miércoles, 23 de septiembre de 2020

Comentarios que nunca llegan a ser post: Castilla del Pino, Miguel D´Ors y la LOAPA

Veo tras el verano un cierto sentimiento blogueador que nos apesadumbra y nos deprime autoflagelándonos por nuestra sequía creativa. Algunas de mis bitácoras de referencia y por qué no, también un servidor de ustedes, nos hemos dicho eso de no puede ser, hay que poner solución a esto de no escribir de la única manera posible que es escribiendo.

Creo que mucha culpa de mi agrafía patológica estival (y anterior) proviene de que he caído en el pecado del onanismo petulante de autosatisfacción bloguera de solo querer publicar los posts que me autocalifico de buenos. Parezco pensar que mi altísimo nivel no puede decaer publicando el primer bajonazo a volapié que se me ocurra. Porque es así y ole y yo me lo merezco. Tontadas, ni son especialmente buenos, ni nadie viene a un blog a leer obras magistrales sino a pasar el rato.

He descubierto, sin embargo, un hecho peculiar: que es que el zagal de la consuelo, que como sabéis peca de borrachera palabril, se queda sin embargo mudito como el "amigo entrañable" de Blancanieves (ahí había rollito fijo) cuando se planta ante el editor de blogger, pero sin embargo despliega locuacidad torrencial al comentar tanto en diarios propios como ajenos.

Para que veáis os paso una compilación de mis ladrillos con los que he castigado solo en los dos últimos días a mis pacientes seguidos y seguidores. Por eso, con el firme propósito de dejarme, a partir de ahora, de remilgos manospajillas, voy a ir subiendo a bocajarro lo que se me vaya ocurriendo sin tanta corrección ni leches (como si fuera un mero comentario) porque de lo contario esto va a parecer un erial vacio de post y lectores.

Os los dejo en todo su gafotismo arrebatado:: 

 

Castilla del Pino y el Humanismo imposible. (del blog de Di Vagando)

Hay un libro (pequeñico) de tu colega Castilla del Pino que como sabes de otras veces es uno de mis referentes intelectuales máximos que se llama precisamente "El humanismo imposible" y que me has hecho releer una vez más con tu post. En algunos puntos se le quedó viejo (propio de la mezcla de su momento freudiano de entonces y su marxismo que nunca abandonó), pero en su mayoría sigue en el debate que plantean tus personajes:

Por una parte plantea si es posible el humanismo cristiano en esa especie de juego de suma cero (esto lo digo yo) entre lo humano y lo divino. Por otra parte como tus personajes se ensaña con la metafísica convertida en nueva religión (él la paga con Heidegger y su diferencia entre ser y existir) y finalmente plantea una duda sobre el humanismo encaminado indefectiblemente al individualismo, el individualismo al liberalismo y el liberalismo al capitalismo consumista y competitivo.

Llega a una conclusión pesimista y reivindica un nuevo humanismo como hombre relacional (hay que enmarcar lo que significa la comunicación en castilla del pino) de manera que el hombre o es relacional y comunicativo o pierde su esencia humanista.

Yo creo que D. Carlos sí que da así una opción posible y plausible al humanismo social y no cae en la contradicción de otros autores neomarxistas como Biung Chul Han en donde la defensa del individuo se hace difícilmente comprensible con sus posiciones promarxistas prototipo (también lo digo yo) de doctrina contraria al individuo.

Disculpe el rollete. Me he enganchao. Besis

 

Descubriendo a Miguel D´Ors (En contestación a Rorschach)

Miguel D´Ors es uno de mis poetas favoritos y en un blog de libros que leo que sigo desde mi prehistoria bitacoriana y donde vengo entablando con su autor conversaciones bibliofilas muy enriquecedoras para mí, me recomendó conseguir un libro que había salido de su obra completa. Así que dicho y hecho, recopilé todo el dinero que me habia ahorrado pirateando codigosdavinchis y trilogiaspolicicas varias para invertirlo de una tacada en un todo al rojo con esta joya de libro.

