Hay dos cosas que no se deben
hacer al leer la saga de la poli Mauri Martinez: una es jugar a detectar qué cosas
escribe Silva y qué cosas su señora Noemi Trujillo (si lo firman los dos, lo
firman los dos y santas pascuas; los dos asumen las críticas buenas y malas) y la segunda es
compararlo con la saga de Bevilacqua y Chamorro (porque no tiene ni comparación;
es como comparar el pan de pueblo y una baguette precocinada) que sí, que a
veces te apetece una baguette ligerita y que estos panes de rapidillo tiene sus
defensores (incluso yo, en ocasiones) pero es que no tienen nada que ver, aunque
a las dos cosas se les llame pan o novela policíaca.
Me gusto bastante el primero de
la saga titulado “Si esto es una mujer”, me pareció bastante mejorable “la
forja de una rebelde” ; y el otro día me compré en papel este de “La innombrable”
como alternativa para un findesemana de calor y mente fluida. Y en fin, que sí
pero no.
La innombrable es un libro
desordenado, más bien amontonado. Da la impresión de que es imposible que le
pasen tantas cosas en tan poco tiempo a esta pobre inspectora. “La innombrable” es
un libro sin reposo, acelerado, a saltos y un tanto forzado. Hubiera podido ser
y lo digo sin desdoro un buen libro de aeropuerto; esos libros de aventurillas que
se compran para leerlos rápido, de moraleja entre líneas y pasar un buen rato (mi
adorado Gonzalez Ledesma, tiene varios de ese tipo y me parecen sensacionales),
aquí sin embargo el argumento se desparrama y la estructura se confunde entre
el dialogo con el hijo y la narración de los hechos, la introspección y los
sueños; el más aquí y el más allá; la investigación y la homilía sobre la
prostitución.
Y el caso es que el tema está
bien centrado. La posición,compartida o no, de ilegalizar la prostitución y señalar a los
clientes; la despersonalización de la mujer entendida por estos tipejos como
objeto de uso follable, sin nombre, innombrable; asumir el valor de la justicia aun con sus errores;
la disyuntiva entre la vida laboral y familiar… pero sin embargo se echa de
menos la habitual sutileza de Silva (que sí, que siempre ha sido un poco “abuelete
consejitos”, le conocemos y le queremos) sin embargo, aquí gasta demasiadas
páginas en cosas que ya se desprenden del argumento y quedan, en mi opinión, “una miaja tostón”.
Las últimas cincuenta páginas son
un despropósito. Como esas películas que acaban, pero no acaban, que esperas el
fin y le pegan tres tiros a no se sabe quién apareciendo de la nada un
personaje desconocido (qué narices pinta este tipo aquí) de querer cerrar el círculo
a la fuerza; de dar explicación al título con peroratas interminables y a tanta
referencia cruzada con otras obras del autor sin mucha razón para ello, no sé, un
poco como los cameos porque sí de Torrente con sus amiguitos. Lorenzo Silva, de
siempre, me gusta más por la estructura que por el verbo florido (si alguien
quiere policiacas de escritura deliciosa le recomiendo las de Plinio o las de Eduardo
Mendoza) por eso el desorden de La innombrable me ha molestado tanto.
Sin embargo, me resisto a ponerle
un 2/5 porque tiene 150 páginas de la escritura atinada habitual de Lorenzo
Silva. El personaje femenino de la inspectora Mauri me resulta atractivo (no a
la altura de Petra Delicado de Bartlett ni de la Jueza de Marco de Guelbenzu),
pero muy atractivo. Excelente la lucha dialéctica con la abogada, excelente la descripción
de la vida policial con su equipo, excelentes los interrogatorios, una vez más.
Y el tema mujer que empapa la novela; no solo por la prostitución femenina,
sino por la fuerza de Manuela en su vida personal y su trabajo y los excelentes
papeles de las actrices secundarias, incluidas la víctima.
Diálogos realistas,
interrogatorios de sobresaliente, rigor en lo judicial y en lo policial… a
veces suena a repaso del procesal de cuarto, pero vamos, muy bien. Es más, se
lo iba a recomendar a mi heredero mayor que anda por el meridiano de Derecho
con aspiraciones policiales, ya que la descripción de los roles judiciales es
de subrayado y estudio, pero, me he arrepentido, por la escasa paciencia de la
juventud para superar las zonas de sopor que aquí abundan y que lleva a que
todo este rollete que os he metido, mi sintético y amado churumbel lo resumiría en un demoledor: “sin
más”. O sea, que sí pero que no.
Y es que al final queda esa
sensación de desorden tan poco habitual en Lorenzo Silva, de temas por
desarrollar, de querer amontonar eventos de la vida de la inspectora, de capítulos
por escribir y a la vez de otros prescindibles, de elipsis evitables y a la vez
de retornos sobre lo mismo que dejan en mediocre algo que tenía tendencia hacía
lo notable. Pues eso, bien, pero “sin más”.