martes, 21 de agosto de 2012

Autoayuda.

Escribir no deja de ser poner una palabra tras otra, el problema es cuando escribir se convierte en una necesidad vital. Se puede vivir comiendo poco, follando nada, también se puede vivir en silencio; se puede vivir con Dios o sin dios, en soledad o con más gente; toda carencia duele por el lado de la añoranza y la ausencia, pero duele mucho más cuando no encuentras en la mochila palabras para contarlo.

Pero bueno, la culpa es tuya por no sentarte sin más pretensiones que hablar en voz alta. No vas a ganar ningún premio, no vas a crear opinión. Escribir como terapia, a ciegas, sin revisión es una manera como cualquier otra de salvarte la vida y entretener los intermedios que nos causa la monotonía de existir.

Recuerdo aquel martes en el avión de la Quantas…

…aquel hombre se sentó en la puerta de emergencia para poder estirar las piernas y echar un sueño reparador tras los dos asesinatos que había cometido ese fin de semana. La mujer de al lado le miró y le dijo “Antes de que se duerma, le importa decirme lo que pensaría de mi si le dijera que llevo cuatro años sin ir a Mondoñedo y sin que mi marido quiera echarme un polvo”.

Mire señora, no me extraña que no haya ido a Mondoñedo, porque Vd tiene  pinta,se lo he de decir, de profesora de cursos inútiles de inserción laboral ¿por donde empieza sus charlas de management? ¿No me diga que es de las que resume antes de empezar la tabarra que les va a contar? O aun peor… pasando lista al principio por si viene el inspector de la Consejería de Educación antes de tiempo. Odio a la gente que pasa lista a ver si esta quien se ha querido marchar.A mi justamente, me faltan en la lista dos personas que me he cargado este fin de semana,nadie las echara en falta. Una el viernes y otra el sábado.

Oiga caballero, sea respetuoso conmigo, ya le he dicho que mi marido no quiere follarme desde hace cuatro años, ¿Cómo me habla del sábados?..si mata a alguien, hágalo en domingo que es cuando los de segundo de BUP aprovechan para hacer los deberes y la lámina de recuperación de dibujo técnico.

Vd me conoce ¿verdad? Se lo digo, porque precisamente yo suspendí dibujo técnico en bachiller. Tenia un cartabón mellado y por eso nunca pude hacer una línea perfecta, justo en el centímetro catorce el grafo tomaba un extraño desvío y la recta  interrumpía de golpe su rectitud con una muesca. Pero no se preocupe, hay gente que tampoco puede hacer una línea recta en su vida. Yo creo que también tienen un centímetro catorce que les hace dibujar en falso el renglón delo que quieren. Y lo del centímetro catorce se lo digo sin querer ahondar en lo de su marido que la veo y Vd es un poco susceptible.

¿Vd ha estado en Mondoñedo?

No nunca. Hace unos años maté a un concejal de Porriño, pero en Mondoñedo no he estado nunca.

Pues si alguna vez va no dude en llamarme, por ir con Vd. Ya si eso le dejo que eche una cabezadita que le veo con sueño y yo suficiente tengo con lo mio.

Los dos se rieron al ver apagarse la señal de “cinturones abrochados”, habían superado el despegue. Cerraron el libro de autoayuda que les habían dado en el aeropuerto “De como perder el miedo al avión a través del absurdo”.

viernes, 3 de agosto de 2012

Antonio Orejudo: ¿Novela o divertimentos literarios?

