Cuando vosotros leéis mis
peripecias conyugales con la minipimer y otras truculentas historias de
frugales comidas montañeras seguro que pensáis que son circunstancias normales que se derivan de la prolongada convivencia desde hace más de quince años con la misma persona, la nuera de la consuelo. Pero os equivocáis, porque ya en un principio era (éramos) así. Así me enamoré de ella y así seguimos en una constante lucha diaria entre abrazarnos y arrancarnos la cabeza a partes iguales
Para que veáis que nuestras aventuras se remontan al siglo pasado, en los próximos capítulos, si os parece bien, os contaré algunas anécdotas de nuestro viaje de novios. Lo haremos salteado para no cansar y como en las buenas series empezaremos con dos episodios.
CAPITULO 1 “BASQUET COUNTRY”
Un par de circunstancias previas para comprender algunas cosas que se contaran: Uno: Mi mujer no habla nada de inglés (nada es nada de nada). Dos: Ella cree que yo todavía sé menos, lo que es evidentemente falso…bueno, es cierto que algunos errores, como el del hotel de Nueva Zelanda, han contribuido a su creencia… pero que conste que menos que ella no sé.
Esto era que llegábamos cansados del viaje a un hotel en Auckland y me lance a hacer el check in. Para mi regocijo, la recepcionista era una bella jovencita que tras, no sé porqué, adivinarme español, accedió a estar departiendo conmigo durante al menos quince minutos sobre un tema tan apasionante como el baloncesto.
Yo la escuchaba muchas veces decir “basquet country” y pensaba que me hablaba obviamente “del básquet de su country” y es por ello que desplegué todos mis conocimientos en el deporte del aro, con el afán de prolongar en lo posible mi inocuo recreo visual.
Pero cual mi sorpresa tras unos minutos, cuando empecé a descubrir, que intercalaba la palabra boyfriend demasiado a menudo y muy pocas veces palabras de triples y de mates. Así mismo me di cuenta de que la moza iba poniendo progresivamente cara de besugo escaldado.
Dado lo improbable de que fuera yo la causa de su desasosiego, ni que estuviera haciéndome proposiciones deshonestas en presencia de mi esposa…la cual ya empezaba a enseñar sus amenazantes dientes a la kiwi, me replantee el objeto de nuestra conversación y a través de sutiles preguntas llegué a la conclusión de que estaba incurriendo en un pequeño error: y que lejos de hablar del basquet de su country llevaba un rato haciendo alusión a un noviete que se habia echado “del vasqui country” osea de Bilbao y que le debió dejar mella porque seguía cotorreando de manera incansable. Era por eso que la mujer hacia caso omiso a mis graciosos comentarios sobre el nefasto pedro barthe y el admirado trecet., mientras como os imaginais mi mujer, sosegada ya su animadversión a la de nuestras antípodas, no pudo para de reír en un buen rato tras saber mi desvarío semántico.
-“Hijo mío te has quedado alelado hablando con la buenorra y no te concentras en lo que te dice y claro no te enteras”
-“Joder pues si tuvo un novio de Bilbao que hubiera aprendido algo de español ¿no? Además estos tios neozelandeses hablan raro y cualquiera puede confundir vasqui y básquet…”
-“Pero no te dabas cuenta de que tu le hablabas de canastas y ella te contestaba cosas con love, ¿igual pensabas que te lo decía a ti?
- pues las cajeras del mercadona me llaman corazón, así que no sé por qué esta jamona no me va a llamar amor…además no gruñas que al final nos han dado la suite grande gracias a mi…
-”ya claro de alguna manera te tenía que pagar las risas que se ha echado a tu consta cuando se ha enterado”.