Pero cual mi sorpresa cuando mi esposa se puso a husmear mi carpeta de deseos (donde guardo los libros que me quiero comprar) y me lo regaló de su pecunio en tiempos de cuarentena. "hala maño que vaya libros raricos que te pides, ha sido la leche conseguirlo; esto solo leees para dar la nota y ponerlo en el blog, que por cierto bien abandonado lo tienes" ¿Pero no decías que no lo lees?

Este libro antológico de D´Ors me lo vengo dosificando. Puse como obra maestra Manzanas Robadas porque es más reciente (del 2017) pero podía haber puesto e igual pongo alguno más como Hacia otra luz más pura que es de 1999 Una buena reseña de este libro De este libro es Aniversario una poesía matrimonial apasionante y demoledora que tiene como verso final "La felicidad consiste en no ser feliz y que no te importe demasiado", que coincide en mucho e inspira el último parrafo de este post y en buena parte el post entero. (Me refiero al post Un verano tranquilo)

La antología de D´Ors El misterio de la felicidad es también un buen primer encuentro con el autor. http://ojosdepapel.com/Index.aspx?blog=984

Abrazos

 

Inicio de un post sobre Miguel D´Ors a medio escribir.

D´Ors escribe como un hombre que se va encontrando y reconciliando entre lo que quiso ser y lo que ha llegado a ser al irse haciendo mayor. 

Un hombre que quiere conciliar su vivir cotidiano y su asombro de vivir; sus creencias religiosas y sus mitos de antaño. Para ello pone en común una poesía clasicista y naturalista con (a la vez) referentes modernos como brutagueño o los western A mi modo de ver supera con mucho a de Cuenca o Wolfe, en el estilo actual, no digamos a los poetas del twitter (que siempre he aplaudido pero que juegan en otra liga menor). 

Su manera conformista de entender y ver la felicidad cotidiana me engancha tremendamente y me divierte su ironía como cuando juega a manosear poemas de otros poetas haciendo de ellos un “spin off” propio.

 

La LOAPA o como joder la Constitución tras tenerla acordada.

Las comunidades autónomas que fue una solución ocurrente y esperanzadora se fue a la mierda cuando al principio se usó la diferente vía de acceso (rápida y lenta) entre el  143 y 151 para convertirlo en comunidades de primera y de segunda. La constitución habla de distintas vías de acceso a la autonomía y se convirtió en distinto tipos de autonomías.

Yo escuche en directo en la facultad de derecho de mi pueblo decir a Roca (por entonces asociado del clan de los pujoletti) justificarlo al decir que era injusto el café para todos porque ellos eran una nación y habían luchado contra el centralismo franquista (tal cual escuchado por estas mis orejas ahora engomadas tras la mascarilla), los demás para ellos por supuesto no. (Sería por entonces cuando gestaron el binomio castellanos-franquistas)

Tras el engaño del 143 y 151 cerrado por un acuerdo impresentable entre PSOE y UCD (en Aragón hubo algún conato de enfurruñamiento pero duró, como siempre, lo que duró una consigna de Madrid a la que todos acataron en mayo del 81 sin rechistar) recordemos que era un par de meses tras el tejerazo que les había servido de excusa para aprobar dislates por aclamacion.

Pero ya en 83 llegó la puntilla al amoroso estado autonómico que habían dibujado los padres constitucionales con la sentencia del tribunal constitucional contra la LOAPA que venía a sobrevalorar los estatutos sobre una posible ley armonizadora. En la práctica supuso restringir la potestad del estado para dictar normas coordinadoras entre CCAA.

Y de esos polvos vienen estas pajas (que diría un amiguete mio) y por eso ahora, entre otras cosas,en estas situaciones de interés estatal, en lugar de una normativa coherente supraautonomica tenemos a cada reyezuelo meneándosela por su lado (sigo con el simil) y al ridículo que nos gobierna en madrid cantando la tarara por las esquinas.

