Cada vez estoy
más seguro de que nos han ganado la partida. Lo laboral ha invadido nuestro
espacio personal, nuestro cuarto silencioso, la privacidad e incluso la
intimidad de nuestras vidas. Primero nos pidieron motivación, luego lograron
nuestra implicación, ahora nos exigen militancia. Diluidas las fronteras
usurparon nuestro espacio y cualquier dia se sientan en nuestro sillón y se
acomodan en nuestra cama con o sin nuestra mujer dentro.
También nos
han ganado en el leguaje.Utilizamos palabras llenas de balances, activamos
sueños, apalancamos futuros, maximizamos frases optimizadas. Tenemos amigos con
un target definido y segmentamos amantes de cara a una implementación de
estrategias de desarrollo sostenible que nos garanticen beneficios netos homologables
a las ratios de referencia.
Y de esto va
La fábrica del emprendedor de Jorge Moruno: de la invasión de la vida personal
por parte de lo laboral. De la renuncia a la libertad personal a través de la
sumisión al endeudamiento y al contrato de trabajo de plena disponibilidad. De
la concepción de la ciudad como un gran escaparate; ya no somos ciudadanos,
somos clientes; ya no vienen viajeros vienen compradores, ya no desarrollamos
nuestra personalidad sino que debemos tener una marca personal que incremente nuestra
empleabilidad “visualizada” en el mercado de trabajo.
Y al final de
todo y sobre todo, tenemos que ser emprendedores (emprendeudores). Ese espacio
difuso y perverso en el que “somos empresarios todo el dia” cuando desayunamos,
cuando dormimos, cuando tenemos un gatillazo con la parienta (o la vecina) por
culpa del patrón opresor (sic), cuando tomamos una cerveza con la tarjeta en la mano. “nunca
se sabe donde puede conocerse a un nuevo cliente”. El guasap de trabajo,
mezclado con el personal, la foto en bolas de Kate Upton que nos manda nuestro
proveedor financiero junto a la actualización de los tipos de interés y el
escandallo de la nueva linea de productos.
Y esto es el
resumen con mis palabras de lo que en esencia se cuenta en el libro.
El libro no
esta bien escrito, el tal Moruno no es ni mucho menos Garcia Marquez, ni siquiera
está bien estructurado, pero, a pesar del torrente verborreico de esta gente
que les hace muy cansinos en la forma, es cierto que lo que se expone nos
obliga a darle al magín, que no es poco, respecto al contenido de la invasión
de la vida personal por lo laboral-empresarial. Lo malo viene cuando pasa de la
correcta e incisiva descripción del problema a sus peregrinas propuestas de
solución.
El libro cae
en la narración simplista de la mercadotecnia podemita, en donde los problemas
solo tienen una causa y el argumento ad hominem hace que los malos nunca hagan
nada bueno y los buenos (o sea nosotros) nunca hagamos nada malo. Utiliza la
estrategia de generar un discurso narrrativo, adornardo de referencias
historicas (discutibles aunque nunca discutidas en el libro) y se ahonda con
valentía en territorios de conocimiento de los que tiene nociones vagas cuando
no sencillamente erráticas.
Pero bueno,
tampoco hagamos de eso un drama, ya que es el rasgo actual de nuestro estado de
“apología de la divulgación” mucha navegación poca profundidad y poner al mismo
nivel la opinión y el estudio sesudo. Todo se explica en el mundo efimero y
sencillo (digo simple) de los 140 caracteres y la tertulia de luxe del sabado
noche en la sexta “mireusteddejemeterminarqueyonoleheinterrumpido”
En el libro
“El método podemos” de David Alvaro y Enrique Fonseca que me lei en verano, explican
muy bien este marketing podemita: Cojamos actuaciones malas e indicutibles de
seres odiosos y corruptos. Expliquemos la crisis actual con una única causa
(solo una) y hagamos de ella un único reponsable (solo uno) que será el malvado
al que hemos descrito antes y sus amigos. Ni una pizca de autocrítica, la culpa
la tienen (siempre) ellos.El que nos lleve la contraria es de ellos.Y luego
pintemos un principe azul (perdón morado) con rasgos, similares a los nuestros,
que vendrá de manera mesiánica (y asamblearia) a liberarnos de las garras del
mal. O sea nosotros seremos vuestros heroes.
Pues lo dicho, un libro muy
interesante que da que pensar si eres capaz de pasar por el tamiz que separa lo
sociológico (esto si que domina el autor) de lo económico-politico (donde el
mitin se come a la narración). Y sabiendo que incurre en lo que achaca, ya que
se construye un marco conceptual propio (Lakoff y su elefante en el recuerdo)
donde el emprendedor es sólo, lo que él dice que es. Yo al menos veo y
conozco a emprendedores y empresarios donde el sacrificio y la iniciativa superan
con mucho la descripción grotesca que hace de ellos Moruno.
Compradlo, aunque en el epublibre
está colgado por si quereis hacer una lectura colectivizada y gratuita para no
enriquecer a las malvadas editoriales que encadenan y fagocitan la plusvalia intelectual
del escritor libertario que firma el libro comentado.