domingo, 27 de diciembre de 2020

Canciones contadas. El testamento de Brassens

Los seguidores del otro blog ya sabeis que de vez en cuando me da por traducir, más bien versionar, canciones a mi bola. Y los seguidores de éste, también sabeis que tengo una etiqueta poco frecuentada de canciones contadas que es escribir un cuento basado en una canción. En este caso no he hecho ni una cosa ni la otra y como este año ha quedado esto un poco lánguido he colgado aquí en lugar de en el otro lado este divertimento dominical. 
El testamento.Una canción de mi admirado Brassens que me gusta y me hace reir.
Abraaaazuchos!!

 
 
 Cuando venga mi angel de la guarda a visitarme,
cansado ya del farragoso trabajo de cuidar mis pasos;
 cuando por muy tarde que sea, 
me diga eso de "tira pa´rriba que te esperan",
me haré el remolón seguro
como adolescente a las tres en domingo de resaca.
 
Le pondré excusas bellas y banales para demorar mi viaje:
¿Dónde iran los pajaros del viejo roble 
que ha de servir de madera a mi ataud?
¿A qué fuego de amantes ingratos
condenarán sus ramas que aun lucen explendor? 
No obligues que se derramen cielo y tierra por mi ausencia
ni que el sauce del camposanto se torne llorón
¿Por qué tanto empeño en quererme ahora
 el dios que de siempre me olvidó?
 
Cuando me indiques el camino al cementerio
dejame elegir, al menos, el camino más largo
y así poder deleitarme (auque sea un momento)
en todos mis pecados ya prescritos
contra el sexto mandamiento.
Déjame que haga novillos 
en la clase aburrida del juicio final,
si total tengo el suspenso garantizado, que más da.
 
No creo que moleste al enterrador
que demore un ratillo mi presencia,
seguro que hay políticos y tertulianos 
que pueden cubrir mi ausencia.
Mientras tanto, te aseguro, que no perderé el tiempo
e iré a despedirme de todas mis amantes
para que el rigor mortis no sea la última rigidez
de mi último lamento
y que podamos deshojar la margarita del bien y del mal
en lugar del crisantemo nupcial.

Para el responso elegid las palabras más tristes
en un último intento 
de que mi viuda suelte alguna lágrima, aun fingida, por mí.
(Llevad cebolla cortada 
por si las palabras no lo pueden conseguir).
Como no soy rencoroso
aseguraos de conseguirle un nuevo novio
de mi tamaño o similar,
(no penseis en suciedades que podrían desmentirse
en cualquier lupanar)
sino por aprovechar mis zapatos de boda
y mis camisas que queden sin estrenar.
 
Que beba mi vino,
que enseñe a mi mujer lo que es un hombre de verdad,
pero por favor exigirle que respete 
lo importante de mi hogar:
no me refiero a mis hijos, lo podeis imaginar,
ni algun gato callejero que me quiera maullar
me refiero a mis libros de versos 
que harán de testamento vital.
 
No he sido un hombre malo,
quizá travieso nada más,
pero regresaré para arañarle como su remoridimiento
si veo mis ripios en algún mercadillo de obra social.

Lo demás está dicho
podeís poner a la puerta de mi negocio
"cerrado por defunción" o "se ha ido a dar una vuelta no más,
pero no olvideis mi epitafio en la fosa común
"murió casi sin estrenar".

 


Je serai triste comme un saule
Quand le Dieu qui partout me suit
Me dira, la main sur l'épaule
"Va-t'en voir là-haut si j'y suis"
Alors, du ciel et de la terre
Il me faudra faire mon deuil
Est-il encor debout le chêne
Ou le sapin de mon cercueil

S'il faut aller au cimetière
J'prendrai le chemin le plus long
J'ferai la tombe buissonnière
J'quitterai la vie à reculons
Tant pis si les croqu'-morts me grondent
Tant pis s'ils me croient fou à lier
Je veux partir pour l'autre monde
Par le chemin des écoliers

