viernes, 28 de septiembre de 2018

Adios amigo.




Me siento como si se me hubiera muerto una década entera.
Desde que supe que estaba enfermo, he escrito en mi cuaderno muchas páginas de recuerdos vividos con él y alguna recopilación de sensaciones en ripios versados. Las páginas de recuerdos las he guardado en el cajón de la intimidad (ese espacio propio que solo se puede y se debe compartir con uno mismo). Algunos de los versos, los subí al blog como las lágrimas silenciosas y necesarias que se derraman a media noche sin que nadie lo sepa y como si nunca se fueran a desvelar.

Hay mañanas en las que te dan noticias
que te parten el alma
te rompen la luna
te llevan a la infancia y al antesdeayer
y piensas
en liarte a patadas con el mundo y la vida.


Te traen de golpe
todos los ratos y risas a su lado
aquellos días
todas las palabras, los sueños compartidos;
novias vividas a medias, juergas a enteras
veranos de playa y tardes de futbol
sobremesas de tour con perico
y la extrañeza de verse crecer.   
 
Luego largos paréntesis uno por cada lado
y últimamente reencuentros 

que nos permitían acompañarnos sin tener que decirlo
a aquellos tiempos pasados.

Es imposible escribir ahora de golpe todas las cosas que pasamos entre los trece y los diecinueve juntos; imposible recordar sin romper cristales. Imposible describir aquellos días compartidos en los ochenta sin desgarrarme por dentro con cada palabra que intento escribir.
La vida corría entonces borracha de felicidad, se recreaba en un precioso aburrimiento estival que facilitaba intercambiar nuestros sueños y deseos adolescentes frente al mar. En tres meses lentos daba tiempo de sobras para imaginar la vida entera, esa vida futura que hoy, precisamente hoy, se representa tan corta. Inventábamos cada uno nuestra historia pero también la que visualizabamos a través del otro, todos tus logros ya de entonces, que yo seguía con orgullo, toda mi vida apacible y provinciana. Cómo empapaba luego la lluvia de estío las tardes de invierno en los domingos de regreso desde el futbol.
Esos días nuestros de entonces, aquellas conversaciones, se me han asentado en la memoria como si fueran pilares que definen mucho de lo que soy.  Por eso hoy, al irte, se me han rasgado los ochenta, se me han velado todas las fotos que conservo llenas de risas; por eso hoy me siento como si se me hubiera muerto una década entera. Hoy te has ido sin irte; para mí, para siempre, siempre serás parte de lo que seré.


martes, 25 de septiembre de 2018

Hojas vacias, paredes llenas

Escribo un poco para decir que existo, para saber que existo, también para escucharme e intentar que la desidia no se me coma los huesos. Para reconocerme dentro de un tiempo cuando vuelva por estos paisajes yermos como quien deja su firma y una fecha en un mural en construcción.
Ordeno los años, desde hace tiempo, en un cuaderno de anillas: tal año viajé a la India, en tal otró me enrollé con menganita, cuatro años después me casé y este otro cambié de trabajo... y de repente sin saber por qué se extienden lustros como eriales, páginas vacias.
También para eso sirve el blog, para poner post it como marcapaginas en los meses de un calendario olvidado en la falsa del recuerdo. Muchas veces releo cuatro versos escritos al vuelo y aunque no digan nada me llevan a momentos concretos, otras sin embargo se funden palabreando frases redondas sin ningún sentido mientras se agolpan en la etiqueta de escribir en vacio.
Vivimos driblando lo efimero, las noticias de obsolescencia programada, las relaciones de quitaypon y los sueños que se escapan con el duermevela de cada mañana de otoño. Hay una belleza que insulta desde su eventualidad en un diagnóstico certero de tiempo finito. Sin ir más lejos el domingo pasado me dí una vuelta con mi mujer por el barrio oliver para ver los murales del Festival Asalto un lujo del que disponemos en mi pueblo y al que no estoy muy seguro de que le hagamos mucho caso. La belleza sale a la calle sabiendo que el tiempo la atropellará con el derribo como la rutina a los besos.
Disfrutadlo y los lectores de mi pueblo (si aun quedais alguno por ahí) id a verlo.