domingo, 8 de noviembre de 2020

El soldado que siguió más allá del rio Ganges. Del blog a escribir una novela. Opinión y crítica

No creo que sea nada fácil pasar de blog a novela, de escribir retazos más o menos inspirados, sueltos en esta caja tonta de luces y negros, a redactar de continuo una historia larga como “El soldado que siguió más allá del rio Ganges” con la coherencia de la narración y la dictadura de unos personajes a los que les das vida y luego te arrebatan la tuya. Es por ello, por lo que creo, que cuando los lectores del blog, con buena fe, te dicen eso de por qué no escribes una novela, no tienen del todo claro lo que supone. (A mí por lo menos se me hace imposible y admiro a quien lo hace).

Rorschach (Hermosa Decadencia) es un personaje reconocido y reconocible al que sigo con admiración desde hace años en su blog y que dice ser Mario Rodriguez en la vida 3D, no nos olvidemos de que los blogueros no existimos y que somos tan solo personajes de nuestras bitácoras. Si cuando comentaba el libro de Molinos “Los días Iguales” os contaba que la escritora del libro (Ana Ribera) tenía poco que ver con la aclamada Molinos la del blog; en este caso es todo lo contario, el libro “El soldado que siguió más allá del rio Ganges” lo escribe Rorschard, el personaje, de principio a fin. Quizás el tal Mario que lo firma se le parezca (no lo sé) o tan solo sea una creación o un trastorno disociativo de identidad que Rorschach usa para su vida desvirtual.

Y adorados seguidores del erial de la Consuelo, una cosica os voy a decir, poder contar que Rorschach, escribiendo como escribe, se ha largado 400 páginas de novela ya os tendría que alegrar hasta el infinito y más allá si sois adeptos, o como yo adictos, a Hermosa Decadencia. Pero si además os revelo que es una novela entretenida, bien escrita y, aun con algún momento de bajón, una novela que te mantiene enganchado todo el rato es más que razón para ir a amazón y que os gastéis diez euretes en comprarla.

“El Soldado que siguió más allá del rio Ganges” es a la vez Un capítulo de Hermosa decadencia, una historia de amor y libros, ¿Quién cojones eres tía?, las infancias que nos joden la vida y un final de película. Y sorprendentemente es también un viaje desde el blog a una entretenida novela de suspense (thriller dicen los pijos).

Es Madrid, 2019, el protagonista va a cumplir 30 años, el libro empieza en enero. La vida a los treinta se percibe como una llevadera decepción en el sentido de que “la felicidad consiste en no ser feliz del todo pero que no te importe demasiado”; (a los cincuenta te sigue sucediendo lo mismo, pero no se lo digáis, con la diferencia de que cambias el latex por el sildenafilo).

El trabajo de mierda de teleoperador es tan solo un paréntesis que le da de comer, su vida no es ni quiere que sea su trabajo. Renuncia a ser un niño lloricas mileurista diciendo lo injusto que es todo porque él tenga derecho a no sé qué por tener una carrera de filología, simplemente sabe que su vida es lo que es y corre al margen de su trabajo. Una vida culta, intimista, sin complejos, cambiante; vive solo, lee, escribe y ve series compulsivamente porque le apetece, vive con los auriculares puestos envuelto en música todo el día (yo creo que a veces para conectarse a la música y a veces para aislarse de un entorno idiota), su novia le ha dejado y busca follar por Tinder y redes; se emborracha con sus amigos o bebe solo la mayoría de las veces vodcas entre letras de Bukowski. Y sobre todo, renuncia a la queja y a aquella revolución imbécil y falsaria del setentismo/ochentismo donde unos acabaron de concejal corrupto, otros pinchados en un portal y la mayoría cabreados por no tener un trabajo acorde con su master guay de sostenibilidad e igualdad. “Qué soberbia más absurda creer que podemos dar un golpe de estado a esta realidad tan sucia que nos rodea” dice Rorschach en el libro.

Pero en mi opinión se sabe un superviviente en donde su cultura es su salvavidas en un entorno decadente y donde no va a renunciar a “terminar el libro ahora que aún está a mitad”; no quiere renunciar a su libertad de sus 30, ni al amor (si al amor, porque él es duro cuando le da la gana y blando cuando le pasa por los cojones, preciosos algunos polvos que relata) otra cosa es que conseguirlo vaya a ser fácil. La adaptación a las circunstancias como valor. Be water my friend.

Y entonces aparece su vecina Alicia, el otro personaje de la novela, y Mario comienza a colaborar con un librero en su negocio decaído y se apunta a un club de escritura (la literatura y la metaliteratura es una constante a largo del libro) y sus amigos se diluyen y lo que empezó en el blog de Hermosa decadencia va fluyendo hacia una novela que se enreliga en lo argumental, primero como un descubrimiento psicológico sorprendente y después como una trama de suspense.

