sábado, 27 de agosto de 2011

Músicas minoritarias: La sal y un video de mis fotos

Cuando descubrí La sal hacía niebla, hacia invierno, aquel año empezaba a trabajar temprano a eso de las seis. Nunca más lo he hecho. Veía estrenarse las calles y para un noctámbulo como yo, era una experiencia desconocida. El disco Musa del Agua es tiernísimo y aun lo recuerdo como la banda sonora de aquellos amaneceres de final de siglo.
Busqué el CD de manera desesperada y lo compre. Guardo el original entre algodones y las canciones vuelven cuando año tras año llega septiembre . El grupo creo que ha desaparecido, si no recuerdo mal eran de Valladolid; hoy me he dado una sorpresa al verlos por el spotify, así que el que quiera los puede encontrar por allí.
Me gusta la gente que pone fotos con canciones en el youtube, yo creo que las engrandece…tanto a las fotos como a las canciones.En este caso era imposible encontrar ninguno ya hecho , así que me he montado en plan chapuciguay mi propio video con mis fotos del otoño pasado en la playa y lo he subido al youtube. Ya sé que es un poco de egocéntrico…pero es como tirar al mar una botella con tus recuerdos y soñar con que llegue lejos y que alguien los descubra en países lejanos.
Bueno si dentro de unos meses seguimos aquí y vienes rebotado del video, no olvides dejar una nota que diga hasta donde se nos llevo la marea y en que playa quedaron varados mis madrugones de entonces.
En mis músicas minoritarias intento siempre que puedo, poner grupos desconocidos de los que tenga discos originales,como en este caso, no es que vaya de santo, yo pillo música de cualquier parte como todo el mundo, pero no sé me parece justo animar a que si alguien se ha de gastar algún euro en discos o conciertos que no sea en los de la gente de siempre.

jueves, 25 de agosto de 2011

Si te comes un limón sin hacer muecas. Sergi Pàmies


Cuando hace unos días la librera de un pueblo con mar, me recomendó un librito delgado y amarillo y me dijo con insistencia :“cómpralo y si no te gusta te doy mi palabra que te lo cambio”, pensé que o era una estrategia comercial sabiendo que no volvería, o realmente merecía la pena llevárselo a casa. “Da igual que vengas sólo al verano que viene, te doy mi palabra que te lo cambio”.
Estaban a punto de cerrar y di un repaso rápido entre las estanterías, volví, me fijé en el autor y tras enchufar mis neuronas que estaban en modo summer, recordé el porqué me sonaba el nombre: Joder! Este es el autor catalán que me recomendó una comentarista nueva de nombre Nuria el dia de Moncada. “Uy pues si te lo han recomendado en tu blog no dejes de comprarlo bajo ningún concepto, no vaya a ser que te mueras” me descerrajó mi mujer en su ya consabida ironía hiriente antibloguera. Al pagarlo, la avezada vendedora me dijo casi en un susurro, léete el prologo que lo ha escrito Vila-Matas y es una maravilla. Sobreseí el susurrado oximoron y en consideración a la dificultad de la retroventa, seguí adelante con la transacción a pesar de la prologuez del guionizado tabarras.

Comenta el susodicho Vila-Matas, que Pamies te vende “como breve lo que en realidad es un libro interminable, infinito”. Tiene razón, el libro tiene vocación de ser releido mil veces en busca de matices preteridos. Aún diré más, Pamies te vende como veinte cuentos, lo que en realidad es una novela, una única novela, una excelente novela. “Si te comes un limón sin hacer muecas” habla de muchas cosas y de lo mismo. Lo he leído como una única historia troceada en varios actos, no como cuentos sueltos; con un personaje común que vaga y divaga entre temas vinculados por una suerte de soledad urbana y humana que se presenta brevemente con la frialdad cruel de un hachazo certero en la cerviz del lector.
Pamies habla de la familia, un poco del amor, del sexo, de la muerte (bueno, de la otra vida), habla de ella como si fuera un juego mordaz, más que un desenlace. Opera a la familia tradicional a corazón abierto, la paternidad desde el peligro acechante y el desengaño; el matrimonio desde el juguete erótico y la erótica desde la muesca en una libreta al borde del gatillazo. El aburrimiento vital desde la excepcionalidad. La vida cotidiana vista en escorzo, en definitiva, lo que podría pasarnos a cualquiera de nosotros que hemos saltando los cuarenta y alguno un poco antes. Es también, un reflejo estrábico de la caída al pozo de la desidia del dia a dia. Todo escrito sin una palabra de más (ni de menos), traducido por él mismo, en un español sin malabarismos, concreto, dibujando cuentos de cada día vistos desde el lado de una ficción  posible.
Para los que estamos cansados de cuentos sin argumento, este libro es un antídoto ideal. A mi modo de ver un cuentista debe contar cosas y no sólo jugar a lo críptico con el lector u obligarle a leer para enterarse, eruditas referencias soterradas a escritores minoritarios. Pamies cuenta historias reales con guión. así que a los que os gustan los cuentos de verdad y no a las digresiones disfrazadas de cuento, habéis llegado al lugar adecuado en “Si te comes un limón sin hacer muecas”
Parece ser que Pamies es famoso en Cataluña. Yo no lo conocía. No le pongo cara. Esto no es malo ya que, no sé porqué, tiendo a ponerle a los personajes la cara del autor: Por ejemplo para mi Mendez siempre tendrá la cara de Gonzalez Ledesma. Y como estoy escaldado de la mala experiencia de ver la cara insípida de Trapiello en el personaje de los amantes del crimen perfecto (libro que me gusta) he decidido que no quiero en este caso contaminarme averiguando quien es este buen hombre que igual he visto alguna vez por la tele, no vaya a ser que me caiga mal, y así prometo continuar leyendo sus libros en cuanto pueda.
Por cierto, no volveré a la librería a cambiar el libro, lo  tengo ya subrayado en el ciclo de relecturas con vocación de eterno retorno que he comenzado.

