Mendoza se me ha aparecido en sueños: Sopa de Letras.

Parece una historia inaudita, pero no sé si habito en una isla desierta o estoy en una cripta embrujada. Vivo en un estado mental lejano, semivirtual, donde no me entero de nada y donde a penas si me llegan noticias reales ni del autor de Gurb ni de nadie.

Hoy, sin ir más lejos, me encontraba leyendo una comedia ligera de Domingo Villar con más paciencia que un santo o que tres, cuando mi señora desde el tocador me dijo que este año les estaba cayendo un diluvio de premios a mis autores favoritos, el otro día a Llosa y hoy a Mendoza.

Yo, sin embargo, acostumbrado a que ella me hable más de su laberinto de aceitunas que de literatos, no le hice caso; y seguí tratando de averiguar la verdad del caso gallego, de la mano de Caldas y su compañero Estévez, el inspector de mi prodigiosa ciudad. Recordé que en mis tiempos de opositor me imaginaba Mondoñedo como uno de los destinos más extraños donde me pudieran mandar. Y al leer a Estévez me he reído, porque también Villar pinta a mi pobre compatriota como si fuera un Hasky en Moguer.

Y en ese estado me encontraba, cuando Savolta me ha soplado al oído que era verdad, que Mendoza había ganado las elecciones primarias del Planeta. Y a todo correr emulando el último trayecto de Horacio enchufe la Dos a punto de darme un flato como a Pomponio y vi a mi escritor favorito recogiendo el afamado premio. (toma adjetivo precedente).

Volví ya cansado a mi libro de ahogados, no sin antes mirar con orgullo la estantería y mis trece libros de Mendoza, !Qué casualidad junto a Platero!, que me obligaban de una coz a escribir algo en el blog.

Se me caían las palabras al folio despanzurradas y sin sentido, más adormiladas que oníricas, y más hilvanadas que cosidas y sin darme cuenta fui cerrando los ojos mientras soñaba que me comía un plato de calamares encebollados desde mi Mondoñedo mental brindando por don Eduardo con su personaje, el detective loco.