Algo tendría que haber pensado cuando ví a un pingüino salir
del cine diciendo que hacía mucho frio dentro, algo tendría que haber pensado
cuando la amable cortadora de entradas se marchaba corriendo a poner las
palomitas y luego a darle al botón de la peli en una optimización de los
recursos humanos que para sí querrían muchas lean manufacturing y sobre todo algo
tendría que haber pensado, cuando dentro del cine no había ni el tato: un par
de señoras de esas que van al cine por no aguantarse entre ellas tomando un café
y un par de jóvenes sentados a partir de la fila en la que te da igual la
película que te echen.
Pero como decía mi tio el libanés “hay veces que más vale comer
dos veces que dar explicaciones” así que si mi santa esposa, la nuera de la
consuelo, quería ver la bonita película “Los días que vendrán” allí que estaba
yo diciéndole esa frase que hace a los matrimonios perdurables: “Sí cariño”. ¿Estás
segura de que esa película estará bien? Siempre poniéndome en duda. Lo dicen
todos los críticos esos gafotas que te lees para tu mierda de blog que ya no te
comenta nadie y sobre todo lo dice mi amiga Begoña. Acabáramos entonces no hay
más que decir. ¿Es ironía no? Así que con la certeza de lo inevitable me
conduje cual amoroso acompañante a deglutir la premiada cinta.
A ver cómo os lo explico. ¿Vosotros os acordáis de la
colometa de la plaça del diamant? ¿Os acordáis de que Silvia Munt hablaba doblando en un
español raro y latoso mientras los labios se movían en catalán? Pues
aquí es algo parecido. Como ya sabéis los fieles lectores de este blog no soy
nada sospechoso de catalanofobia sino más bien todo lo contrario, pero es que la
actuación pierde toda la fuerza en ese español maltratado que me recuerda a la
señora de la tienda/verdulería de Cambrils de mis veranos cuando amablemente me intentaba
hablar un idioma que no era el suyo. “Tenemos espelmas en el segón estante”
(Que no sabías si quería venderte velas o condones). Si los actores se expresan
mejor en catalán, pues se pone en catalán con carteles debajo y santas pascuas
como hicieron en Verano de 1993, pero no se chapucea así.
Por cierto hablando de la señora de la verdulería de Cambrils
no puedo evitar un recuerdo a mi tia maría, hermana de mi abuela que siempre veraneó
con nosotros . Mi tía, a la señora de la tienda siempre la llamó la Goyita (Goyo y Goya es un
diminutivo que se estila mucho por aquí de Gregorio y Gregoria). La cosa es que
la mujer ni se llamaba Gregoria ni nada parecido sino que en la entrada del
establecimiento tenía una cartel hermoso que ponía “Fruites Collita Própia” y mi
adorable tía, buenagente como nadie, no estaba para explicaciones de nivel C y
lo traducía a su manera, al punto de que al final todo el mundo hispanoparlante la termino llamando la Goyita mientras la señora lejos de molestarse y en un bien
entendido “el negoci es el negoci” contestaba risueña al cambio de onomástica
que los patibularios baturros le habíamos asignado a costa de su cosecha
horticultora en propiedad.
Bueno, que estaba hablando de la peli, pero vamos que la peli
se resume muy pronto La Colometa se preña en un marcha atrás de un zagal de
bigote, dizque su novio, lo que deriva en un derroche de intensidad lindante
con el onanismo mental sobre si la nasciturus se va a llamar lluisa o maritxel
y cosas similares. La tipa es de una pedorrez insoportable y la historia de una
lentitud rayana con el sopor. No digo que David Verdaguer lo haga mal, pero es
que los personajes se caen al primer soplido. Hace poco vi Lo dejo cuando quiera
que es una peli de él sin tantas pretensiones y sin embargo la mar de correcta
y divertida.
Debo de ser un carca de cuidado pero por muy real que sea el embarazo veridico de la actriz y de su madre, creo que ver a un crio tetar diez
minutos de reloj tiene un encanto singular en el blog de la mama vaca pero para
una peli no le veo yo la gracia. Es muy realista echando un rabo explicito al
final del embarazo para que el crio se recoloque (sic) pero a mi me recordaba
el chiste de "eres tu mi padre, eres tu mi padre" y no me podía parar de reir. “Te
quieres callar que nos van a echar” La acomodadora estará haciendo palomitas, limpiando
el cine, cortando entradas y no le dará tiempo.
El Cervantes es un cine que me gusta porque es de pantalla
grande, está en el centro y las sillas son cómodas… pero vamos a decir que no
les pillamos en el mejor día. Las palomitas estaban rancias, debían de ser más
o menos de cuando el hidalgo caballero conoció a Dulcinea y montó el cine; yo
sentí solidaridad laboral con la pobre única trabajadora que desarrollaba todos
los papeles, en fin que solo le faltó salir de actriz. El aire acondicionado lo
puso el que criogenizó a Walt Disney y todo ello por el módico precio de ocho
euracos de bellón cada uno y encima luego la película de la colometa preñada que dios les
engracie.
Vaya peliculica a la que me has traído, maño. Pero si la has
elegido tú y tu amiga la crítica cinematográfica. Que va, si no la hubieras
querido ver lo habrías dicho, no eres poco pesao; además no te metas con mi
amiga Begoña. Si cariño lo que tu digas.