Avant d'aller conter fleurette
Aux belles âmes des damnées
Je rêv' d'encore une amourette
Je rêv' d'encor m'enjuponner
Encore un' fois dire: "Je t'aime"
Encore un' fois perdre le nord
En effeuillant le chrysanthème
Qui est la marguerite des morts

Dieu veuill' que ma veuve s'alarme
En enterrant son compagnon
Et qu'pour lui fair' verser des larmes
Il n'y ait pas besoin d'oignon

Qu'elle prenne en secondes noces
Un époux de mon acabit
Il pourra profiter d'mes bottes
Et d'mes pantoufl's et d'mes habits

Qu'il boiv' mon vin, qu'il aim' ma femme
Qu'il fum' ma pipe et mon tabac
Mais que jamais - mort de mon âme
Jamais il ne fouette mes chats
Quoique je n'aie pas un atome
Une ombre de méchanceté
S'il fouett' mes chats, y a un fantôme
Qui viendra le persécuter

Ici-gît une feuille morte
Ici finit mon testament
On a marque dessus ma porte
"Fermé pour caus' d'enterrement"
J'ai quitté la vie sans rancune
J'aurai plus jamais mal aux dents
Me v'là dans la fosse commune
La fosse commune du temps




 

jueves, 17 de diciembre de 2020

La fuerza del optimismo y la tranquilidad aprendida: los ratones de Richard GM Morris, los perritos de Seligman y las golosinas de Mischel

Leo en el libro La fuerza del optimismo de mi adorado Rojas Marcos la importancia de ser optimista para conseguir ganar la tranquilidad vital que te permite vadear ríos y solventar mejor problemas. 

Podría resumirse en que si estas nervioso, pensando en que no lo vas a conseguir, braceas más rápido y te ahogas, si estás tranquilo, con la confianza de que otras veces los has logrado, nadas a ritmo y sin chapotear y terminas la mayoría de las veces pasando.

Dicho de otra manera "la gente que está acostumbrada a que las cosas le vayan bien es más proclive a que las cosas le vayan bien"  porque afrontan los retos con tranquilidad, en tanto que aquellos que no han tenido la oportunidad privilegiada de probar antes, cualquier reto les genera la paralisis de la incertidumbre que al final lleva al fracaso.

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Pero esto, con ser cierto tiene a mi modo de ver tiene una trampa. Pienso en “el espíritu emprendedor de los niños ricos” que como los ratoncillos de Morris (os copio al final el texto) han visto que en las anteriores ocasiones que han intentado la aventura de cruzar el rio, cuando la cosa iba mal había un pedrusco en el que apoyarse. Ahora que apuestan sin saber si hay pedrusco o no confían en que lo siga habiendo, por ello no se ven en la necesidad de bracear a lo loco que es justo lo que a los otros ratoncillos noveles les hace terminar en el fondo.

Imaginemos que dos crios se van a montar en una montaña rusa. El uno es el hijo del dueño y sabe que si estás tranquilo no pasa nada incluso el riesgo te divierte; el segundo por contra es la primera vez que monta y cuando el cacharro enpieza a funcionar se pone tan nervioso que se pone de pie para ise y se cae. 

El riesgo conocido hace que en el siguiente intento los ratones privilegiados estén tranquilos ya que saben a lo que se atienen (en el viaje por la charca de Morris naden más distendidos lo que les permite llegar a la orilla). Se han habituado y han podido conocer el riesgo real. Mientras tanto si nunca antes han entrenado, la primera apuesta del “ratoncillo pobre” lo más lógico es que el emprendedor esté nervioso. Y alguien nervioso es más proclive a cagarla, nadar peor, y ahogarse. Quien ha podido pasar por la experiencia previa afronta mejor el reto en la siguiente vez y no se pone nervioso. No te preocupes por ir a juicio es una chorrada dice el abogado a su cliente (será para ti que vas todos los dias, para mi que es la primera vez, estoy atacado y sabe dios lo que contestaré nervioso al juez y la terminaré fastidiando)

