta tierra (en este blog) mentimos para ser felices.Pero ninguno de nosotros confunde la mentira con el engaño"
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domingo, 28 de febrero de 2010
MIs vecinos de puerta.
A Matias Martín le gustaba hacer esquemas, pero con los años había acabado siendo un exclavo de ellos. Hacía esquemas con los productos de la lista de la compra, hacía esquemas con los jugadores de su equipo de futbol, con sus ideas políticas y con los artículos del código penal. Primero, pongamos por caso, leía la página de un periódico, luego lapicero en mano, redondeaba las palabras más importantes de cada párrafo y ponía a la izquierda una especie de asterisco. Buscaba un espacio en blanco de la hoja y en tres, cinco o siete puntos escribía las ideas más importantes que resumían certeramente página y media de explicación. No era cierto que fuera metódico, simplemente lo hacía para memorizar mejor. La vida tenía una explicación, un orden, un código interno; todo está relacionado entre si y es necesario tener una base memorizada de manera automática, para utilizar el resto de la actividad cerebral en descubrir los vínculos con otras líneas argumentales.
María Aldaba era su vecinita del ático. Sencillamente espectacular. Y además con la mala costumbre de vivir con las ventanas abiertas.
Marcos estudiaba oposiciones para judicaturas y escuchaba canciones infantiles a volúmenes a veces infernales a veces infartantes.
- Ves -dijo Matias -tres palabras que empiezan por “inf” infernal,infartante e infantiles. Por algo será
- Chico eres infame.
Aquella mañana de viernes bajaban en el ascensor sin dirigirse la palabra.
Matias había comenzado un libro de Campbell, María se estaba leyendo “La fiesta del chivo” y Marcos el “Misterio de la cripta embrujada” de Eduardo Mendoza (Además del tema 11 de la parte general de civil sobre el objeto de la relación jurídica).
Es muy importante saber qué cosas lee la gente para saber de qué pie cojean.
María Aldaba vivía con las ventanas abiertas porque le encantaba una canción de Complices en la que la protagonista se llamaba María y ligaba con un tipo que pululaba en plan fisgón por los tejados. Siempre había querido escribir una novela sobre la Transición. Se marchaba a la biblioteca, se miraba los periódicos de la época y tomaba notas. Nunca empezaba. Si por su trabajo coincidía con algún político de aquella época (Hoy funcionario o profesor universitario por supuesto) se dejaba invitar a una cervecita a cambio de que el otro le diera al palique de su juventud. Y como no hay cosa que les guste mas a los mindundis que recordar lo mindundis que eran cuando eran jóvenes, pues hablaban y hablaban de aquellos tiempos y María boquiabierta. (Hablando de María casi da pudor utilizar esa expresión…pufff, pero en fín…).
Matías Martín era su vecino del cuarto, un madurito interesante que le miraba de reojo y que parecía andar siempre entre una burbuja de pensamientos.
Marcos estudiaba oposiciones para judicaturas y escuchaba canciones infantiles horrososas y un poco horteras a horarios poco adecuados.
Aquella mañana de martes bajaban en el ascensor, como sin mirarse.
María se preguntaba en plan peliculero si Martín le pondría los cuernos a su mujer, Martín si dentro de unos años descubrirían una parte del cerebro que de modo genético tuviera grabadas las creencias o carencias humanas sobre Dios y Marcos si las obligaciones llamadas naturales tenían un objeto jurídico definido.
Matias vestía con un traje de pana un poco ochentero y una corbata que no le pegaba ni con cola, María unos tejanos y una camisa blanca un poco desabrochada y de Marcos sinceramente no me acuerdo.
Es muy importante observar como viste la gente, dice mucho de la persona.
Marcos Garcia-Atance Rodriguez de la Dehesa (chico siempre me faltan cuadraditos para escribir el nombre) decidió estudiar judicaturas una noche de borrachera melancólica con sus amigos. Ni quería ser juez, ni siquiera le apasionaba el derecho cuando comenzó, el hubiera querido estudiar psicología o periodismo pero en casa no había para pagar una carrera fuera. Bueno la vida universitaria tampoco había estado tan mal y además había acabado con un expediente bastante digno. Marcos sabía que sacar buenas notas era la mejor manera para hacer lo que te diera la gana en casa sin que nadie se metiera contigo y ya estudiar oposiciones una garantía de seriedad y compromiso. El Sr Garcia-Atance falleció de un infarto fulminante a los 38 mientras cuadraba la contabilidad de Salvaleón reconocida empresa en la fabricación de mástiles de aluminio, creo que hacían los palos de las banderas o algo así, dejando una viuda y dos churumbeles uno de ellos Marcos.
María era la vecina del ático, no era espectacular pero la chica no estaba mal para su edad, un día que se había dejado la ventana abierta la vió vestirse y la verdad con diez años menos debía llamar la atención.
D.Matías era un hombre amable y reservado, como metido en su mundo, muchas veces llevaba libros debajo del brazo que debían ser para devolverlos en alguna biblioteca o algo así.
Aquella mañana de viernes bajaban en el ascensor como sin mirarse.
Marcos repasaba mentalmente la lección y visualmente la camisa desabrochada de María. -Treinta y muchos así a ojo. María miraba a Matias y Matias no miraba.
A María le encantaba la música de los ochenta con esos grupos que habían sobrevivido a la movida. Marcos tenían unas tendencias confusas entre los payasos de la tele, Jose Luis Rodriguez “El Puma” y grupos pijos de la actualidad. D.Matías por su parte les daba unas tabarras insufribles de música brasileña de Caetano Veloso y Paulinho Viola entre otros.
Es muy importante saber qué música escucha la gente, la música es el reflejo del alma.
Aquella noche uno de ellos había empezado a escribir un blog,,,,, pero todavía no sé quien… el sueño se le fue comiendo la razón,,,y divagando entre setas empezó a ver molinos cibernéticos hasta que se hizo viernes… ¿Cómo se habilitará lo de los comentarios…? Recuerda que fue su último pensamiento, y sé durmió.
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Muy bonito!!! estas volviendo por la senda buena. Dentro de poco escribiré el prologo de tu libro...
ResponderEliminarEstupendo.
ResponderEliminarSolo unas correcciones.
- esclavo...exclavo puede ser otra cosa que no viene a cuenta.
- justifica el texto, por favor!!!..es un botoncito que hay en la ventana donde escribes el post. No es tan complicado.
De las tildes no digo nada que en eso me siento muy identificada contigo y si Gonzalo no dice nada, será que vale.
Mmmmm... ¡Para Gourmets!
ResponderEliminarLo del exclavo creí que estaba así escrito a propósito.
ResponderEliminarCasi me pongo a hacer un esquema del vecindario.¿A la del ático cómo la ven los demás por la ventana si viven por debajo?.
Lo de nombrar a los otros blogeros, te da resultado¿eh?....dichoso ego.