Me siento como si se me hubiera
muerto una década entera.
Desde que supe que estaba enfermo, he escrito en mi cuaderno muchas páginas de recuerdos vividos con él y alguna recopilación de sensaciones en ripios versados. Las páginas de recuerdos las he guardado en el cajón de la intimidad (ese espacio propio que solo se puede y se debe compartir con uno mismo). Algunos de los versos, los subí al blog como las lágrimas silenciosas y necesarias que se derraman a media noche sin que nadie lo sepa y como si nunca se fueran a desvelar.
Desde que supe que estaba enfermo, he escrito en mi cuaderno muchas páginas de recuerdos vividos con él y alguna recopilación de sensaciones en ripios versados. Las páginas de recuerdos las he guardado en el cajón de la intimidad (ese espacio propio que solo se puede y se debe compartir con uno mismo). Algunos de los versos, los subí al blog como las lágrimas silenciosas y necesarias que se derraman a media noche sin que nadie lo sepa y como si nunca se fueran a desvelar.
Hay mañanas en las que te dan noticias
que te parten el alma
te rompen la luna
te llevan a la infancia y al antesdeayer
y piensas
en liarte a patadas con el mundo y la vida.
Te traen de golpe
todos los ratos y risas a su lado
aquellos días
todas las palabras, los sueños compartidos;
novias vividas a medias, juergas a enteras
veranos de playa y tardes de futbol
sobremesas de tour con perico
y la extrañeza de verse crecer. que te parten el alma
te rompen la luna
te llevan a la infancia y al antesdeayer
y piensas
en liarte a patadas con el mundo y la vida.
Te traen de golpe
todos los ratos y risas a su lado
aquellos días
todas las palabras, los sueños compartidos;
novias vividas a medias, juergas a enteras
veranos de playa y tardes de futbol
sobremesas de tour con perico
Luego largos paréntesis uno por cada lado
y últimamente reencuentros
que nos permitían acompañarnos sin tener que decirlo
a aquellos tiempos pasados.
Es imposible escribir ahora de
golpe todas las cosas que pasamos entre los trece y los diecinueve juntos;
imposible recordar sin romper cristales. Imposible describir aquellos días compartidos en los ochenta sin desgarrarme por dentro con cada palabra que
intento escribir.
La vida corría entonces borracha
de felicidad, se recreaba en un precioso aburrimiento estival que facilitaba intercambiar nuestros sueños y deseos adolescentes frente al mar. En tres meses lentos
daba tiempo de sobras para imaginar la vida entera, esa vida futura que
hoy, precisamente hoy, se representa tan corta. Inventábamos cada uno nuestra historia pero también la que visualizabamos a través del otro, todos tus logros ya de entonces, que yo seguía con orgullo, toda mi vida apacible y provinciana. Cómo empapaba luego la
lluvia de estío las tardes de invierno en los domingos de regreso desde el futbol.
Esos días nuestros de entonces,
aquellas conversaciones, se me han asentado en la memoria como si fueran
pilares que definen mucho de lo que soy.
Por eso hoy, al irte, se me han rasgado los ochenta, se me han velado todas
las fotos que conservo llenas de risas; por eso hoy me siento como si se me
hubiera muerto una década entera. Hoy te has ido sin irte; para mí, para
siempre, siempre serás parte de lo que seré.