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Ya sabemos, por tanto, que quien tiene una visión positiva de las posibilidades tiene más posibilildades de que le vaya bien que quien afronta el reto atenazado y al que el propio miedo al fracaso le genera el fracaso. Por contra también existe el habito pesimista porque en otras ocasiones anteriores te ha ido mal y te habituas a que siempre vaya a ser así. La indefensión aprendida de los perros de Saligman. (También pongo el texto al final). Si al tocar el comedor me da una descarga cada vez que lo intento, asumiré mi impotencia para los sigientes intentos aunque ya no esté electrificado el comedor.

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El tercer caso es el de la gratificación demorada de las golosinas de Mischel. (Este ejemplo es conocido: se encierra a un niño con una chocolatina y se le dice que si espera un rato sin comersela le darán dos) Y me da por pensar en lo que sucede a los niños que sienten que les hacen promesas sociales incumplidas (a veces incumplibles). Si te sacrificas con el estudio conseguirás mañana  un nivel retributivo mayor; si eres dócil en tu trabajo conseguirás en un par de años un ascenso; pero poco a poco van aprendiendo que eso no va a ser así y que las veces anteriores se han sacrificado infructuosamente. Entonces a la tercera vez se zampan las golosinas a lo que pueden y que le den pol culo a Mischel y a la gratificación doble demorada.

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Desde un punto de vista ex ante es cierto que el rico no hace trampas. No hay piedras de apoyo para ninguno dirá en este caso concreto; pero su “tranquilidad aprendida” le da ventaja sobre el novato que está tan nervioso que se atenaza o al acojonado derivado de que siempre que lo ha intentado antes le han electrocutado. El ratón rico aunque no haya piedras de apoyo (no haya privilegios para él) no se ahogará presa de su nerviosismo o su sobrecautela. El ratón pobre sin embargo, muere (no porque no haya apoyo para él) sino porque el miedo le atenaza ya que lo cree imposible porque nunca antes lo ha sabido factible. La siguiente vez se comerá las chuches a la primera que pueda o se retraerá siquiera antes de intentar cruzar el rio. Me como lo que puedo y ya me las apañaré para conseguir otra chuche luego. (Intuye que alguien le hace trampas y es así).

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En definitiva los ratones de Morris están acostumbrados a ganar, en tanto que los perros de Saligman están acostumbrados a perder y piensan que lo normal es que así siga sucediendo. Es la creencia en que las cosas seguirán pasando como han venido pasando; "la creencia del pavo de acción de gracias" que cree que siempre le seguirán dando de comer sus dueños hasta que llega el día inesperado que se lo comen a él.

¿Pero esto puede ser inducido por uno mismo? Hay una serie de autores Watzlawick, Nardone y alguno más que hablan de la fuerza de "actuar como sí..." o "el autoengaño positivo" que hace que en situaciones como las descritas se sustituya la duda por una seguridad (aun sabiéndola ficticia). Una certeza aunque sea ponerse en lo peor, evita el miedo paralizante previo que evita la incertidumbre que provoca lo temido. Personas celosas que hacen la vida imposible a su pareja, provocando que le ponga los cuernos (confirmando la hipotesis previa del celoso) porque no lo soporta un segundo más. (Hipotesis causantes e hipótesis negativas autocumplidas).

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Compraos La fuerza del Optimismo pero no os copreis el nuevo libro de Rojas Marcos “Optimismo y salud” es un refrito del primero. Luego se quejan de que los lectores hacemos trampas pirateando pero lo de sacar refritos navideños para hacer caja también tiene su aquel. Yo soy tan fanático que me compro absolutamente todo de Rojas Marcos pero ese es mi problema.

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TEXTOS de Morris, Saligman y Mischel.

