martes, 26 de septiembre de 2023

Los colores de los posts

No sé si me da más rabia no escribir o escribir en un tono tan marrón, porque lo marrón es encharcado y áspero, con pinta de erial. No es ocre, ni otoñal, ni siquiera ese color meloso de algunos ojos que me atraparon en mis días de mar. El marrón en el que escribo sabe a tierra en el berberecho, chirriante, incomodo y que quita las ganas de seguir comiendo. Yo me sé porque me leo y cuando escribo de esta forma me aborrezco un poco. ¿Otra vez esta languidez? ¿Otra vez este tonillo de perrito derrotado que decía Cass a su club de fans?

 

Hay post que salen verdes, chillones, como el estrambote de un soneto que cuadra por sorpresa. Gritan, quizás demasiado, pero al tiempo no dejan indiferente a nadie. Los post verdes hablan sobre todo de viajes y de sorpresas, de ropa de playa, Yo no tengo camisas verdes porque son difíciles de combinar, solo tengo una camisa de rayas verdes de Timberland que me compre hace mil años en La Roca y que llevo siempre por fuera del pantalón, porque los post verdes se llevan por fuera del pantalón en su informalidad y se escriben en la tablet al mediodía en una mesa de bar en la avenida principal.

Los post amarillos están más cerca del ocre y del otoño, como la foto esta de hojas que hace de fondo al blog, la puse hace mil años y ahora me da pereza cambiarla como mi foto de guasap. Los post amarillos huelen a chimenea, a cuento de Sepúlveda, a ropa vieja. Es la camisa de leñador que se acaba de quitar la chica con la que sueñas despertar un domingo de noviembre en una caseta forestal. Los post amarillos cuentan historias templadas, se escriben en un portatil arrebujado en un rincón de un bar country de carretera mientras apuras un jacki en chupito corto y sin yelo. Me gustan los post amarillos porque crecen incontrolados apenas les regalas la primera frase. 

Es muy importante no confundir un post amarillo con un post marrón. Escribir en marrón no es escribir melancólico sino es escribir triste y cansado, como con sensación de fiebre, escribir marrón es escuchar la canción de un día marrón de Luz Casal si se me permite la obviedad. Escribir marrón no es estar de vuelta sino no tener fuerzas ni para llegar. Amarillo es la hojarasca del otoño que se anhela y que pronto vendrá. Marrón es meter el coche en mitad de un charco profundo y salpicar manchando de barro a todo el mundo con cada frase que inventas. Había un colegio de niñas que ahora no recuerdo que llevaban la falda marrón, jamás me pude enamorar de ninguna niña de ese cole tan marrón.

 


Los post azules llevan corbata, los rojos asesinan como Kevin, los grises pasan desapercibidos como feas en fiestas de guardar. Los post blancos son elegantes cuando conviven con el azul. Un post blanco lleva manga larga y camisa doblada a medio brazo. Es un post que invita a conocerte pero tiene que ir con el azul porque de lo contrario, no aparenta. Es un post de tardeo, de jarra fría frente al mar. De entretenerse pensando en novias pasadas de esas que el pesado de Ismael Serrano se cree que aun le recuerdan como en Vértigo en atrapados en azul Cómo me gusta ese disco y cada una de sus canciones. 

Pues nada había empezado escribiendo en marrón y me veo con mi pijama azul a rayas, con un poco de sueño, y a punto de firmar.

Buenas noches, fundido en negro.



martes, 19 de septiembre de 2023

Diario de ausencia. La vida pasa mientras me miro el ombligo.

3 de julio

Me gustaría habituarme a escribir por las mañanas como si fuera rezar, como las abluciones en el Ganges de dalits inexistentes para los demás, sin historia, sin presencia en aquella India de olores y cenizas que pude ver en persona hace ya casi veinte años. 

A ver si consigo controlar esta cabeza mentirosa que me hace representar como infeliz lo cotidiano; no quiero pensar solo hacer; la  reivindicación de lo efímero, la casita de paja del cerdito gruñón que se derruye cada día cuando sopla y sopla el lobo gañán... Qué agotador el trabajo del guardián entre el centeno intentando parar a los niños que se encaminan al precipicio.

La añoranza de lo humano sentida en la acción intrascendente, sin mañana, sin mirar más allá del ahora intenso y egoísta de pensarse y repensarse en cada segundo; deseo un ahora vacío, porque el ahora también se me llena de pasados y futuros; de experiencias y expectativas y todo desagua en el presente con el que lidiar.

Y es el presente incontrolable el que nos bombardea como al chino Cudeiro en humor amarillo mientras intentamos pasar el puente vestidos de ropajes ridículos y corbatas. Entérate no son bombas solo pelotas de corchopán. A ver si consigo redirigir de nuevo esta cabeza recreadora que siempre ha sabido pintar de colores las contrariedades y voy escribiendo de nuevo este diario de versos y venturas de este verano bisiesto.

Vamos adelante, escribir, escribir jugar con las palabras. Qué curioso el doble oficio de crear significados y darles forma. Dice una amiga que se dedica a la maquetación que su trabajo consiste en hacer más fácil la voluntad de leer. Evitar el párrafo de letra junta que espanta, como éste.

Descubro que en esta crisis hueca que me atrapa, es escribir lo que más me disipa, escribir lo ocupa todo y las palabras emergen sin quererlo, sin saberlo invadiendo de colores las ciénagas de bucles de brea en las que últimamente se ha convertido mi divagar. Palabras, muchas palabras que incitan, muchas palabras con un secreto escondido que me ayudan a seguir.

3 de agosto

Ni siquiera lo bueno, me sabe a chocolatina.


6 de septiembre

La vida que se enrutina de nuevo como el coche que coge fuerza tras cambiar de marcha, las obligaciones en suspenso renacen, los cursos se reinician y como decía la canción de esclarecidos los papeles se amontonan en la mesa de mi despacho como cuchillas de afeitar. 

Los diarios se llenan de política efímera y en las portadas digitales conviven las investiduras con roba clics de anuncios de alongamientos de pene y fotos falsas de maduras en internet, que a fin de cuentas igual es lo mismo, alardes sin soporte.

Cada día, la tentación de huir hacia dentro se representa como la opción más plausible en una especie de estoicismo e indiferencia ante los cantos de sirena y la voluntad de ponerse a salvo de los bombardeos que atruenan.

18 de septiembre

Que mal, no haber podido saludar hoy en persona a Diva; una de las primeras visitantes y comentaristas de este blog. Qué pena hoy que he tenido la oportunidad, pero es que últimamente la vida se me escapa mientras estoy mirando a otra parte. Generalmente a mi ombligo.