Me sabe malo esta corriente violacea antitransición que nos embarga, cuando el texto constitucional no estaba mal, lo que lo jodió fueron algunos mequetrefes que vinieron luego. Igual un dia me extiendo en esto en algún post, por ahora ya es bastante chapa. 

Abrazos.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Crónica de un verano tranquilo.

A veces escribo de lo que leo, unas pocas de lo que vivo, otras muchas de lo que siento. Sin duda lo más fácil es escribir de esto último y de lo primero y lo más complicado escribir de lo del medio. Contar lo que va pasando requiere el esfuerzo de normalizar lo normal (que probablemente es lo más extraño) y enfrentarse a lo cotidiano como si fuera trascendente y a alguien le importara.

Este largo verano no he hecho nada, nada en su sentido más estricto, y quizá diga demasiado. Me he levantado muy pronto y sentado en mi orejero verde he visto amanecer tranquilo entre las montañas. Mis adolescentes que empiezan a encontrar los divertimentos y los peligros de las madrugadas regalaban a las mañanas las horas que les habían pedido prestadas a los trasnoches y hasta casi mediodía no daban señales de vida. Las abuelas guardaban silencio respetuoso y mi santa esposa, los días en que lo laboral le daba permiso para subir a vernos, prefería el solaz que el trasiego.

He leído ensayos de temas conocidos y libros largos. También algún clásico que tenían que leer mis hijos y alguna recomendación pendiente como la de Auster. Lo mejor El jinete polaco que se me había atragantado en anteriores intentos y me ha gustado bastante y varios libros de la segunda república ya en nivel avanzado. He preferido antes andar por los caminos que emprender excursiones, aunque es cierto que he subido al Ibon de Acherito que año tras año aplazaba para el siguiente y al fin lo he conseguido. He comido de manera desmedida (y muy bien) hasta el punto de ver peligrar la cifra del medio. (Sin perder mi atractivo cuerpo, por supuesto).





He intentado ver la tele lo menos posible para no sucumbir al odio contra los que nos gobiernan y no se merecen ni mi atención. Desconfianza es la palabra, mentira, descrédito, manipulación, ineptitud ¿Cómo podremos explicar a nuestros nietos que siendo los peor gobernados del mundo no haya pasado nada? ¿Qué tiene que suceder, acaso que mueran 50000 personas? Uy no, que eso ya ha pasado; ¿Que en una pandemia mundial tengamos los peores datos? Uy eso también. ¿Que se dejen de dar datos de evolución porque la gráfica quede fea? ¿Qué salga alguien en la tele diciendo que los 50000 muertos infectados se han podido morir por accidentes de tráfico? Todo eso ha pasado mientras las teles daban sálvame de luxe, una serie turca de amor o cómo el Zaragoza perdía una vez más la posibilidad de subir a primera. Circo, mucho circo, mientras resonaban todavía aplausitos desde el balcón y médicos protegidos con bolsas de basura.

Cansancio, un fuerte cansancio sin reporte de haber llegado. Como cuando paras a mitad de camino para tomar aliento y ves la cumbre lejos y la bajada complicada. Un verano entre paréntesis borracho de lentitud. Una apacible lentitud preludio de lo desconocido y la incertidumbre de lo que falta por llegar. Si a mi se me diera bien el andar por los caminos, hubiera andado mil leguas en línea recta, pensando, solo pensando, sin aspiraciones ni reproches. Algo parecido debe de sentir la gente que sabe meditar. Una felicidad vacía, sin aconteceres, sin anécdotas. Que sea más fácil escribir en el blog lo que siento  que lo que vivo.