1.- Los conejos de Morris

Richard G.M. Morris, profesor de Neurociencia de la Universidad de Edimburgo, interesado en la memoria de los roedores, llevó a cabo en su laboratorio un experimento que constaba de dos pruebas consecutivas. Previamente había escogido al azar dos docenas de conejillos de Indias o cobayas. En la primera prueba introdujo la mitad en un estanque de agua enturbiada con un poco de leche, para que no vieran unos cuantos montículos que había colocado en el fondo. Éstos eran los cobayas “con suerte”, porque mientras braceaban para flotar se podían apoyar y descansar temporalmente en los promontorios ocultos antes de proseguir su marcha en busca de una salida. A la otra docena de cobayas los metió en un estanque de aspecto similar pero sin montículos. Estos conejillos “desafortunados” no tenían más remedio que nadar sin descanso para no ahogarse. Después de un buen rato, Morris sacó a todos los exhaustos animalitos del agua para que se recuperaran.

A continuación el investigador echó a los veinticuatro cobayas a un estanque de agua, también enturbiada con leche, sin isletas donde descansar. Mientras los cobayas del grupo “con suerte” nadaban a un ritmo tranquilo, el grupo de cobayas “desafortunados” chapoteaba desesperadamente sin rumbo. Justo en el momento en que las puntiagudas narices de los agotados conejillos de Indias desaparecían bajo el agua, Morris los rescató de uno en uno y, después de apuntar el tiempo que habían nadado, los devolvió a sus jaulas extenuados y probablemente sorprendidos de estar vivos.

Cuando Morris calculó los minutos que los cobayas se habían mantenido a flote, descubrió que los del grupo “con suerte” habían nadado más del doble de tiempo que los “desafortunados”. Su conclusión fue que los conejillos “con suerte” nadaron más tranquilos y durante más tiempo porque recordaban las invisibles isletas salvadoras de la primera prueba, lo que les motivaba a buscarlas con la “esperanza” de encontrarlas. Por el contrario, los cobayas que durante la primera prueba no habían encontrado apoyo alguno, tenían menos motivación para nadar y hasta para sobrevivir.

2-. Los perritos de Seligman

Mientras tanto, en un laboratorio de la Universidad de Pensilvania, el profesor Martin Seligman estudiaba con un método parecido el comportamiento de perros que habían sido expuestos a diversas situaciones estresantes. En el experimento más conocido, Seligman formó dos grupos de canes elegidos al azar. Acto seguido, metió a un grupo en una jaula de metal en las que los animales recibían molestas descargas eléctricas cada poco segundos. Estos pobres perros, hiciesen lo que hiciesen, no podían escapar. Al otro grupo lo introdujo en una caja metálica igualmente electrificada pero de la que los canes escapaban empujando con el morro un panel que tenían enfrente. En un segundo experimento, puso a todos los perros juntos en una jaula electrificada de la que podían salir saltando una pequeña pared. Mientras que el grupo de canes que en la primera prueba había logrado controlar los calambres se liberaba en pocos segundos, los perros que en la primera prueba fueron incapaces de escapar de los molestos choques eléctricos permanecieron inertes y no hacían esfuerzo alguno por huir de la tortura.
Seligman calificó de indefensión la reacción de estos perros pasivos sufridores, y pensó que los animales habían aprendido en el primer experimento a sentirse indefensos y, como consecuencia, en situaciones posteriores de adversidad no consideraban la posibilidad de controlar su suerte. En cierta manera, se habían convertido en perros desesperanzados, recordaban lo ocurrido en la primera prueba y daban por hecho que sus respuestas no servirían para nada, por lo que ¿para qué intentarlo? Seligman también observó que estos canes “pesimistas” con el tiempo sufrían más enfermedades físicas y morían antes que los perros que no habían experimentado la situación de indefensión.