La prueba de que no es fácil escribir “divertimentos literarios” es que un maestro del género como Eduardo Mendoza nos acaba de endosar un bodrio como El enredo de la bolsa y la vida. Por ello despreciar o degradar el estilo del desvarío literario como un sucedáneo o hermano menor de la novela me parece cuanto menos atrevido.
Es cierto que el primer causante ha sido uno de sus fundadores, mi admirado Mendoza, que se ha cansado de repetir hasta la saciedad, su funesta ocurrencia de “la muerte de la novela” a favor del “mero entretenimiento” como cauce para su renacimiento. un mom
La corriente desvariada, está generando últimamente brillantes adeptos que han pasado ya la línea de lo minoritario, para ubicarse en las filas delanteras de las baldas del Corte Inglés. (lo que no tengo muy claro que sea precisamente bueno, ya que es muy difícil resistirse a la vida de charleta bien pagada y sobreproducción mediocre de los habituales top ten de la tienda del triangulico.)
Todo esto viene, porque he terminado esta semana el último de Antonio Orejudo “Un momento de descanso” y a mi entender Don Antonio se ha consagrando en el genero del “desvarío literario” como uno de sus lideres. Orejudo ha escrito libros míticos para sus lectores y desconocidos para la general como “Ventajas de viajar en tren” o “Fabulosas narraciones por historias” y ahora se enfrenta al “síndrome del joven aprendiz de pintor” que cantaba Sabina:
El joven aprendiz de pintor que ayer mismo
Juraba que mis cuadros eran su catecismo
Hoy, como ve que el público empieza a hacerme caso,
Ya no dice que pinto tan bien como Picaso.
En cambio la vecina que jamás saludaba
Cada vez que el azar o el ascensor nos juntaba
Vino ayer a decirme que mi última novela
La excita más que todo Camilo José Cela.
El libro me ha gustado, empecemos por ahí; me ha entretenido en una buena parte y me ha hecho pensar durante el resto. Por que no nos olvidemos, que este tipo de novelas (como sucede también con la novela policíaca) utiliza el humor en este caso o el fiambre en el caso de las de polis, para ahondar en una crítica social despiadada. Y esto me encanta.
Orejudo ha pillado las herramientas que tan buen resultado le dieron en “Ventajas…” (Fabulosas narraciones lo tengo pendiente) y las ha vuelto a utilizar en esta nueva novela. Esto, le da al libro, es cierto, una sensación de ya leído, pero por otra parte, consolida el estilo como una voz propia del autor en donde el lector reiterado va pillando sus guiños y referencias (también sus trucos).
Las novelas de Orejudo empiezan bien, muy bien. “Os tengo que contar una cosa sensacional si queréis saberla seguir leyendo” parece decir. Después la novela es una suma de historias, de personajes como torrentes que afluentan en el río principal. La alusión al sexo exagerado. El humor desbordado al más puro estilo del detective de Mendoza, La persistencia de un protagonista con ciertos problemas mentales, el juego con barreras difusas entre escritor, narrador y personaje. Ese juego que en Ventajas relata en la historia de W y que aquí lo pone en práctica en primera persona haciéndose a un tiempo narrador, escritor y personaje. Escritores inventados que recuerdan al Bartleby de vila-matas. La historia contada que cuenta una historia que a su vez incluye una tercera. (por favor no aludan a cebollas  ni a a muñecas rusas que queda cansino) El ir desvelando poco a poco el pasado de alguien que no se sabe si realmente sucedió. La confabulación social subterranea como la de los basureros. Y en ambos una reivindicación del individuo frente a conductas gregarias, la imagen de las hormigas en el que la singularidad se pierde en el grupo.
El tema de fondo de “Un momento de descanso” es la critica feroz a la vida academica y el culturetismo instalado parasitariamente en el mundo universitario y editorial. Esto como ensayo se ha contado mil veces, enrocado en una historia tan hilarante no tantas. El argumento es la historia del escritor, Orejudo hecho personaje-narrador, cuando encuentra a un viejo compañero de carrera al que no había visto en los últimos veinte años. Se cuentan sus respectivas vidas, recuerdan sus estancias en EEUU, su evolución familiar y personal, y le da intriga poniendo en cuestión la veracidad de la obra (incluso de la vida) de su común mentor, gran catedrático universitario y eximio rector.
Al hilo del discurrir entretenido de la trama salen a colación temas para la reflexión. Esa tendencia de la sociedad contemporánea para complicarnos la vida nosotros mismos, el espíritu gregario que nos caracteriza, las adulaciones gratuitas a lideres culturales, la imaginación desbordada como fuente creativa a la vez que fuente de problemas vitales, la metaliteratura, el debate persistente y recurrente sobre la novela, bueno más bien sobre qué tipo de novela será capaz de sobrevivir en estos tiempos de literatura mcdonalds.
Los libros de Orejudo son cortos y más sugerentes que ladrillos, es cierto que en algunas partes la narración imaginativa se le va de las manos, pero yo creo que se reencuentra como se reencontraba Mendoza en el laberinto de las aceitunas y como no se reencuentra en el Enredo de la bolsa y la vida…es un peligro cierto de estas narraciones alocadas que por un lado te pueden quedar de obra maestra si los divertimentos encajan en un porqué y que sin embargo si pierden el hilo se convierten en una fantochada de microgilipolleces enlazadas.
También es importante el orden yo empezaría por Ventajas de viajar en Tren.
Leedlo, pero Orejudo creo que va a ser un autor de minorías y no a todo el mundo le va a gustar.