"En esta tierra (en este blog) mentimos para ser felices.Pero ninguno de nosotros confunde la mentira con el engaño"
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lunes, 18 de agosto de 2014
El olvido que seremos de Abad Faciolince Opinión o el reverso de La virgen de los sicarios
jueves, 14 de agosto de 2014
Pólvora negra de Montero Glez. Opinión tras una relectura sin sacarla
He acabado Polvora negra de Montero Glez, y al llegar justo al final, después de “Aprieta el calor en Madrid y de las cloacas sube un tufo tan intenso como para marear a un perro,” he vuelto a empezar por el principio. Así, sin sacarla, de una sola tirada, como la cerveza que enlaza trompas y retoma en un domingo de resaca la borrachera del día anterior. Y he vuelto a la primera página para, de golpe y a tirón llegar de nuevo hasta la 60 y luego otra y otra y mucho más hasta que me he tenido que parar para no leerlo otra vez entero.
Y es en esa relectura imprevista, cuando me he encontrado con otro Montero Glez: con el currante, con la costurera que hilvana detalles, con las frases hechas más a golpe de neurona que de cadera, con un argumento más de orfebre que de escritor testicular; como si me echara la culpa de haber sido por un momento un pasapáginas que hablara de él con esa condescendencia de describirlo solo desde lo rudo, lo característico y lo castizo de su verbo. Es que parece que muchos, al hablar de como escribe, dijéramos que lo que hace fuera sencillo, como si todo fuera el resultado automático de un atracón de güisqui añoso sin participación del trabajo minucioso y el talento previo…
Del día que conocí a Montero Glez ya hablé cuando me topé con Cuando la noche obliga ,luego me he leído Sed de champan con su memorable comienzo que no repito para no gastarlo, y desde entonces los voy dosificando como esas noches salvajes veraniegas sin madrugada ni acto de contrición que de vez en cuando dan argumentos a nuestros inviernos. (Recordar que a Montero Glez me lo tomé por prescripción del Dr NaN)
Pólvora negra bebe de la historia, pero se recrea en ese lenguaje propio de Montero Glez. Nace de aquel intento de magnicidio a Alfonso Trece, bisabuelo del actual Felipe uvepalito, cometido por un anarquista niñopijo de Sabadell de nombre Mateo Morral. Pero eso es solo el marco, porque sobre el lienzo, se va pintando con brocha fina y en ese lenguaje que abre en canal cuerpos dormidos y entrepiernas de ursulinas, un oleo de personajes encarnados en el Madrid más profundo de principio del siglo XX. Son la Chelo, el teniente Beltrán, el Cojo, que como el Charolito o Luisardo ya son históricos entre los seguidores de la prelatura personal de Glez, (Quienes, sea dicho de paso, andamos buscamos milagros ya para su beatificación literaria).
Es verdad que a Montero Glez se le da mejor en este libro describir la villanía que la nobleza, mejor las calles gusaneras y de lenocinio de Madrid que los palacios y las chorreras (no por ello menos alcahuetas), pero al final todo está traducido al mismo idioma, a su idioma, quizá porque la hijoputez y los cuerpos encamados tanto da que sean de reyes que de villanos (En el recuerdo mi profe de político que nos decía aquello de ”a Isabel II la revolución le pilló en Sansebastian pero a la reina la pillaba cualquiera en cualquier parte”.
Ya os dije que a Montero Glez hay que leerlo despacio palabra a palabra, ahora además añado que está bien releerlo, porque el tapiz no tiene hilo suelto ni evento fuera de argumento. Cada personaje va y vuelve en su momento justo, y es normal que, arrastrado por la torrentera de palabras y metáforas abiertas, dejes escapar matices que descubres al regurgitar otra vez lo digerido, en una segunda lectura.
Bueno pues, ya veis que estoy totalmente enganchado a este hombre (además leo por ahí que prefiere antes a Fernando Vallejo que a Bolaño lo que para mi, luchador contra el bolañismo, ya es lo más) Leeros este libro pero antes iniciaros. Yo empezaría por Sed de Champan o por Cuando la noche Obliga y seguiría por este. Ahora me estoy leyendo en paralelo (ya sabéis mi costumbre de leer varios libros a la vez) un libro de artículos de futbol de Montero Glez “El gol mas lindo del mundo” que también me está encantando. (Este requiere la premisa de ser futbolero advance para saber de quienes habla, con beginner no basta).