lunes, 22 de agosto de 2011

El mismo mar de aquel verano. Más fotos.

Hace 15 años también fue en Cambrils, andábamos avergonzados durante aquel verano en que nos conocimos más.
Me buscaste y quedamos a cenar por las mismas calles que hoy, hicimos sentados junto al mar, un atardecer a nuestra medida y nos fuimos contando quienes éramos y con qué soñábamos.
A la vuelta me mandaste un disco un dia antes de mi cumpleaños en una de esas cartas con burbujas llenas de besos acolchados.
Al dia siguiente nos vimos en tu facultad, viniste para felicitarme
-¿Por qué no me has llamado para decirme que has recibido el sobre? me dijiste
-Bueno estaba seguro de vernos esta mañana
-¿Y a ti quien te ha dicho que nos ibamos a ver?
-No sé, me lo imaginaba. ¿Qué tienes que hacer esta noche? Te invito a cenar.

Ayer, sentados delante de una cerveza y un carajillo como entonces, vimos también escoderse el sol lentamente tras las montañas reflejandonos en el mar, es cierto que hablabamos de nuestros hijos, de nuestra casa juntos, del futuro incierto...
pero no sé porqué hubo un momento intemporal que nos hizo como entonces.









sábado, 13 de agosto de 2011

Donde nació Aragón: Fotografias de verano



Hace mucho tiempo, fue piedra y agua sin palabras,
nacieron ríos que bajaron abrazados entre montañas;
y hombres sin reinos convivieron con animales y paisajes.
Después se hicieron los nombres y las patrias
y la historia se escribió desde los ganadores.

Ahora se dice que en esa esquina que enmarcan
el Aragón y el Aragón Subordan
nació la nación donde vivo,
aunque yo solo he encontrado agua y piedra
sin fronteras.




martes, 9 de agosto de 2011

Camino de sirga ( Moncada y Jorda ) Una obra maestra

 
Nunca pensé que vería de nuevo renacer al coronel Aureliano Buendía y mucho menos que lo haría en un pueblo zaragozano y en una historia que se inicia precisamente el año que yo nací. Camino de Sirga es una obra maestra, así, sin paliativos,!!Una obra maestra!!. Moncada, zaragozano de Mequinenza, escribió en catalán, en el catalán que él hablaba en su pueblo, un libro al que los estudiosos de las tierras vecinas incluyen entre los mejores de las últimas décadas.

Y que…en Aragón, casi no nos da tiempo a reconocerlo ya que le dieron a Moncada el premio de las letras aragonesa tan solo unos meses antes de morir. Como en mi tierra somos como somos y la desidia nos estrangula hasta la asfixia, no he podido encontrarlo en la versión original en ninguna biblioteca pública de la ciudad. ¡Lamentable! Después protestamos de que no nos devuelvan los bienes eclesiásticos de Lérida, y no somos capaces de tener en versión en catalan una joya literaria como la que escribió su autor…zaragozano y catalanoparlante. Ahora renacen debates idiotas sobre si se debe llamar catalán a lo que se habla en Mequinenza y en Zaragoza nos creemos que somos más aragonesistas por hacernos llamar Chusé. En tanto los políticos discuten si son galgos o podencos se nos llevaran la presa como siempre, y por eso el cheso empieza a ser una reliquia y los aragoneses catalanoparlantes se les mira con desconfianza y de reojo.

Pero no hay mal que por bien no venga y así he podido leer una traducción sensacional de Joaquín Jordá. Tan genial es, que no sé hasta que punto debo achacar la genialidad de las palabras a Moncada o a Jordá. Estoy seguro, por el lenguaje selecto, que no hubiera podido leerlo de tirón en catalán pero me hubiera encantado saber si algunas de las descripciones deliciosas del libro lo son en catalán tanto como en el castellano de Jordá.

Moncada parte de la inundación y la desaparición del pueblo viejo de Mequinenza al modo en que Garcia Marquez ponía frente al pelotón de fusilamiento al coronel Buendía mientras recordaba aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Decir, como hacen muchas sinopsis, que Camino de Sirga es la historia de un pueblo que derruyen para hacer un pantano es una manera poco atractiva de presentar el libro. Moncada lo que hace es ir deslizando cuentos e historias con las palabras precisas y una dedicación artesana, y lo hace en una suerte de juego de bolillos en el que el pueblo no es sino el mundillo en el que se teje la obra. Es de esos libros en los que los personajes van y vuelven de una manera atemporal, y hay un momento en el que desistes al retrojeo empujado por el ritmo trepidante del relato que te empuja hacia delante como la corriente.

