jueves, 24 de octubre de 2013

Mis prejuicios sin prejuicios

Vale, lo sé, soy un tipo de juicio rápido, impulsivo: me gusta no me gusta, que buena está (o que fea es)  antes de verle de frente y cosas parecidas. Saco conclusiones generales a bote pronto que no hay por donde cogerlas. Mi problema es que, modestia aparte, argumento medianamente bien e incluso soy convincente y entonces confundo el que no me sepan llevar la contraria con que tenga razón.

Tengo afirmaciones que pasarán a los anales de la brillantez predictiva: Tales como “en España es imposible que la gente vaya hablando por la calle con un teléfono” que solté cuando mi amigo JC volvió de su Erasmus en Dinamarca en el 93 contando con asombro que los dinamarqueses andaban frenéticos charloteando por la calle. O que en Zaragoza nadie iría en bicicleta o viviría más allá del Stadium Casablanca que pa los que no son de aquí es tanto como decir que en Madrid nadie viviría más allá de Arturo Soria. Tengo varias más que conforme me vayan viniendo a la cabeza las iré añadiendo.

Al menos, tengo la virtud de saberlo y de rectificar y chotearme de mi mismo. ¿Quien ha dicho que sea una virtud el ser coherente y tener razón siempre?. (Breve excursus) cuando fuimos jóvenes, con mi amiguito N jugábamos a defender vehementemente algo, cada uno una posición contraria , nos peleábamos verbalmente delante de terceros con verdadera ira, cada uno defendiendo nuestras posiciones con duras imprecaciones al contrario ante la mirada estupefacta de los espectadores. De repente parábamos el debate y nos cambiábamos los papeles discutiendo con la misma agresividad pero defendiendo las posiciones cambiadas, ante el cabreo de los que nos miraban, que ya habían tomando postura y que casi siempre nos mandaban en ese momento a la puta mierda.

Pues esto viene, a que me estoy bebiendo una cervecita Cruzcampo (disculpen el oximorón) escuchando a Arboleda en mi tablet nueva, mientras me miro una gramática que me acabo de mercar en un ataque compulsivo de consumismo bibliofilo cuando he ido a comprarme la funda pal cacharrico gugueliano. Y yo que decía que en mi vida bebería una mierda de Cruzcampo, parece que la Gran Reserva me gusta; yo que decía que la tablet era un instrumento de pijos vagos burgueses que se la compraban pa no levantar su culo apoltronado e ir al PC, ahora me veo más feliz que una perdiz con mi Nexus. Así que me toca una vez más tragarme mis palabras.

Y como hacía tiempo que solo escribía en plan gafotas cultureta y poquico de mi vida cotidiana, pues me he lanzado al teclado a soltaros esta pequeña chapa vespertina… que seamos sinceros, no es sino una manera de procastinar para no ocuparme de una presentación que tengo entregar mañana sobre la chapuza legislativo-normativa de D.Mariano y sus secuaces, que van legislando, permítanme el vómito, a golpe de decreto de viernes según les sale de las pelotas (la cosa no es si el contenido está bien o mal, sino que es absolutamente imposible saberlo porque, con el chapucerismo desordenado en el que se mueven, no hay Dios quien sepa que cosa se modifica y cual está vigente).

Pues nada les adjunto foto y me despido tras una semana de curro descontrolado en donde me he hecho un mogollón de kilometros visitando pueblos y villorrios de este mi bendito Aragón con complejo de charlatán vendealfombras…. aunque sea dicho de paso y sin falsas humildades…con bastante éxito, como no podía ser menos.PA240011