Lo dicho a disfrutar del verano.
sábado, 9 de agosto de 2014
Tras la tormenta, el cielo dibuja sombras y el rio baja marrón
Tras la tormenta, el cielo dibuja sombras y el rio baja marrón. Las piedras reflejan tonos cobrizos y acerados de un sol tardío que renace adelantada la tarde. Los críos quieren salir de casa para buscar caracoles y pisar los charcos provocando a los mayores que les contamos obviedades como que se van a mojar: “ya, es que es precisamente lo que quieren”. El campo respira con la humedad fresca y las canaleras siguen desaguando lluvias y desasosiegos de las casas sin septiembres.
De repente oigo gritar al pequeño “Mira mira papa ha salido el arcoiris, y se ve entero no como en Zaragoza”. Y me doy cuenta de que es cierto, y que en Zaragoza nos hemos acostumbrado a ver demasiadas cosas a trozos, muchas tapadas, músicas con sordina y canciones sin letra para que todo se desenvuelva en nuestro habitual tono cansino como si a nadie le afectara nada de lo que pasa.
No sé porqué pero me viene a la cabeza aquella canción de La Bullonera que decía aquello de “aquí nunca pasa nada pero un día pasará”. Y me viene también que anoche mi sobrino me contó con una claridad que se le salía de las manos el porqué iban a montar un circulo de Podemos. “esencialmente para dar por culo a los que llevan treinta años mandando” que la verdad, como proyecto de futuro es una mierda, pero que como punto de partida no encuentro nada mejor. Renuncié a explicarle en todo lo que discrepaba para que se quedara en que, por lo menos, en algo coincidía y no me tildara de derechón de capital.
Y las nubes fueron jugando con el sol como un iluminador en el escenario que reparte al azar umbrías y solanas por aquí y por allá. Y se van haciendo brillantes los campos y apagadas las colinas y me recito de memoria y por lo bajinis los últimos versos del poema de Machado que tanto me gusta, inspirado por esta lluvia de agosto disfrazada de abril.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
jueves, 7 de agosto de 2014
Fotos tristes al atardecer.
Se entibia el aire, se adormece el día y las campanas amuelan el silencio con su impertinencia de letanía. Va oscureciendo, y la tarde se esconde tras el muro mientras las sombras naranjas juegan con los gatos y las chamineras.
Al fondo Peña Forca que como regla mellada perfila un horizonte de estío. Murmulla el rio que baja suave como el mes de julio esquivando piedras y estiajes hacia la tierra llana. Me apoyo en la baranda y pongo el separador en el libro que ya desemboca en un final predicho y esperado.
Huele a cena y busco el mar en una querencia de tarde adolescente de verano, cuando como hoy, las dudas y el futuro me visitaban como un mendigo disfrazado de invierno que recitaba el poeta a su burro.
Llegan mis hijos saltando, preguntando que donde estaba y me resulta difícil explicárselo, no vaya a ser que un día no lejano, en un intento de emularme, quieran bajar ellos también a lo profundo y a lo oscuro. “Dice la yaya que si quieres dos guebos fritos o lo que ha sobrado del mediodía” “Casi mejor los guebos con un poco de jamón ¿y vosotros?” Nosotros lo mismo que tú.
Abro la cancela que gruñe como un despertar de siesta y veo una nube de mosquitos que rodean la luz de la entrada que se me antoja el fanal de los pesqueros en las noches sin luna. Aun me da tiempo a respirar fuerte con los críos cada uno bajo un brazo que se me acurrucan buscando el calor o el cariño. “Anda llama a tu mujer, me dice mi suegra, que te han llamado del trabajo para no sé qué y dile que mejor que venga el viernes no le vaya a dar por venir mañana por la noche”.
Cierro la puerta y dejo fuera al día que queda ladrando en el porche como los perros hambrientos.