Creo que los padres nos damos
demasiada importancia en cuanto a nuestra influencia en lo que nuestros hijos
son, y quizá alguna importancia tenemos, excepto cuando las cosas nos salen mal
y los niños nos salen unos bandarras que entonces, está claro, que la culpa la
tiene el sistema y la escuela y sobre todo los malvados maestros que solo
piensan en sus reivindicaciones laborales en lugar de desarrollar una educación
en valores con nuestros polluelos (modo irónico off).
Y todo esto viene a cuento de la
serie “que nadie puede dejar de ver” Adolescencia en el Netflix y que a mi me
ha gustado tirando a poco. En estas cosas Kevin siempre está en nuestros
recuerdos (Tenemos que hablar de Kevin Shriver, 2009 y la peli del 2011) y ese
empeño en la narración materna que se hace allí para culpar (azotar) al padre
en el descarrilamiento del churumbel.
Y como decía Serrat en la
coplilla de niño deja ya de joder con la pelota, a menudo nuestros hijos se nos
parecen (Serrat, 1984)… pero no siempre. Y quienes tenemos dos hijos que entre
si se parecen como un güebo a una castaña nos hacemos la pregunta de qué he
hecho con el uno que no haya hecho con el otro. Y es que nuestros locos bajitos
tienen que cargar con nuestros dioses y nuestro idioma nuestros rencores y
nuestro porvenir, les trasmitimos nuestras frustraciones y sobre todo nos
empeñamos en dirigir sus vidas sin darnos cuenta de que con ello estamos
limitando el desarrollo de su responsabilidad.
Y como en el nuevo credo social
nadie es responsable de nada sino solo la sociedad que nos dirige y el papa
estado que nos mima pues nuestros niños, que se aprenden la lección, se hacen
especialistas en coleccionar excusas lejos de asumir alguna autoría sobre sus
hechos y omisiones.
No seré yo quien diga que nada he
tenido que ver, además de mi presunta aportación seminal, a la personalidad de
mis herederos, pero desde luego me parece un poco excesivo el afectado
interrogatorio de la psicóloga remontándose a la cuarta generación para buscar
la causa de las cosas. ¿Tu sabes lo que es la muerte? Ahí si que da en la
diana, ¿sabes las consecuencias que esto tiene para ti y tu familia y sobre todo
para la niña fiambre tocapelotas que ya no tendrá la oportunidad de convertir
su hijoputez en prometedora carrera política (si es que fuera preciso renunciar
a lo uno para lo otro)?.
La serie de cuatro capítulos
despelleja a profes y padres; despelleja a la poli que no se entera de la misa
la media y pasa de puntillas “sobre las (des)ventajas de ser un marginado” (por
cierto excelente peli Chbosky, 2012 y libro Lerman, 1999) para centrarse en el drama
del zagal y sus papis. Se pasa de puntillas por las “adorables victimas” en las
que según la poli pelirroja “nadie repara” y no confundo la explicación con la
justificación (excusatio non petita...) pero algo habría que decir de ellas y siguiendo
la teoría de la psicóloga de sus familias, digo yo.
Los "sabios del babelia" y las
"tertulias del mireusted" están subrayando la genialidad formal de hacer un plano
secuencia de cada capítulo. Pero a mi entender de comepipas, esto poco aporta a
la narración más que hacerte espóiler porque si ya sabes que va a ser plano
secuencia intuyes mucho de lo que puede pasar o al menos mostrarte. Que no digo
que no te meta más en las sensaciones eso de verte con la cámara al hombro como
los reporteros de tarde en antena3, pero tampoco es para tanto. Por cierto si
os gusta lo de las secuencias únicas ved el capitulo de la cena de navidad en
familia de “los años nuevos” excelente serie de Sorogoyen.
Es una cosica mia, pero cuando
veo estas pelis sociales británicas siempre me viene Ken Loach a la cabeza y su
inapelable militancia en imágenes. Al bueno de Loach, ya lo conocemos y sabemos
de sus posicionamientos y le queremos (a mi me gusta mucho) en lo que vale, sabemos
que ser de barrio es así (San José askatuta), pero tampoco conviene cebarse en
la cosa como si esto solo pasara en los coles suburbanos y no pasara en los coles
pijipogres de zona residencial.
Desgraciadamente, o
inevitablemente, los adolescentes están sin hornear, esto es y será así, va en
el concepto, pero a diferencia de nuestra adolescencia ochentera en donde las
influencias y relaciones estaban más identificadas (no digo controladas) ahora,
creo, que vivimos en una complejidad social inabarcable. Incluso (o más) “en
nuestro cuarto propio conectado” del que hablaba Remedios Zafra (2010).
La autoestima tiene que bregar en
microbatallas de poder y relación con los demás en lindes difíciles de discernir;
grupos (guasaperos y unopuntoceros) en los que participamos y en los que muchas
veces jugamos doble rol de agresores y agredidos a un tiempo, micromachistas y
ofendiditos según toca, la vida escolar, la vida laboral en sí.
Y es en donde los padres tenemos
que luchar para ayudar a que nuestros hijos se vean responsables de sus
actos (y omisiones), se construyan su identidad, tomen compromiso con aquello
en lo que creen (si es personal y socialmente ético, mucho mejor, claro) y que,
como en el boxeo aprendan que saber encajar es muchas veces mejor que el croché
a la mandíbula del adversario y la violencia.
No sé qué pensareis, pero ser
adolescente hoy día me parece dificilísimo, estoy en contra del “vosotros que lo
tenéis todo” y en esta serie, en mi opinión, igual se simplifica demasiado.
Pero vedla y opináis.
PD-. El doblaje y la traducción terroríficos de malos, hasta intenté verla en original pero se me antojo imposible. No entendía un pijo.