sábado, 26 de noviembre de 2022

Una canción de Milanés que me gusta y atemoriza.

Qué bella y hermosa tristeza me genera desde siempre esta canción, qué perplejidad ante la palabra que se enlaza, con mucho tiento y un poco de azar, con la siguiente para hacer frases insinuantes más que significativas. Que ansía de huir, que sumisión al destino. Que rebeldía ante el dios que nos pide sacrificios para tan solo concedernos algún deseo de vez en cuando. Qué ganas de romper las cadenas de la racionalidad para vivir en el mundo de la imaginación que linda con el de la locura y la existencia tras el espejo. No apagues aun la luz de la candela, de la palabra y el verso escrito que es de lo poco que aun nos alumbra. Pero no te adormezcas, amigo, por la palabra estilizada y hermosa; no pienses que todo lo curará la poesía, hay lágrimas inevitables que todavia hay que llorar al despertar.

La letra es de Raul Torres la cantó Milanés en directo una noche en la que yo andaba por el alfeizar de la vida contando estrellas

Necesitas una fuga, catatónica, nocturna, un viento breveAl edén de un sábado, donde un ave miope te espera leve,De las malas colisiones, no te puedes escapar, candil de nieve,Y es que si lo ves volando sobre el labio de otra florTe encolerizas, te ruborizas candil de nieve.
Enciéndete clavel, cuando amanecer veas la razónDe lo que te faltó, luego no alcanzó, más tu corazón.No pienso que sufrir es aquella opciónQue nos dio algún dios para salvarnos;No apagues el candilO la nieve te hunde en el centro del dolor.
Necesitas una fuga hacia un mundo verdadero, de locuraY cuando vengan por ti no sólo ha de deslumbrarte la hermosura.Otras lágrimas te esperan cual angustias pasajeras en tu caminoY otras musas más ligeras pintarán y tocarán otro destinoSal a buscarlas candil de nieve.
Enciéndete clavel, cuando amanecer veas la razónDe lo que se te dio, luego no alcanzó más tu corazón.No pienso que sufrir, es aquella opciónQue nos dio algún dios para salvarnos.No apagues el candilO la nieve te hunde en el centro del dolor.
 

 

viernes, 11 de noviembre de 2022

La llama de Focea. Opinión y Crítica. Lorenzo Silva con cara de Murakami

 

Vila nos vuelve a traer esa imagen, para mi atrayente, de que cualquiera podemos ser un criminal si en el momento determinado giramos a la izquierda en lugar de a la derecha, si aquella noche de verano hubiéramos bebido cuatro cervezas de más antes de coger el coche o si hubiéramos decidido hacernos pareja de aquella moza que acabo rayada en un rincón. Todos menos Bevilaqua, que siempre optaría por la mesura, el bien y la legalidad en esa asepsia respecto al crimen que le hace flotar sobre las aguas procelosas de la delincuencia. Pues mira que no. Llega Lorenzo y se nos desmarca en este libro contándonos que también Ruben “el guripa santurrón” tuvo ocasión de vagar por los infiernos allá en su tierna juventud. Jódete y baila que dicen en mi pueblo.

Vamos a ver, tampoco nos vengamos arriba. Todos sus grupies sabemos que a Silva describir lo morboso se le da regular. Ósea, que nadie espere aquí un truculento pasaje de sexo salvaje y prohibido, un esnife de polvitos sobre el tricornio o arrancarle las uñas en un interrogatorio a un etarra hasta que cante el caralsol. Nada de eso. Pero sí que nos regala trozos de su juventud iniciática en el gremio y un cierto funambulismo entre el bien y el mal que podría haberle hecho caer en el lado oscuro.

La llama de Focea es la segunda parte de El mal de corcira y si te gustó aquel como me gusto a mi, te gustará este; si por el contrario Vila te pareció un monsergas y un intenso tirando a viejuno te puedes ahorrar este absolutamente. Cada cosa que le pasa hace una reflexión de tres párrafos sobre la vida y la existencia, si le saluda un niño rollete que me casco sobre la infancia, que le saluda un abuelo, página que te endiño sobre la senectud.. pero así es él y así le queremos.