He dejado el teléfono de trabajo enchufado conscientemente por si alguien podía requerir mi ayuda, como así ha sido, o tan solo porque alguien necesite hablar un rato y desaguar en tiempos de tormenta, que también. No es una cuestión de buenismo, sino de que la paz a veces también requiere de autocomplacencia y de poder estar satisfecho de uno mismo.

También he dejado a mis hijos hacer más o menos lo que querían (dentro de un orden, claro) y que mi mujer utilizara su tiempo sin programas ni obligaciones autoimpuestas típicas de época estival. Cada uno a su bola estando juntos cuando queríamos y disfrutando también de un silencio compartido. Respirar, necesitamos respirar. Todos juntos cada uno por su lado.

Los últimos días han sido de playa porque sin mar me muero. Me he bañado al anochecer, cuando ya solo quedaban sombras de colores pastel apenas diferenciadas tras mi  creciente miopía e intuyendo el sol morir en naranja. Este año hemos ido menos días porque en la playa la gente era bastante desobediente, pero suficiente como para quitarme el mono.

También me he cambiado el móvil que ya era hora, regalo de mi familia. Una vez más ha quedado postpuesto mi viaje a Nueva York. Cada vez que quiero ir pasa una tragedia por allí. Quizá la sabiduría de la edad sea eso, saber que determinadas cosas ya no las harás y que no te importe demasiado. 

Bueno que no os lo he dicho, pero es que este verano he cumplido 50 años.

lunes, 7 de septiembre de 2020

El Jinete Polaco de Muñoz Molina. Opinión y Crítica

El jinete polaco es la historia de una semana echando polvos. Dicen, porque no me lo he leído que En busca del tiempo perdido de Proust es un torrente de hojas y palabras derivadas tan solo de una magdalena y su olor, pues aquí, en El jinete polaco el narrador se busca y se encuentra en una semana perdido en la pasión amorosa, encerrado en un apartamento de una ciudad americana. Pensando quien soy, de dónde vengo, a qué he tenido miedo hasta llegar aquí; y al mismo tiempo un descubrimiento de la persona amada, también con sus vacíos y sus frustraciones; sus sueños y sus desesperanzas. Claro que para explicar eso se remonta a tres generaciones antes que ya es remontarse. Como si para explicar la historia de la zagala con la que estás refocilando te obligara a remontarte a sus bisabuelos y a los tuyos.

Decir que Antonio Muñoz Molina escribe sensacional es decir una obviedad, el libro está compuesto por frases larguísimas que requieren toda la atención para seguir su curso. No cabe salirse del barranco a mitad de camino, no vale poner la cabeza en automático. Y no porque exista una densidad conceptual difícil y alambicada sino porque existe una densidad estética que solo alcanza su plenitud poniendo todos los sentidos en cada palabra, en cada frase durante casi 600 páginas. Javier Marías que también usa y abusa de frases interminables a mí me satura, ya lo sabéis; sin embargo, en Muñoz Molina es una delicia dejarse llevar en frases de página entera. Lo que en Marías me suena a petulancia en Muñoz Molina me suena a humildad y sencillez.

El Jinete Polaco pertenece a esa lista de los mejores libros en español que se publicó en 2007 y que tengo como objetivo engullir antes de que el colesterol me engulla a mi. Y este es uno de los libros de esa lista que más me ha tirado de siempre para atrás. Creo que mucha culpa la tienen las reseñas de contraportada que son más disuasorias que atrayentes en la mayoría de los casos y el título, que se refiere a un cuadro que hace el papel de elemento continuo en el pasar del tiempo; pero como elemento de marketing, la verdad, no dice mucho porque no sabes si te enfrentas a una novela histórica, contemporánea o de qué. (Prefiero la portada de seix barral que la de planeta, porque dice mucho más de lo que va el libro)

El Jinete Polaco es una historia actual; bueno, de fin de siglo XX, pero que como va remontándose hacia atrás, en momentos se centra en el inicio de la guerra civil y en otros en la llegada de la transición, pero que esto no os repela como a mi pensando que es un libro de “la tribu de los almudenas” tan empalagosos con el temica de la guerra y la postguerra. Y para que os voy a engañar es una historia contada en triste, no significa que sea una historia de truculencias, que no lo es, pero si que deja un poso de infancia en sepia, transición en gris y adultez de desasosiegos y frustraciones. Pero también de esperanza que se inicia ya en la primera página con revolcones de los protas que siempre da buen rollete inicial  ¿o qué?

