Vagaba y vagueaba hace unos dias por el paseo maritimo de ese pueblo del que decía Marsé que era un vertedero de zaragozanos adiposos jugando a petanca, cuando me tope con unos pobres niños ricos vendiendo pulseras a un euro. No eran manteros de color, gitanas echando la buenaventura o perroflautas cambiando artesanias por un duro de revolución. Eran niños ricos, digamos acomodados por no faltar, que invertían su tarde preadolescente en lograr unos chavos como incubadora emprendedora vendiendo sus manufacturas a los aborigenes del lugar.
Puse el grito en el cielo y mis manos en la cabeza pensando que iba lograr el asentimiento de mis compañeros de holganza; cuando, lejos de la felicitación ante tan evidente desmán, obtuve la más energica reprobación ante mi talante contrario al fomento del espiritu emprendedor en la infancia.
Y uno, que ya anda un tanto saturado de esoterismos emprendedores y bombillas iluminadas, puse mis entendederas a funcionar debatiendo conmigo mismo sobre si fomentar que los niños desarrollen "inciativas micromercantiles informales" era una buena manera de generar una sociedad emprendedora de mañana.
Y ya saben ustedes, fieles lectores de esta borrachera de frases que constituye este blog, que a veces la poesía es la más bella de las artes y otra el refugio y escusa de escritores vagos. Y siendo esta segunda alternativa la más plausible descripción que me define, opte por exteriorizar mis esguinces de magin en los versos que siguen:
Los niños no deben aprender
a montarse empresas, sino a romper cristales
a chutar balones, a molestar a viejas
a creerse piratas y vestirse de princesas
a disfrutar mucho, a soñar mucho
a imaginar e imaginarse mucho.
Los adolescentes no deben aprender
a montarse empresas, sino a meterse mano
sin decoro, a buscar la mirada
del chico que desean,
a soportar los complejos que les hunden
a no ser protagonistas, a tener referentes;
a frustrarse, a aburrirse, a triunfar a veces (pocas veces)
a leer, a leer mucho, a segir leyendo
a escribir versos de (des) amor
para (des) ordenar las ideas y el caos de sentimientos
que es ir viviendo.
Porque si imaginas, si sueñas
si te frustras y disfrutas
si te ordenas,
si tienes referentes
si lees y te escribes
si empatizas
con el otro
al final creo que sabrás montar empresas.