3-. Las golosinas de Mischel

Un niño recibe una golosina y una instrucción clara: se puede comer la golosina de inmediato, o esperar cinco minutos y comerse dos golosinas: El experimento requería observar desde una ventana con espejo semitransparente el comportamiento de esos niños a la suculenta propuesta. Y luego proseguía con el intento de identificar bajo que premisas unos niños lograban controlarse y otros se abalanzaban sobre el dulce. Y sobre todo como actuarían años después los niños que en su vida habían adquirido el habito de la gratificación demorada.



domingo, 6 de diciembre de 2020

UNA REPUBLICA SIN REPUBLICANOS: Dos libros de Chaves Nogales y Clara Campoamor

 

UNA REPUBLICA SIN REPUBLICANOS: Dos libros de Chaves Nogales y Clara Campoamor

El único problema de la república, aunque no pequeño, era que en España tan apenas había republicanos. Muchos habían luchado por conseguirla, pero a casi todos les sobraba la república en su deseo de lograr propósitos mayores. Los socialistas querían conseguir la dictadura del proletariado, los derechones querían conseguir la dictadura del fascismo, los autonomistas (como ahora) sus estatutos desigualitarios, algunos militares vieron un buen camino para conseguir en los despachos los honores que habían perdido en los campos de batalla y los curas, al sol que más calienta, querían seguir viviendo del cuento metiendo la mano en el puchero gobernara quien gobernara.

La imagen que nos quieren ahora vender de que el socialismo fue el mayor valedor de la república es sencillamente errónea cuando no malevolamente falsa. Por un lado, iban los republicanos y por otro lado (cuando no enfrente) estaban el sindicalismo socialista. Por ello si uno no está medianamente leído, le puede resultar tan chocante que en los dos excelentes libros que me acabo de engullir de dos indubitados republicanos como Chaves Nogales y Clara Campoamor pongan como chupa de domine la revolución anarco-socialista de 1936. (A sangre y fuego y La Revolución española vista por una republicana son dos excelentes libros que retratan despiadadamente la trastienda del bando rojo tras julio del 1936).

No es aquello de “escusatio non petita…, aquí nadie está defendiendo la equidistancia, ni tonteces como que el golpe de estado empezó en el 34 o que la república no fue una democracia verdadera (pocas lo eran entonces) como defienden algunos en un revisionismo absurdo. El fallido golpe de estado del 36 lo dieron los militares contra la clase política española y ellos fueron los principales culpables del golpe de estado. El porqué un golpe de estado se convirtió en una guerra civil que duró tres años es otra cosa y no está mal leerse estos dos libros para entender un poco mejor la cosa. Hay bastantes temas por estudiar para explicar el desastre español del 36 (…y lo que vino después) como para simplificar dibujando dos bandos rojos-fachas o relatar la guerra como el ejercito contra el pueblo; no fue el ejercito contra el pueblo porque el pueblo estaba en los dos lados. Como decía mi profe de filosofía: donde hay saber hay matiz, donde hay matiz hay distinción y donde no hay distinción hay confusión". Por eso es tan interesante leer estos dos libros.

El periodo que va desde el veto socialista a Martinez Barrio (la noche del 19 de julio) hasta el de asesinato y desolle del poumista Andreu Nin por el gobierno socialista en Junio de 1937 representa uno de los periodos más despreciables de la historia de España pero también como muestran los dos libros, el momento en el que lo humano se manifiesta como más humano. La existencia de dos maldades no compensa la una con la otra: Los militares colonialistas fracasados en busca de protagonismo , las matanzas del verano del 36 en la modelo de Madrid (por lo anarquistas) y Badajoz (por los rebeldes fascistas), el error Giral de armar a los ciudadanos, los paseos nocturnos por radicales cuando no por venganzas domésticas, tres años esperando la guerra mundial, la ilusión de ganar una guerra con tirachinas, la indecencia en la toma de poder por el estalinismo a través del caballo de troya del partido socialista, la intervención extrajera (Rusia, Alemania e Italia) y la no intervención extrajera (Francia e Inglaterra), el error de leer la historia al revés, el error de simplificar y unificar a las derechas ganadoras por lo que vino después.

 



¿QUE ERA SER REPUBLICANO?