El narrador es el mismo, él mismo, siempre en una riquísima primera persona culta, pedante, rebozando todo en citas y referencias contemporáneas a series, músicas, video juegos, en ocasiones un poco intensita, pero siempre apasionante. Alicia poco a poco se va comiendo la novela (y todo lo que encuentra a su alrededor) porque es un personaje que se triplica y todo lo inunda. Y sobre todo es una alegoría de la dificultad de conocer a los demás, descubrir los demonios que persiguen a cada uno, el sexo en abierto, la mente en cerrado, lo excéntrico colindante con la locura y sobre todo la lucha por integrar nuestro pasado en el relato de nuestra vida.

Y es que no hay nada más peligroso que las personas que tienen su pasado sin digerir. El fracasado que cree que el mundo le debe algo, el padre que abandona a su hija; la hija que se pega la vida buscando ese padre que no la quiere jodiendo a los demás, los juegos sociales en los que participamos que decía berne con B, el dialogo interno transaccional del niño con el padre y el adulto, la búsqueda de un nuevo guión cuando la vida nos rompe el relato. Los personajes que nos inventamos para sobrevivir.

Y cuando parece que va a faltar argumento, que lo psicológico hace de remora al cuento; entonces, de repente, en un momento dado, todo estalla en una borrachera de aconteceres y personajes que se acumulan, tramas que se entrecruzan, causas que concurren e hilos abandonados que se tratan de cerrar a última hora. Como la bala que se ralentiza en las películas de gánsters justo antes de que el bueno se lance por detrás para salvar a la chica, como la cuenta atrás antes de que explote la bomba en el avión, como los finales de Gonzalez Ledesma en sus aventuras de tiempos de Silver Kane o de Mendez. Y la metaliteratura que aporta la intriga de saber cómo acabará una novela que parece que se le ha ido de las manos. 

 


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Lo fácil sería decir que es una primera novela (ese tipo de comentarios me parecen siempre una pedantería y una gilipollez) sacando defectos de novicio pero qué queréis que os diga si existen yo no los he notado, para mí es un libro corregido no improvisado. El estilo es el del blog, frases no demasiado largas que dan viveza, adjetivos y descripciones contundentes, referencias culturetas constantes (muchas de ellas se me escapan dada mi provecta edad que está más cerca de Sabina que de Billie eilish y de Verano Azul que de Crónicas vampiras)

Yo creo sin embargo que donde se nota que es una primera novela es en escribir lo que le pasa por las narices, en pegar trozos de blog donde le place, en marcarse una erudición pedante porque le sale de los cojones y volcar su pensamiento “decadente” que ya conocemos del blog en muchas de las estupendas conversaciones entre los amigos. Esto hace que a veces se entrecorte con digresiones, no pasa nada. Es la primera novela que a muchos nos gustaría escribir, sin pensar en vender más o que te lea más gente, simplemente lo que te apetece.

El libro lo escribe Rorschach, ya lo he dicho, y es cierto que es más fácil leer el libro para quienes ya le conocemos. Ese sexo peligroso, contado con desgarro y complacencia, el amor por Bukowski, Murakami, Pizarrik o Panero; la querencia hacia el drama psicológico, el desprecio por una era de la mediocridad que no merece ser peleada sino contra vivida desde el desarrollo personal que se vuelca en lo literario, lo televisivo, la música, el móvil, las redes y el alcohol, los trabajos de mierda que como tal mierda no merecen receso. El sexo por el sexo y al tiempo el amor por el amor; la poesía teñida de sangre porque es como me sale: follar a horcajadas en el fotomatón y comerte el coño hasta que te deshagas, el rescate de pequeños espacios para la privacidad y los sueños (o realidades) lúbricas como país irrenunciable de supervivencia.

Es verdad que el libro a veces se buguea, se entrecorta como los juegos (que tanto refiere) cuando hay falta de conexión o pajas mentales de algún personaje, pero nunca se para; es cierto que en un momento determinado los personajes secundarios se le descuelgan y se le escapan del libro (pobre Sonia con el cariño que le cogí), y es cierto que la parte final se desmadra tratando a toda prisa de cerrar todas las ventanas abiertas y de buscar ligazones no necesarias; pero nada de ello me ha parecido demasiado grave. Yo creo que la culpa la tiene el personaje de Alicia se va comiendo en demasía el libro.

La parte final, con trazas de película, me puede gustar más o menos; pero es una opción que cierra una excelente novela psicológica. (De hecho, siempre me gusta imaginarme con que actores haría yo la película si fuera director de casting:  Alicia para mi es maría Valverde puffffffffffffffffff y Marco es Juan Bellosta) y en algún momento no sé por qué me vino a la cabeza Perdida de Gillian Flynn que dicho sea de paso me recomendó Rorchach y en el que en su final me pasó como me ha pasado en esta. Así que no será por la novela, sino que seré yo.

Lo dicho comprárosla. El soldado que siguió más allá del rio Ganges y leed Hermosa decadencia. Cuanto más al principio mejor y de allí poco a poco hasta ahora.

Puntuacion 4/5

PS-. En los comentarios escribiré algunas notas que tenía porque he preferido escribir la reseña de tirón.