domingo, 20 de octubre de 2013

Tres cuadros escondidos

Zaragoza es una ciudad que muchas veces vive cara adentro. Esconde su belleza avergonzada de mujer madura e insinúa, más que muestra, secretos y recodos que ofrecen intimidades privadas y sugerencias de pincel fino. Quizá sea por esto, que para saberla hay que gastar  tiempo y esfuerzo. Para conocerla, hay que ganarle confianza, solo entonces se va despojando de ropajes de sobra y atavíos superfluos, para enseñarnos sin recato matices que alimentarán pasiones de noche larga y madrugada en vela.
Entre esos rincones privados, tengo tres paradas obligadas que nunca dejan de sorprenderme en su sencillez y su hermosa sugerencia. Y es en esta noche dominical que hace pausa a los trasiegos y cortapegas de ir viviendo, que me gustaría compartirlos con vosotros:
El primero es un cuadro grande que recibe a los visitantes en el vestíbulo del salón de actos de Ibercaja en el patio de la infanta. Es de Pepe Cerdá, pintor aragonés al que ya he confesado mi amor eterno en este blog .Aquí no se ve, pero resalta un punto anaranjado en el centro que es el cigarrillo del hombre que anda y antecede a la soledad gris y descampada del paisaje.
El segundo es de Isabel Guerra, una religiosa hiperrealista y retratista que me encanta y de la que también he puesto alguna cosa en algún post El cuadro es el Milagro de Calanda que se encuentra en la pared izquierda de la capilla de Santa Ana en el Pilar (la primera capilla desde la puerta mas cercana al ayuntamiento,justo enfrente de la Santa capilla). Me gusta la iluminación que le llega desde la imagen de la virgen en lo alto y que juega al claroscuro intimo con el enfermo.
El tercero es un mural que está escondido en el teatro principal, es de Jorge Gay Molins que es un pintor zaragozano del que sinceramente no sé absolutamente nada más que este mural. Es de una composición extraña en donde las figuras se mezclan con los niños.Las veces que he visitado el Principal no ha dejado de asombrarme y de cautivarme. Ya sabéis que el Principal se puede visitar por dentro pidiendo cita. En este post puse algunas fotos de mi visita.

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Esta última foto del mural de Jorge Gay la he pillado de internet y no me pertenece, es de un fotógrafo de nombre Carlos Alonso que tiene en su galería unas fotos preciosas. Yo tengo una foto mía de este mural pero que sale infinitamente peor. Si el autor considera que debo quitarla solo tiene que ponérmelo en un comentario y la quito.

viernes, 11 de octubre de 2013

No le des más vueltas

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… la vida gira y gira…
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…y casi siempre vuelve al punto de salida.

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 y al final el semaforo se pone verde



miércoles, 2 de octubre de 2013

El señor diputado era un hombre locuaz y zalamero.

El señor diputado era un hombre locuaz y zalamero, vestía traje de buen paño, corbata alegre y botines de media caña. De sonrisa fácil y mueca ensayada, engatusaba viejas con la misma sencillez que reclutaba jóvenes para hacerlas del partido. A las unas les prometía residencias con jardín a cargo de la mancomunidad, a las otras la concejalía de deportes y mujer de algún pueblo vecino.
Hoy cuando le he visto en el club de alterne, al pronto ha girado la cabeza como simulando no haberme visto, pero luego con el aplomo de lo inevitable me ha guiñado un ojo cómplice. No sé en que momento se me ha acercado y me ha pedido un gin tonic a su cuenta, (bueno a la del partido), ha despachado a la chica rumana de piernas interminables con la que yo estaba hablando y con una sonrisa torcida y nerviosa me ha recordado que la subvención que teníamos pendiente tenía buena pinta, que no me preocupara que mi sueldo estaba garantizado y que lucharía por él. ¿En este sitio cada vez traen mejores tías no crees? Debí poner mala cara. Pero creedme que es la cara que yo tengo.bordel-spania-afp
Le voy a decir a mi mujer y a su despacho de abogados laboralistas, que te encargue algún informe más, me dijo, porque el que nos hiciste de veintidos páginas por 13000 euros nos pareció breve al tiempo que fantástico, mañana mismo le digo que te llame. Hombre tampoco hace falta que le digas que nos hemos visto aquí, que igual piensa mal, ya me gustaría a mi quedar en una cafetería, pero estos jóvenes consejeros del medio rural se empeñan en venir a este sitio cada vez que duermen en Madrid.
Claro, claro, lo entiendo. (Le debieron sonar irónicas mis palabras) Me hizo una larga cambiada con su chaqueta y se marchó con su inefable guiñó y un !Nos vemos pronto campeón! Os juro que yo no iba a decir nada, mira a mi que me importa si se va de putas o a una exaltación del traje regional. Pero el tipo salió con la mosca detrás de la oreja y con que le iba a ir con la cantinela a su conservadora esposa en el club de golf.
El primer guantazó del morlaco me saltó las gafas, la patada en los guebos me dobló, pero lo que nunca le perdonaré es que aquel gorila me dejara como firma, la bandera regional a modo de babero nacionalista sobre mi jeta de derechas . Pero si yo no iba a contar nada… ahora sinceramente no sé qué hacer.