lunes, 11 de mayo de 2020

El Hechicerismo según Viveiro. Doctrina y práctica.


Sostiene Viveiro Ruiz dentro de su nueva dedicación como trol en grupos conservadores de guasap que estamos atrapados por una lacra social que es el Hechicerismo. Esto es, que determinadas profesiones se han arrogado un halo de misticismo, exigiendo a los demás pleitesía y obediencia en cualquier tema del que hablen, deslegitimando al resto de profesiones para poderles siquiera contradecir.
Estos iluminados, como los hechiceros de las tribus antiguas, han logrado ubicarse al lado de los jefes como sus asesores áulicos investidos de poderes y privilegios especiales dado su carácter de gurú de confianza de la autoridad. Por otra parte, el jefe de la tribu encuentra en ellos la excusa perfecta para exonerarse de toda responsabilidad política achacando la decisión a la sabiduría incontrovertible de un grupo de expertos seleccionados, perdón del grupo de hechiceros.

Si bien su diagnóstico (el de Viveiro) afecta a varias profesiones, diremos que la diana de sus dardos está mayoritariamente dirigida a los hechiceros del colectivo médico  (Que los excelentes galenos de este blog me y le perdonen). Y sobre todo referidas a afirmaciones en temas de los que, sostiene el de los viernes, no tienen ni puñetera idea por estar fuera de su ámbito de estudio.
Es cierto que mi amigo Viveiro, en defensa de su curriculum, parte de una posición veterinarista de la vida y la salud que se resume en que no existe problema que no pueda solucionarse con el sacrificio del animal. Y que la visión del éxito de una actuación se mide en la unidad de medida granja y nunca en la unidad de medida individuo. O sea que si para salvar la comunidad de vecinos hay que sacrificar a la vecina del tercero C se tiene que hacer. Teoría radical pero que en lo que refiere a las comunidades de propietarios encontraría más de un defensor.

Viveiro, lo ha enfocado, no sé si con razón o no, contra el podólogo que como médico que es , se pone a opinar de epidemiología general  “tras su bata blanca de hechicero”. Y que no admite la opinión de los expertos veterinarios que llevan lidiando con epidemias, pandemias y similares toda su vida y a los que ahora los hechiceros no dejan ni hablar, cuando podrían decir muchas cosas.
Y mirad, un servidor como pensador de todo y experto en nada que soy, me he puesto a darle un par de vueltas sobre el hechicerismo y los Hechiceros que te puedes encontrar en las empresas. Veo a determinados informáticos, algunos de prevención, y técnicos de calidad variados… que no es que sean expertos en algo, sino que son "los expertos" en general: igual son eruditos sobre la extrusión del polietileno en granza que sobre la parcelación agraria en la segunda república porque de todo saben y todo está bajo su ámbito de conocimiento.

Ellos nunca están en un rango de jerarquía sino que están de colaterales de la gran jefatura a la que asesoran “desde lo técnico” por supuesto. Luego se cobijan en la ley (como los hechiceros lo hacían en pócimas o alquimias). Tal cosa no sé puede hacer porque lo dice la ley de prevención, tal cosa no se puede hacer porque lo dice la ley de protección de datos... bueno, vale pues si lo dice la ley algo tendremos que decir los los juristas y si es sobre los procedimientos lo harán los ingenieros ¿no? Pues no. 
 - “Oye que yo soy un experto sobre eso" (y sobre todo) y además tengo el informe de una consultoría externa” 
- Yyyy bien? Puede que tengan y tengas razón, pero ¿podré ponerlo en cuestión no? 
- Eso díselo al jefe, dile que sus consultores externos son una mierda. Eso guapo lo has dicho tú, lo que yo digo es precisamente que ya que me están cobrando y son muy buenos me tendrán (me tendreis) que dar argumentos. (Los consultores llaman los viernes).

En el grupo de amigos, lo somos desde los siete años o antes, ya nos conocemos tirando a mucho y de normal las teorías de Viveiro y las de los demás la verdad les hacemos un caso… vamos a decir que relativo y ponderado. Lo que no impide que en ocasiones (y a escondidas) reconozcamos que algo de razón puede tener como en este caso el albéitar de los viernes.

