“Cuando acabas un libro ¿cómo
sabes que lo has acabado? Nada de lo que he hecho ha tenido nunca un final” le
dice Eddie a Frank en Francamente Frank. Bascombe le responde: “Me pregunto
si tengo algo más que decir”. Yo creo que Frank todavía tiene bastante que
decir para dar por terminada esta saga de 5 libros y casi 2500 páginas.
Y es que el mundo, el mundo
estadounidense especialmente, está lleno de periodistas deportivos, compradores
de casas en Wyoming como logro de sus vidas e hijos de puta que en cualquier momento
pueden reventarte la cabeza para robarte un mierda coche.
Tras Día de la independencia
y Acción de gracias la tercera onomástica pudiera haber sido “El día de
san valentín” la efeméride más cercana al evento deportivo, los regalos por
compromiso, la alegría de anuncio de televisión, el amor de neón, el frio
febrero en Dakota del Sur tras visitar la clínica Mayo con tu hijo con ELA y
haber dejado en el camino setenta y pico años de vida.
El evento deportivo como paradigma
de la superficialidad llevada a la trascendencia. Las casas como alegoría del
sueño americano. La casa junto a la costa que representa la estabilidad, el “haber
llegado” y que, sin embargo, se lleva por delante, el día menos pensado, el Huracán
Sandy cuando creías que habías llegado al Periodo de estabilidad de tu vida
allá por los cincuenta y pico.
El viejo desván de la casa en
venta con recuerdos personales de los viejos propietarios que pensaban residir
allí para siempre. El regreso a la casa de tus padres donde construiste tu
infancia y que tuviste que abandonar sin posibilidad de retorno después de los
disparos. Estas preparada para unirte con tu Dios, le dice en la primera página
(Acción de gracias) el asesino a la profesora a la que va a reventar la
cabeza de un tiro. Es que esto es todo amigos.
Sé mía cierra el ciclo, la vuelta
al Periodista deportivo, vivir como sobrevivir sin más, (digo nada menos);
la vida como una cadena de eventos sin buscar grandes razones a lo que nos pasa,
sin la mística del destino, sin la utopía de los cielos “la manera en que se
nos escapa la vida es la vida” dice Frank en el Día de la independencia,
en ese otro viaje que nos contó con Paul adolescente.
Algo tan ridículo como ir a visitar
Rushmore fuera de temporada con tu hijo enfermo terminal. El descubrimiento del
camino, no para confesarse grandes verdades sino para reiterar la manera de ser
de cada uno en esa extraña relación que ya nos contaron en El día de la
Independencia. La cara de los cuatro presidentes americanos expresión de lo
grandilocuente sin fondo como objetivo ridículo de un viaje profundo y también símbolo de ese pensar "made in iuesei" ya un poco derogado (o no).
Richard Ford vuelve al road
movie, a la conversación en la cabina, al viaje sin sentido que da lugar a la
conversación larga y profunda (interna y externa) como en el Día de la independencia.
Llevarle una almohada a tu ex con parkinson ya le había dictado a Bascombe páginas
de una intensidad apasionante en Francamente Frank. (Para mi unas de las
mejores páginas del personaje.) Cuando Ann quiere buscar la causa, la esencia
de una vida absurda y superficial ya en la residencia y Frank renuncia a buscar
las causalidades de las desgracias sino sobrevivir a ellas. Un majareta con
escopeta, algo tan inexplicable como un ELA, la casa en la que fundiste tus
esfuerzos y tus renuncias y que se lleva la tormenta.” La felicidad es lo que
no es infelicidad”
La felicidad como el arte de ser
consciente de lo eventual de ir viviendo, de disfrutar de la irrelevancia sin buscar
permanentemente la causalidad o el argumento mitológico o religioso que
subraye. “La vida como arte de convivir con las desgracias. La capacidad de
olvidar, junto a la capacidad de sentirme bien cuando no hay nada bueno que
sentir es un talento que tengo” dice Frank en Sé mía.
La traducción de Sé mia me
ha parecido floja, no tanto por la traslación sino por la escritura en español (empezando
por el título que no he entendido, "San Valentin" hubiera estado mejor). Nada que
ver con el buen español de Zulaika en Canada o Incendios o Antolín Rato en el
día de la Independencia. Pero es que no es fácil traducir y editar estos libros,
si se hace bien. ¿Cómo transmitir al lector español los matices de cada
referencia anclada en lo estadounidense? Podría ponerse al final un listado de
notas con las explicaciones, pero haría imposible la lectura. Quizá sí sea posible
en un futuro, una relectura o una edición especial.
No nos engañemos, no es un libro
redondo como Acción de Gracias o El día de la independencia; a veces se disipa,
otras se ensortija en viejas fobias pseudopolíticas, tampoco destila lo
esencial de Bascombe como he leído en alguna crítica de corta-pega. Para mi “la
nueva normalidad” en Francamente Frank expone la esencia del personaje mucho
mejor que aquí. Pero llegados a este punto, tampoco queremos otra cosa que
reencontrarnos con el personaje, con el viejo amigo. El amigo al que tanto
denosté al principio confundiendo su filosofía vital frente a la desgracia con
su indiferencia por las cosas.
Tendría que escribirle otra carta
a Frank como desagravio por la que le mandé en 2010 cuando la afamada Molinos
me introdujo en el mundo fascinante de Richard Ford. Qué días aquellos de 2010
cuando yo tenía una edad parecida al Bascombe del Periodista deportivo y no
ahora, que estoy, o casi, en las puertas de Acción de gracias. Otro recuerdo
para NaN que abrió aquí interesantísimos debates al hilo de Bascombe enriqueciendo
como siempre los blogs que leía.
Pues eso, que a mi me parece que
esto no puede acabar aquí como parece decir todo el mundo (incluido el autor). El
“Periodo por defecto” “lo que nos queda” puede significar “lo que nos queda tras lo vivido” pero
también “lo que nos queda por vivir”. Yo seguiré esperando, al menos, un par de
cuentos más de Richard Ford, digo de Frank Bascombe.
Otros post que he escrito de Frank Bascombe
El periodista deportivo
El dia de la independencia
Acción de Gracias