 Los republicanos propiamente dichos eran unos burgueses progresistas y liberales, más o menos los que a principios del decinueve se hubieran llamado afrancesados, eran los verdaderos por no decir los únicos (y escasos) republicanos que había allá por el 31. Personas cultas que satinados de una leve capa de izquierdismo (como los azañistas y los radicalsocialistas) o de señoritismo meapilas (como don Niceto, Melquiades o Miguel Maura) no podían dejar de esconder un aire de superioridad sobre las hordas populacheras llenas de sindicalistas, anarquistas y gañanes de campo.

El pueblo, lo que se dice el pueblo, estaba currrando o muertos de hambre y tenía poco o nada que ver con estos señoritos republicanos que eran en muchos casos sus patronos y que seguramente solucionarían el mundo librepensador pero difícilmente a la clase obrera ya que sus intereses diferían, cuando no estaban exactamente en contra, de los de los obreros.

El republicanismo histórico como pensamiento antisistema contra monárquicos corruptos Es cierto que el republicanismo había existido en España desde el último tercio del diecinueve, pero ya desde entonces venía significando otra cosa que lo que nos han hecho (y siguen queriéndonos hacer creer). En aquel primer intento de república del 1873 ya se caracterizó por ser una mezcolanza de ideas minoritarias y una jaula de grillos (el que el primer presidente, don Estanislao, se largara a la francesa mandando a tomar pol culo a todos sus ministros diciéndoles en fluido catalán estar hasta los collons de todos ellos, ya hacía presagiar males mayores), pero sin entrar en lo que pasó en 1873 ese primer conato ya definió un poco lo que sería el embarullado sentir republicano del siglo XIX.

Ruiz Zorrilla, Pi y Margall o el viejo Salmerón se empecinaron en aquellos años, no sin razón, más en derrocar el régimen de la restauración que al rey (que parece lo mismo, pero no lo es), quien por otra parte, como buen Borbón, estaba más empeñado en echar casquetes con coristas que en minucias filosóficas y que, no sé si por eso, pronto se fue para el otro barrio dejando a su mami extranjera al frente del gallinero nacional.

Pues como os iba diciendo la república significaba la oposición minoritaria y filosófica al poder establecido: ser republicano era estar en contra, en contra de la camarilla de chupapollas que rodeaban al rey, del caciquismo, del encasillamiento desde Madríd  (lacra de nuestra democracia que sigue presente colocando al más tonto de la capi o al más sinvergüenza como diputado de provincias) y la política falsaria de curas, centralistas y conservadores (las tres ces que defendían a la cuarta que era la corona, legitimaría por omisión de las tropelías de todos ellos), pero esa República ideal era tan solo una ensoñación, en el exilio parisino en la mayoría de casos, y apoyados por lo bajinis por una clase media burguesa de provincianos leídos (y hasta los guebos de los pijos monárquicos de Madrid) que tan solo eran capaces de elucubrar sus penas entre licores en las tertulias ilustradas o disfrazados de payasos en las logias del lugar.

Lerroux y los republicanos radicales “de centro” En estas se produce un acontecer peculiar a principios de 1900 en el mundo republicano patrio que es la aparición de don Alejandro Lerroux, periodista sin carnet que vagaba entre lo populista y lo populachero, lenguaraz, demagogo y también republicano que aposentó sus nalgas en la “segunda Madrid” ósea en Barcelona del salto de siglo. A Lerroux se le define antes enumerando sus antis que sus pros. Era señorito pero antiburgués, obrerista pero antisindical, era anticlerical a muerte (celebre es su esputo “destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para civilizar la especie”) pero por encima de todo era anticatalanista personalizando sus ráfagas en la “burguesía comercial, exesclavista y ultraconservadora barcelonesa” lo que hizo atraerse a no pocos obreros antiburgueses robándoles clientes a los sindicalistas socialistas a los que odiaba (y ellos a él en justa correspondencia). Bueno, he dicho por encima de todo anticatalanista. No es cierto, Lerroux era por encima de todo Lerrouxista, de sí mismo y de sus ganas de notoriedad y riqueza. Y también un patán que intentaba disimular su incultura tras sus exabruptos. Imaginaos a los finolis de Azaña, Alcala-Zamora, Miguel Maura sentados en la mesa con este tipo. Pero sin duda era carismático y consiguió atraer al mismo tiempo al provincianismo de señoritos descontentos y a los obreros no implicados en el sindicalismo revolucionario.

