¿Y si fuera cierto que se agotan las palabras? Al final parece que tenemos un catalogo de verbos limitado con voluntad de conjugarse, de sustantivos que aciertan con dificultad a nominar las cosas, de adjetivos reincidentes que desgastan su uso de tanto tratarlos como pincel.
A veces
me leo y es como si siempre hubiera escrito la misma frase mil veces.
Mi compadre Abulafia pintó con números las palabras en su gematría.
Después pensó, como la jota, que jesús nació a las orillas del Ebro y no
en Belen y se reencarnó en el ordenador del pendulo de Umberto donde el
azar escribe más poemas que la métrica y la rima.
Ya
lo soñó el visionario argentino en su Biblioteca de Babel, ya lo
consiguieron los pornofilos que de tanto mezclar agujeros y apendices
de dos en dos o de tres en tres empiezan a agotar en su peliculas las
combinaciones posibles de coyundas y jodiendas.
¿Y
si no fuera imposible escribir sin plagiar? cada vez se parecen más las
canciones pop entre sí y cada vez las tesis aportan menos innovación y
más afan recopilatorio. Quizás también se agoten las caras y las
fisonomias se repitan. Hay personas que o son muy comunes o cunden
muchisimo porque siempre me parece verlas.
Todo
asemeja repetirse, las vidas, las mañanas, las lágrimas derrochadas,
las tardes de futbol, los domingos en común. Y cuando ya parece que la
rutina lo va a devorar todo con sus fauces de desidia amnésica, aparece
la diferencia, el matiz, el tono; el verso que con las mismas letras te
arranca un suspiro nuevo; la profundidad y la cadencia que estimula tu
orgasmo como si te acabara de conocer; la mirada distinta que se torna
desigual cuando la sientes y las luces del otoño que cambia los colores
de tu calle como si fuera de repente de otra ciudad insinuante y desconocida.
Que sabiduría
serena la que acierta poner matices a las cosas iguales
Me gusta tu última frase “Que sabiduría serena la que acierta poner matices a las cosas iguales.”. Y luego también es curioso cómo cambia la percepción de un libro, o de una persona, cuando la conocemos más, cuando podemos sacarla de la turba homogénea y darle una identidad propia, cuando la amamos (que es idealizar, singularizar), cuando estudiamos algo (que es profundizar en su significado y hacerlo propio), qué interesante, porque ahí no cambian ellos, cambiamos nosotros, y los matices son nuestros. Por eso el mismo paisaje unas veces nos adormece, y otros nos estimula. La sinergia.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Es cierto que la misma frase dicha por dos personas o en dos situaciones distintas parece que sean dos frases distintas, pero cuando uno escribe no es consciente de a quien le regalas la frase.
ResponderEliminarA veces, a mi al menos, algunas frase o estructuras que uso me suenan tan iguales que se me representan gastadas.
Quizás el mejor antídoto para esta sensación sea leer más, pero sobre todo leer distinto y variado para adquirir tonos diferentes en los que decir las mismas cosas.
Por cierto tu amigo Chul-Han me ha encantado La expulsion de lo distinto es excelente. A mi modo de ver el problema es que en casi todos los libros suyos que me he leido hay un momento que entra en bucle antiliberal y se raya. Pero vamos excelente.