Los coach,
esa especie de sacerdotes modernos sin sotana ni alzacuellos, inciden mucho en
el aquí y el ahora, como si no hubiera pasado, como si fuéramos tan solo un
presente continuo sin deudas ni encomiendas. Y me viene a la cabeza lo contrario,
la premisa, dicen que masónica, de que lo
que haces te hace que aprendí en uno de aquellos cursos de verano en Sansebastián.
Me viene a la cabeza, aquella digresión medio filosófica que da inicio a La insoportable levedad del ser con el
mito del pesado y eterno retorno y su carga de responsabilidad imprescriptible.
Y es que para Kundera una broma, La Broma,
fuera de lugar adquiere en sus libros la responsabilidad de cambiarte la vida y
plegar la hoja. Y a lo mejor no es ni lo uno ni lo otro. Ni la carga del pasado
indeleble ni la insoportable levedad del presente sin causas ni consecuencias.
En el
magistral libro-entrevista de Anna Caballé a Carlos Castilla del Pino (si solo
os sirve este post, incluso este blog, para una cosa que sea para leéroslo) en
un momento en el que hablan de la necesidad de proyecto de vida y la diferencia
entre errores en la vida y vidas erradas, don Carlos le dice la frase que da sentido
a muchas cosas “El pasado fue, qué se le va a hacer” solo le demos vueltas para
aprender, si no dejémoslo tranquilo.
La labor
consiste en dar sentido de presente a ese pasado; buscarle una narración que,
aunque no nos dé una visión placentera al menos se le pueda asumir; poner luz a
los puntos ciegos, de los que hablaba Goleman en el mejor de sus libros, para que
no nos secuestren; recuperar cuantos más mejor, lugares y personas manchados de
malos recuerdos. Pero claro esto es tremendamente complicado. No me parece bien
que los coach, psicólogos o similares se empeñen en hacernos vaciar nuestro
bolso sobre la mesa si luego no van a saber ordenarlo. Y es que al final es más
fácil hacer olvidar que dar una narración que nos permita convivir con ese pasado “El pasado
fue, qué se le va a hacer”. A lo mejor es preferible la labor de redefinir nuestro
proyecto de vida y nuestro guion. Dejemos de juguetear (y dejar que jueguen) con
bombas y culpas sin desactivar.
Y es que al concepto ambivalente
de proyecto vital y guión se le ha envuelto de acepciones tanto positivas como
negativas. En la parte de negatividad en cuanto a la carga de las encomiendas
vitales que marcan a modo de hipótesis autocumplidas o "mandatos" lo que nos obligamos a ser
(las niñas buenas se juntan con maridos trabajadores, no hagas lo de tu abuela)
de la que tanto hablaron Berne (el de los juegos, no el de los globos, los
submarinos y las vueltas al mundo) y Claude Steiner (Los guiones que vivimos). La
parte buena es la de dar sentido, en el sentido de direccionar, hacia lo que
queremos ser adecuado a nuestra autoestima realista y nuestra autocrítica
constructiva desde un presente que asume el pasado como algo inmodificable pero
conciliable con un proyecto vital para seguir caminando.
Pasad un buen domingo. Amen.
Está leyendo usted a los que leí en mi jiventud, Castilla del Pino en los primeros 70 y Kundera en los 80. Espero que eso le dé una vejez tan pacífica como la mía.
ResponderEliminarDe los tres restantes, nasti de plasti.
Hooooola maestro!!
ResponderEliminarpues le saludo con admiración desde la puerta (todavía fuera) de la cincuentena.
El Castilla del Pino de los 70 era mucho más marxista en sus interpretaciones y con, a mi modo de ver, demasiados ramalazos freudianos. A mi me gusta más el Castilla reposado de sus últimas décadas, cuando tenía sobre su mesa todas las baderas rotas y la sabiduría asentada de tantos años de estudio y praxis.
A Kundera lo lei en mis años universitarios mientras veia caerse el muro de Berlín. Aqui por el contrario prefiero al primer Kundera al del Libro de la risa y el olvido mi favorito, el de La Broma y la insoportable levedad del ser.
Los sigientes los leí, pero yo creo que los rompí por leerlos mal, así que me los guardo para releerlos cuando me jubile ahora que he dejado hueco ya que me estoy leyendo ahora 2666 de Bolaño que pensaba leerme en mi vejez.
Abrazos. Sus incidencias médicas espero que ya todas superadas.
Juás, juás. En la Universidad era un rojazo de esos que muerden la mano que les da de comer. Pero entre Catilla del Pino, yo y 50.000 como nosotros, os dejamos una Universidad mucho mejor que la que apedreamos nosotros.
ResponderEliminarDe la segunda eta de Castilla, no he leído nungún libro, pero sí bastantes entrevistas.
Que estés leyendo 2666 me da envidia, porque yo no lo podré leer nunca por primera vez. Cuando llegue el largo capítulo de la cuenta de mujeres asesinadas, hazme el favor de leerlo entero y con atención. Sin eso el libro carece de sentido, se vuelve arena en los dedos.
Nota publicitaria: Una de mis mejores amigas, Aroa Moreno, presentó su primera novela a Ojo Critico y se llevó el premio. Desde entonces (hace un años) las ediciones son de muchos miles y va por la cuarta. Creo que el libro, "La hija del comunista", te irá al pelo.