lunes, 15 de julio de 2019

El aroma del tiempo.


El tren me llevaba a toda velocidad, sin opción, sin salirse de sus railes como por otra parte parece lo lógico en este tiempo sin alternativas. A los lados, los pueblos se convertían en líneas fugaces, todas iguales, como si la prisa diluyera los matices ente ellos; como si las ansias de llegar adormecieran los tiempos intermedios, como si ya no hubiera traqueteo sino solo el espacio justo para tomar aliento.
Los pasajeros entretenían la hora como se entretienen las esperas en las zonas neutras de los aeropuertos: unos jugaban partidas de marcianos, los otros repasaban power points rellenos de obviedades y los más, cabeceaban en un estado entre el tedio y la somnolencia mandando guasaps de tres palabras y un emoticono sin ninguna frase.
Cuando nos acercamos a Madrid, el tren redujo la velocidad, apuntaba ya la madrugada y las casas que bordeaban las vías fueron recobrando sus contornos, sus miradas propias y sus vidas privadas. Dentro las personas desperezaban y encendían las luces con desgana a la vez que encendían las radios de forma rutinaria para escuchar tertulias con noticias caducas de ayer. Una mañana más, una mañana de más bastante semejante a la del día anterior.
           Pensé que en eso habíamos convertido nuestros días: en rutina por una parte y en entretener el tiempo que resta para llegar a lugares a donde no nos importa llegar. Tiempo desaprovechado, a fin de cuentas. Tiempo sin aroma, tiempo sin llenar.
           Llamé a Ahmed. Era la señal para decirle que ya estábamos en la estación. Conté hacia atrás segundo a segundo; quedaba poco tiempo y después de ese poco tiempo ya no habría más tiempo.

sábado, 13 de julio de 2019

Un post desde el movil

Qué dificil es postear desde el movil, sin apenas cobertura. Casi tan dificil como encontrar unos versos perdidos en un cuaderno sin fecha y resistirse a subirlos al blog:

Acostumbrarse a vivir en la incertidumbre,
en una existencia en conflicto
de verdades provisionales,
vivencias en forma de problema,
(digo, de poema)
entre identidades líquidas y efimeras.

La transparencia que nos iguala
para disimular los matices y esconder las extravagancias
nos convierte en seres abstractos y virtuales
desvinculados,
irresponsables,
asesinables (digo, suicidables) en un click.

viernes, 5 de julio de 2019

Los dias que vendrán. Opinión y despelleje de la peli de la colometa.



Algo tendría que haber pensado cuando ví a un pingüino salir del cine diciendo que hacía mucho frio dentro, algo tendría que haber pensado cuando la amable cortadora de entradas se marchaba corriendo a poner las palomitas y luego a darle al botón de la peli en una optimización de los recursos humanos que para sí querrían muchas lean manufacturing y sobre todo algo tendría que haber pensado, cuando dentro del cine no había ni el tato: un par de señoras de esas que van al cine por no aguantarse entre ellas tomando un café y un par de jóvenes sentados a partir de la fila en la que te da igual la película que te echen.

Pero como decía mi tio el libanés “hay veces que más vale comer dos veces que dar explicaciones” así que si mi santa esposa, la nuera de la consuelo, quería ver la bonita película “Los días que vendrán” allí que estaba yo diciéndole esa frase que hace a los matrimonios perdurables: “Sí cariño”. ¿Estás segura de que esa película estará bien? Siempre poniéndome en duda. Lo dicen todos los críticos esos gafotas que te lees para tu mierda de blog que ya no te comenta nadie y sobre todo lo dice mi amiga Begoña. Acabáramos entonces no hay más que decir. ¿Es ironía no? Así que con la certeza de lo inevitable me conduje cual amoroso acompañante a deglutir la premiada cinta.
A ver cómo os lo explico. ¿Vosotros os acordáis de la colometa de la plaça del diamant? ¿Os acordáis de que Silvia Munt hablaba doblando en un español raro y latoso mientras los labios se movían en catalán? Pues aquí es algo parecido. Como ya sabéis los fieles lectores de este blog no soy nada sospechoso de catalanofobia sino más bien todo lo contrario, pero es que la actuación pierde toda la fuerza en ese español maltratado que me recuerda a la señora de la tienda/verdulería de Cambrils de mis veranos cuando amablemente me intentaba hablar un idioma que no era el suyo. “Tenemos espelmas en el segón estante” (Que no sabías si quería venderte velas o condones). Si los actores se expresan mejor en catalán, pues se pone en catalán con carteles debajo y santas pascuas como hicieron en Verano de 1993, pero no se chapucea así.

Por cierto hablando de la señora de la verdulería de Cambrils no puedo evitar un recuerdo a mi tia maría, hermana de mi abuela que siempre veraneó con nosotros . Mi tía, a la señora de la tienda siempre la llamó la Goyita (Goyo y Goya es un diminutivo que se estila mucho por aquí de Gregorio y Gregoria). La cosa es que la mujer ni se llamaba Gregoria ni nada parecido sino que en la entrada del establecimiento tenía una cartel hermoso que ponía “Fruites Collita Própia” y mi adorable tía, buenagente como nadie, no estaba para explicaciones de nivel C y lo traducía a su manera, al punto de que al final todo el mundo hispanoparlante la termino llamando la Goyita mientras la señora lejos de molestarse y en un bien entendido “el negoci es el negoci” contestaba risueña al cambio de onomástica que los patibularios baturros le habíamos asignado a costa de su cosecha horticultora en propiedad.

Bueno, que estaba hablando de la peli, pero vamos que la peli se resume muy pronto La Colometa se preña en un marcha atrás de un zagal de bigote, dizque su novio, lo que deriva en un derroche de intensidad lindante con el onanismo mental sobre si la nasciturus se va a llamar lluisa o maritxel y cosas similares. La tipa es de una pedorrez insoportable y la historia de una lentitud rayana con el sopor. No digo que David Verdaguer lo haga mal, pero es que los personajes se caen al primer soplido. Hace poco vi Lo dejo cuando quiera que es una peli de él sin tantas pretensiones y sin embargo la mar de correcta y divertida.
Debo de ser un carca de cuidado pero por muy real que sea el embarazo veridico de la actriz y de su madre, creo que ver a un crio tetar diez minutos de reloj tiene un encanto singular en el blog de la mama vaca pero para una peli no le veo yo la gracia. Es muy realista echando un rabo explicito al final del embarazo para que el crio se recoloque (sic) pero a mi me recordaba el chiste de "eres tu mi padre, eres tu mi padre" y no me podía parar de reir. “Te quieres callar que nos van a echar” La acomodadora estará haciendo palomitas, limpiando el cine, cortando entradas y no le dará tiempo.
El Cervantes es un cine que me gusta porque es de pantalla grande, está en el centro y las sillas son cómodas… pero vamos a decir que no les pillamos en el mejor día. Las palomitas estaban rancias, debían de ser más o menos de cuando el hidalgo caballero conoció a Dulcinea y montó el cine; yo sentí solidaridad laboral con la pobre única trabajadora que desarrollaba todos los papeles, en fin que solo le faltó salir de actriz. El aire acondicionado lo puso el que criogenizó a Walt Disney y todo ello por el módico precio de ocho euracos de bellón cada uno y encima luego la película de la colometa preñada que dios les engracie.
Vaya peliculica a la que me has traído, maño. Pero si la has elegido tú y tu amiga la crítica cinematográfica. Que va, si no la hubieras querido ver lo habrías dicho, no eres poco pesao; además no te metas con mi amiga Begoña. Si cariño lo que tu digas.