Pero esta historia es de la mitad y mejor que empecemos por el principio en sucesivos capítulos …(continuara)
(Ir al capitulo siguiente)
CAPITULO 2 “LOS FILIPINOS”
Como el viaje hasta Australia era larguito una compañera de curro me dijo que si volabas en la singapore airlines, a mitad de camino podías hacer una cosa muy recomendable que es la estancia de escala (stopover o algo así) de tres días en Singapur. El avión era sencillamente espectacular… para mi asombro de joven ciudadano de provincias, cada asiento tenía su propia tele y un mogollón de juegos gratis entre los que se encontraba el tetris. Al juego de las piezas dedique 8 horas ininterrumpidas de mi vida, mientras mi recien estrenada mujer roncaba cual bebe. De vez en cuando abría un ojo y me decía su a posteriori famosa frase “estas enganchado, esto te va a volver lelo” que luego con el discurrir de los tiempos ha aplicado también al mundo de los blogs y a casi todas mis adicciones adultas con el mismo encomio y descrédito hacia mi persona.
Abro paréntesis en este punto, para detallar una neurosis que me acucia en los aeropuertos consistente en revisar cada cinco minutos todo lo que llevo encima, es decir, cada uno de mis mil objetos, billetes y papeles. Esta neurosis hace que en picos d
e intensidad vacíe todos y cada uno de mis bolsillos en la primera mesa que vea para hacer contabilidad de bienes y documentos. Mi mujer que es sabia (maligna pero sabia) me encomienda labores peregrinas para entretenerme y quitarme esa manía de la cabeza: ir a preguntar obviedades a la información, comprar cosas inútiles como un paquete de filipinos… y así fue por ejemplo a la salida de Madrid donde fui a comprar un paquete de los riquísimos bollitos “por si acaso que nunca se sabe”.
Llegamos a Singapur…y siguiendo con esta terapia, lo primero que hizo mai guaif al salir al aeropuerto fue mandarme a preguntar si el cartel de la maleta significaba que era donde había que recogerlas. Pero si esta claro en el cartel… ¿Tu estás seguro de que te enteras de los carteles en inglés, anda haz el favor de preguntar que tienes tan poca idea como yo? Oye pequeña que yo tengo tres años de la escuela de idiomas… vale vale pero pregunta.
Y allí que la abandoné con su mochila y las zarpas llenas de chocolate de los filipinos madrileños que en contra de sus principios culinarios espartanos había empezado a finiquitar. Mientras tanto, me marché a preguntar a unos amables chinitos que me dijeran donde buscar las preciosas maletas obsequio de mi suegra. Madre mia que mierda de maletas lleváis anda que ya os compro yo unas de las que no se abren que en estas os meten droga seguro. (las suegras no se si aciertan en las predicciones o las provocan)
Quedando claro que el cartel con una maleta indicaba efectivamente el lugar de recepción de las maletas, me encontré con sorpresa al regreso, a mi amada junimuner rodeada de policías de ojos rasgados armados (escenificando no sé si un remake de golpe en la pequeña china o un capitulo de los serrano), mientras un perrillo con chaleco amarillo movía el rabo saltando a su alrededor, contento e histriónico cual seguidora de bisbal. Descartando que hubieran confundido a mi mujer por una estrella de cine oriental o que le hubiera dado por el amaestramiento canino en pleno viaje de novios…deduje que algún tipo de problema había.
De entrada y para empezar, les atice un “guat japens is mai guaif, gui ar espanis junimuners” que les deje apabilados. Pero contemplé que el perro ignorando mi fluido inglés, seguía dando saltitos histéricos rodeando a mi señora y su mochila. El chino que hacia de director del comando estaba atacado señalando al perro y dirigiéndose a mi mujer en tono conminatorio, mientras ésta, trataba de convencerle de que no era farlopera, (ni infante consorte), utilizando la clara frase de “no tengo ni idea de lo que me cuentas, maño, pero yo no le hecho nada a tu perro así que mira a ver si lo tranquilizas”. Vaciamos la mochila varias veces sin aplacar el furor canino, pero… nos dejamos un bolsillo lateral ¿Y qué había en él?
…un momento antes de la repatriación se me ilumino la bombilla y me acordé de los filipinos. Y sacandolos del bolsillo, se los enseñé al “poliperro oriental del todo a cien” que en una actitud mas propia de humor amarillo que del buen oficio policial dejo de perseguir a mi señora para proceder a hacerlo con las migajas de filipinos del suelo. Tras unas educadas disculpas por parte de los charlys, proseguimos nuestro camino no sin antes hacer un breve recuento por mi parte de billetes y guías.