Abro y releo que aquel día de 1970 era un ”tiempo amortajado con telarañas de niebla” un tiempo del que crónicas anónimas han recreado con tonos épicos, aquellos primeros crujidos de vigas y jácenas. “Sin duda los testimonios resultaban impresionantes, ahora bien no era esta la única característica que tenían en común; compartían otra quizá insignificante pero bastante esclarecedora de lo que ocurrió aquel día nefasto: todos sin excepción eran absolutamente falsos.”

El libro adopta un tono irónico, no solo de crítica de clase, política o anticlerical que la hay y mucha, sino de crítica hacia esas creencias ancestrales y falsas que hacen que historias poco edificantes desarrolladas en los pueblos, suficientemente sazonadas y reconstruidas por los habitantes se conviertan en el abono para hagiografias de héroes de la patria y nacionalismos edificados sobre la nada.

Carlota de Torres en el salón de las vírgenes mártires, la lúbrica viuda de Salleres, los amoríos, los cuernos, los barcos y las minas, la rivalidades de clase alta junto a los relatos de baja cama. El tiempo como protagonista, las guerras de África, la republica, los bandos, la guerra civil y la postguerra y al final la tecnocracia franquista que les inundó sin respetar señoríos.
Arquimedes o Nelson son personajes entrañables, nobles, arraigados, que van montando sus recuerdos en un realismo mágico hilvanando con historias pasadas y previsiones futuras. Ellos eran patrones de los barcos que bajaban el Ebro cargados de carbón hacia tierras catalanas y que remontaban luego, como remonta la historia desde el pasado hasta el presente a través del camino de sirga.
Las frases son exquisitas, las palabras ciertamente rebuscadas, pero nunca en un tono pedante sino ubicadas en el lugar exacto. En cada página descubres verbos nuevos, sustantivos retraidos, adjetivos que nunca empalagan. El cielo, las estaciones van cambiando “el cierzo áspero y efímero” “las nieblas densas, las lluvias frias” van cambiando el telón de fondo dirigido de una manera trágica hacia el final conocido de un pueblo destruido que desaparece bajo las aguas del pantano.
Leedlo os lo recomiendo encarecidamente, a mi me ha recordado cien años de soledad, y no es una exageración, echare mano de mis amigos de iberlibro y lo conseguiré en catalán para tenerlo. Pero el texto en castellano de Jordá es de una brillantez que me ha dejado en estado de shock y eso que el libro anterior fue “Ultimas tardes con teresa” que me encantó y del que aun os debo una reseña.


PS_: Agradecimiento a miedos libres: De cómo descubrí el libro

Un día, hace tiempo, comentaba en no sé que blog, que me gusta el catalán en poesía, creo que alguien había escrito algo de Magarit que es un autor que me encanta, podría igualmente haber sido Espriu que también me gusta (fue en el barullo de suso). Tras una profusa investigación entre blogs viejos en esta cansina y febril tarde veraniega, también he descubierto que fue en el blog de Teresa cuando de forma primaria e injusta desdeñaba como penosa la prosa catalana en general, ciertamente para ensalzar de nuevo la poesía. Como meter la pata no es una tragedia, sino una oportunidad para sacarla, pedí perdón por mi ignorancia y me apunté las sugerencias que a modo de colleja me facilitó miedoslibres sobre la mejor narrativa en catalán: Entre otras Camino de sirga.

Por razones de trabajo, he viajado bastante por la provincia de Zaragoza. Zaragoza es la cuarta provincia por superficie de España para hacerse una idea de las dimensiones: desde Mequinenza al Monasterio de Piedra hay casi 250 kilómetros y tres horitas de viaje y, por seguir hablando de pantanos, otras tres horitas de Artieda a Caspe que puede ser un eje norte-sur. No puedo decir que me la conozca pero sí que he hecho todo lo posible para conocerla. Es una provincia con muchos pueblos (293 es la cuarta de España que más pueblos tiene)  cada uno con su historia. Cual mi sorpresa ignorante cuando descubrí que el libro recomendado poe el amigo bloguero tenía como marco Mequinenza un pueblo que había  visitado y en el que tengo algun que otro amigo. 
El periódico de mi pueblo sacó este año una edición de autores aragoneses y me enteré de que camino de Sirga estaba entre ellos. Reconozco que fue un flechazo cuando lei la primera página y ya me quedé enganchado. Mire el traductor: Joaquin Jordá. Intenté infructuosamente buscar una versión en catalán y pero también pensé que es una lástima que algunos traductores queden en segundo plano.

domingo, 7 de agosto de 2011

Fotos de verano en silencio






Fue anocheciendo
el tiempo sobre tu mano
el calor del hogar
la mirada limpia
el sueño y el silencio transparente
de casa.
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