Con Pedro Zarraluki me pasan cosas extrañas como pensar que me he leído muchos libros suyos cuando solo me he leído uno: “La historia del silencio”. Sus libros me gustan mucho y así quedan en mi recuerdo, pero sus argumentos se desvanecen como pompas de jabón nada más terminarlos y soy incapaz de contar más de dos líneas de lo leído. “Te espero dentro” me ha encantado, me han encantado sus once cuentos urbanos, cuentos que quiero recordar más fuerte antes que se diluyan de nuevo como sus libros anteriores (perdón como el único libro que leí).
Los cuentos de “Te espero dentro” hablan sin hablar de un tiempo intermedio, de un tiempo elíptico entre el hoy que cuenta y el entonces al que alude; del tiempo que ha pasado entre que te fuiste y tu regreso. No me veas ahora en la tristeza de lo que soy, si soy así, es porque entre tanto he sido otra cosa. No te voy a contar del todo este paréntesis, basta que te dé una idea de lo que soy y de quien era entonces.
La vida ha corrido desde que te fuiste papa, ya no soy aquella niña. La distancia entre la foto y la anciana que soy ahora; Papa vuelvo a casa le he mandado a la mierda, no sé que he estado haciendo todo este tiempo con él ¿Te acuerdas cuando trabajé aquí hace unos años, te acuerdas cuando me marché? El tiempo que hemos estado hablando de ti cuando tú te has ido del bar.
Me han gustado los personajes en bajada de cada cuento, pero no os quiero confundir, los personajes de Zarraluki no son personajes desesperados, son personajes consecuentes, que dan un paso adelante, a veces hacia el vacío, es cierto, pero a veces también hacia una nueva vida. Zarraluki nos cuenta que ese trozo intermedio que solo hemos adivinado entre los visillos de la insinuación les ha hecho tan vulnerables como los ves, pero al mismo tiempo tan fuertes como quisieran ser.
Leedlo.