El protagonista es un traductor que está en la habitación con su novia y que nos quiere contar su vida y la de ella en un marco determinado, Mágina en el libro, (Ubeda en la vida real) que es el pueblo de Muñoz Molina y del prota. El hilo del libro es la relación con su pueblo y su intrahistoria genialmente contada por Muñoz Molina. Por una parte, las ganas de salir del ambiente claustrofóbico de la insularidad rural de su infancia, por otro lado el deseo de regresar cuando se está lejos en un exilio que mitifica los recuerdos y finalmente con ese choque que se produce al reencontrarse los sueños de cuando te fuiste con las realidades de cuando regresas.

A mi me ha recordado mucho a un libro que me apasiona como es Camino de Sirga de Jesús Moncada (Ver post reseña); con la visión retrospectiva en el marco de un pueblo, donde se relata el porque las actuales relaciones son lo que son y cada personaje haciéndose en el transcurrir de la historia con sus frustraciones y sus sueños; sus vidas y sus aburrimientos. Porque quizás, para comprender las fotografías es necesario explicar mucho más. Imaginaos que sacáis una lata antigua de fotos añosas y empezáis a explicar quien es quien a alguien que los conoce ahora. Este es fulanito el hijo de la menganita que ahora es el tendero de la esquina, tan seco ahora y tan estupendo entonces… pues así.

La construcción de los personajes es estupenda, tienen pinta de ser en su mayoría reales y si no lo son, lo parecen. Por ejemplo, uno de los protagonistas, el jefe de la policía municipal, es el padre de Joaquín Sabina también natural de Ubeda. (Uno de los personajes del libro que más me han gustado, por cierto). En todo el friso de personajes cada uno va tomando cuerpo propio, relacionándose con los otros, y relacionándose a su vez con los fornicantes de nueva york que dan origen a la historia.

El narrador va contando su infancia y adolescencia que habita en sus recuerdos y que viaja al presente a través de las fotos de un baúl viejo y el cuadro de un jinete que observa como espectador cómo pasa el tiempo. El verdadero protagonista es también Magina, como el Macondo de García Márquez o el Mequinenza de Moncada contado con detalle y sentimiento, con el amor-odio de alguien que es de allí y tuvo que irse y a la vez quiere volver.

Por último, El Jinete Polaco también es metaliteratura, metalingüística en esa profesión de traductor simultaneo que juega con las palabras sin ser protagonista de ellas. Esa figura del traductor simultaneo que ya ha dado otros personajes literarios riquísimos como en Las travesuras de la niña mala de Vargas Llosa o Corazón tan blanco de Marías y al que tantas veces hace alusión Mendoza en carne propia. Se habla de los idiomas como puente para salir del pueblo. Ese trabajador de las palabras ajenas, el recuerdo de las palabras de las canciones en inglés como ventana a la modernidad en su adolescencia. La profesión como argamasa de la novela que ya usó Muñoz Molina en el pescatero de Plenilunio y que adquiere la genialidad en el Bascombe de Ford.

Los planetafobicos olvidaros que ganó el premio en el 91 porque también ganó el nacional de literatura que es más fiable. Bueno pues os dejo mis mejores referencias de este buen y largo libro que me he zampado en verano pero que tienen olor a tarde otoñal de noviembre cuando los días acortan para disfrutar sin prisa de la lectura de la preciosa lentitud de las historias bien contadas.

Otras Reseñas en este blog de libros de Muñoz Molina: Todo lo que era solido