Y todo ello trufado de erudiciones resabiadas sobre literatura, música de jazz, héroes mitológicos y poemas de battiato; por un momento me he apuntado en un ladillo que ha Lorenzo Silva se le estaba poniendo cara de Murakami. (que nadie lo entienda como demerito, a mi me encanta el japonés). Pero también un poco tonillo de Richard Ford en ese deseo de contar la historia de América, aquí la de España, a través de su personaje. En El mal de Corcira nos comparó el país vasco de entonces con el de ahora y aquí en La llama Focea el nacimiento inexplicable de la radicalidad catalana originaria en cotejo constante con los actuales niñatos de Pujol y Puigdemont quemando contenedores en la via layetana, que mandan güebos.

Un servidor que durante sus dos primeras décadas de vida se pegaba tres meses al año por la Cataluña puyolera tiene su propia opinión (ya la he puesto por aquí) . Y he de decir que en mucho coincidente con la del autor en un filocatalanismo que me ha causado más reproches que alabanzas. Discrepo, sin embargo, de tanto rollete con el seny y la rauxa y tanta historia medieval sencillamente inventada y creo que el origen de lo que pasa hoy está más cerca de la historia del Fill del xofer de Amat que por otra cosa.

El nacionalismo catalán tiene, en mi opinión, mucho de económico detrás. Y así lo entiende también don lorenzo. Mucho pijo aburrido queriendo hacer revoluciones y pillando cacho y mucho tonto haciéndoles seguidismo; pero lo mismo que Silva en ocasiones también me perplejo. Nunca me hubiera creído que alguna amiguica mia que por entonces solo follaba con condones Pierre Cardin andaría ahora señera en mano y dándose el pico con los que para ella, de entonces, eran piejosos cuperos, y hoy lideres de la liberación; pero así son las cosas y quien siembra lluvia recoge tempestades. En algún momento alguien reflexionará sobre la tragedia que ha sido para Cataluña el filldeputa de Pujol.

Lo dejo porque me va a pasar lo que a lorenzo Silva que en algunos momentos del libro está tan encasquillado en explicar el catalanismo que se olvida hasta de la muerta y de la benéfica Chamorro que la ha dejado en Galicia con cara de Cybill Shepherd en Luz de Luna esperando a su Bruce Willis de verde.

Como en su anterior libro Lorenzo Silva nos hace jugar con su maestría habitual a tres pistas: una en Galicia (que bonito el cameo que le permite a mi querido leo caldas), otra en la Barcelona actual con la sargento Salgado en papel estelar (puffffff) y una tercera hace treinta años en la Barcelona olímpica en la que Vila ya de regreso de las provincias vascongadas se hacia personaje de policiacas en la ciudad condal mientras se adentraba en la Barcelona costera de la prostitución y los polvitos de la risa. Sensacional los cambios de secuencia de uno a otro lado.

También juega arriba y abajo. Los delincuentes de organización internacional (Lorenzo, no creo que el embajador ruso te invite a cenar) en contrapunto con los raterillos del camino de Santiago. El juego al despiste típico de las policiacas de Silva, los sensacionales interrogatorios a las familias de las victimas que es cuando Vila hace su mejor papel, sus guiños y sus collejas a la política, la prensa y a la judicatura; su tradicional baboseo al tricornio y su blandez amorosa característica, (solo con recordar su música para feos se me escarpian las pelosidades) pero todo en el marco de la ortodoxia lorenciana que tanto nos gusta a muchos.

Igual que sigue con alguno de sus ramalazos, en este libro se ha corregido otros. Salvo un capitulillo no se amuerma demasiado haciendo una guía Lonely planet de la ciudad donde está; en lo de detallar el escalafón militar en cada frase también se ha controlado más y como comentaba yo mismo (modestia aparte) en alguna reseña de sus libros anteriores, Lorenzo Silva ha pasado de narrador a gran escritor. Escribe muy bien. Aunque en mi modesta opinión sin argumento policiaco que agüe la intensidad, los libros no policiacos que he leído de él se le apelmazan en demasía. Así que a seguir con los polis que se le da mejor.

Este es un buen libro en la línea de El mal de Corcira, hay capítulos estelares y aunque a veces se entretiene demasiado en divagaciones políticas, el resultado final es excelente. Continuamente hace referencias a libros anteriores que sus fans apreciamos en cuanto nos da una patina de gente experta en chamorrismo. Y saltea la historia con músicas y literaturas que siempre es de agradecer en una mezcla con ensoñaciones, polvos pasados, recuerdos y divagaciones. En definitiva Lorenzo Silva con cara de Murakami.

Leedlo.

Otras reseñas que he escrito de libros de Lorenzo Silva