De lo voluble, o inexistente, de sus principios (el pedrismo no ha sido el primero  de la historia) y de su afán por el dinero dio enseguida cuenta. Los hechos del Cu-cut y el inicio de tiernas amistades con los piratas patrios de entonces March y Romanones dejaron claro por donde iba el cordobés. El Cu Cut fue un posicionamiento lerrouxista a favor de los militares que irrumpieron en un periódico catalanista que los criticaba (su anticatalanismo le hizo apoyar lo inapoyable y por no ponerse en el mismo bando de la burguesía catalana fue capaz de ponerse del lado de los paranoicos africanistas); esta evidente injusticia generó la reacción de todos contra Madrid formando Solidaridad catalana que lideraba “olé tus guebos” el viejo republicano almeriense Salmerón. Pues este señor Lerroux era de alguna manera el representante del republicanismo histórico llamado radical y de orígenes populistas y anticlericales. Y que luego sirvió de única opción digerible para todos aquellos antimonárquicos no confesionales que no querían posicionarse en posiciones sindicalistas.

El republicanismo de provincias En las provincias la vida siempre se ha movido a su ritmo, y aunque no lo crean los de la capi, de espaldas a Madrid …y Barcelona, con las filias y fobias propias de patio de vecinos. Por allí despuntaban, como ahora, jovencitos que se creían políticos cuando no eran sino lacayos del verdadero poder de siempre que no es otro que el económico local. Por ello, los partidos republicanos a nivel provincial solo eran franquiciados de los nombres vacíos que atildados mandaban en la capital. Como hoy el dueño de la tienda de barrio está orgulloso porque en el rotulo ponga colaborador de amazon, igual por aquellos entonces, los intelectuales de casino alardeaban de ser azañistas o mauristas según soplase el viento o les convinieran a sus intereses particulares. No pensemos, pues, en partidos jerarquizados sino más bien en agrupaciones de electores de cada provincia con la marca prestada por los partidos de Madrid.  

Cosa aparte es Cataluña y el País vasco donde el que fascistas integrales como Maciá, Dencás o el xenófobo carlistón Sabino Arana sigan siendo referentes para los actuales lideres republicanos me resulta una de las cuestiones más estomagantes del estudio de estas comunidades y sus ensoñaciones.

Pues en estas nos encontramos cuando don Miguel escondió el sable y se marchó para París. Unos herederos del republicanismo histórico de Salmerón divididos en distintas escisiones, el populismo de Lerroux, los burgueses madrileños del melifluo Azaña que provenía a su vez del melifluo Melquiades, los disfrazados de las logias jugando a carnavales y algunos catalanes que se decían republicanos (algunos más como antimadrileños que por otra cosa). Por la derecha los liberales que no soportaban más la camarilla real aunque fueran hijos de ella y los poderes políticos locales que querían diferenciarse de la derecha meapilas provinciana. Como veis poquico que ver con las reivindicaciones obreras de metalúrgicos, mineros, campesinos y ayudantes de taller que nos están queriendo vender.

Bueno voy a colgar ya esta historia que empezó como reseña y se me ha ido de las manos. Otro rato ya seguiré con los republicanos en tiempos de la república. Los pobres recibieron en seis años más palos que una estera vieja (por socialistas y anarquistas) que consideraban a los republicanos unos manospajillas en justa correspondencia con la consideración de iletrados jumentales que los republicanos les asignaban en muchos casos también de manera injusta sobre todo con los segundos..