PD-. Ruego disculpas a todas las profesiones aludidas incluso a los informáticos que me permiten teletrabajar.

viernes, 8 de mayo de 2020

Musee des Beaux Arts o El padre de Blancanieves







Vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Parece que acaba la fiesta y los padres y las madres enterrados se convierten en números en medio de una estadística desafortunada. Un trimestre aciago en medio de aquel año bisiesto. 
Nosotros, como el padre de Blancanieves, asistimos impasibles ante la tropelía de nuestros representantes, guardamos silencio para que nadie nos afilie porque en este puto pais no puede haber crítica sin bandera ni exigencia de responsabilidad sin asignación de siglas.
Silogismos dislocados: "nosotros no somos responsables ellos lo hubieran hecho igual o peor" y nosotros silentes, imperterritos, como el labrador y el barco que continuan sus tareas en el poema de W.H.Auden. En el cuadro de Breughel ellos siguen sus labores y sus caminos mientras Icaro chapotea en una esquina a punto de ahogarse tras caer del cielo , como el caballo del torturador que se rasca aburrido el culo en el arbol mientras su jefe desholla al preso.
Ya nada nos asombra. En unas semanas volveremos a trabajar o no, abriremos nuestras tiendas o no, mandaremos memes de risas por el guasap, haremos trending topic a jorge javier y aplaudiremos desde los balcones un rato más mientras echamos la culpa a Franco o a Stalin; a Napoleón o a los Reyes católicos de las desgracias que nos pasen. Veremos partidos de futbol, mucho futbol y debates insustanciales sobre si está más buena Pilar Rubio o la novia de Jordi Alba y la nueva normalidad será tan vomitivamente normal como la antigua.
Aporto mi traducción, liberrima como siempre, del poema de W.H. Auden un poeta siempre certero  del que mi pobre inglés exprime el contenido como puede y la belleza de los símiles e imágenes más que de las palabras que con dificultad entiendo.




About suffering they were never wrong,
the old Masters: how well they understood
its human position: how it takes place
while someone else is eating or opening a window or just walking dully along;

How, when the aged are reverently, passionately waiting
for the miraculous birth, there always must be
children who did not specially want it to happen, skating
on a pond at the edge of the wood:

They never forgot
that even the dreadful martyrdom must run its course
anyhow in a corner, some untidy spot
where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse
scratches its innocent behind on a tree.

In Breughel's Icarus, for instance: how everything turns away
quite leisurely from the disaster; the ploughman may
have heard the splash, the forsaken cry,
but for him it was not an important failure; the sun shone
as it had to on the white legs disappearing into the green water,

And the expensive delicate ship that must have seen
something amazing, a boy falling out of the sky,
had somewhere to get to and sailed calmly on.


Sobre el dolor y el sufrimiento ajeno jamás se equivocaron
los viejos maestros. Que bien entendieron
lo que significaba para los hombres.

Como el sufrimiento nos acompaña
mientras los otros comen,
y abren las ventanas como cada día
y pasean tranquilamente sin mayor interés.

Como mientras los mayores esperan reverencialmente
el milagroso Nacimiento,
hay críos patinando en el lago junto al bosque
sin darle más importancia a lo que suceda.

Ellos nunca olvidan que aun cuando el martirio siga su curso
en un rincón desordenado
los perros siguen con sus vidas de perros
y el caballo del torturador se restriega
contra un árbol de forma inocente.

Por ejemplo en el Icaro de Breughel: todo el mundo
da la espalda calladamente al desastre
el labrador debe haber oído el estruendo, el grito, el lamento;
pero para ellos no era un asunto de importancia;
el sol seguía brillando mientras los pies desaparecían
en el agua verde.

Y el precioso velero que sin duda debió ver algo tan extraordinario
como un niño cayendo del cielo
se encamina pausado, sin embargo,
hacia no sé que lugar
dónde había puesto destino.