Nada termina del todo. Por más que me proponga dar el salto a la indiferencia, todo trasiega con dos pasos hacia delante y un paso hacia atrás. Ya no arrecia la tormenta que todo lo inundó, pero sigue, convertida ahora en lluvia fina que empapa. Nada termina del todo, ni siquiera las renuncias y de modo sorprendente se te presenta una segunda oportunidad para volver a luchar batallas dadas por perdidas. Nada empieza del todo y el pasado se presenta como sombras ataviadas de miedo en un túnel oscuro que viene de lejos.
He recobrado la emoción perdida y el olor de las mañanas, he recuperado las madrugadas para escribir, aunque todavía no escriba; he recuperado las noches sin fantasmas. Me siento orgulloso de estar donde estoy, siempre encantado de conocerme y desde un punto de vista objetivo con algún euro más de reporte a fin de mes, qué cosas, ganar más cuando tanto se ha perdido. La vida se desarrolla como un circo en varias pistas y mientras el payaso recibe los parabienes, al domador se le comen los leones y el malabarista deja todos los platos bailando en los palos de la incertidumbre atendiendo a diez cosas a un tiempo.
Como decía el cantautor, “vuelve el rico a sus riquezas, vuelve el pobre a su pobreza y el señor cura a sus misas”. Pero nada será igual, ni quizás tenga ganas de que lo sea. Como el herido que se recupera del accidente para convivir con las cicatrices; olvidar para siempre la cara limpia de antes. Esa suerte de inconsciencia justiciera que empuja una y otra vez a pelear en inferioridad frente a los que juegan con cartas marcadas. El principio de que “lo que no mata engorda” cincelado en la puerta de la taberna.
Qué buenos tiempos sin embargo, para poner a prueba el tamiz de la amistad y la gente que te quiere. Sin condiciones, como mi amigo que nos dejó un domingo de noviembre y esa misma semana estaba más preocupado por mí que por él. La angustia adormecida en casa, el consejo sabio de mi mujer y mis hijos de que mandará todo a la mierda y que empezara de cero con todo su respaldo. El afán hecho obsesión por no reblar. Las presuntas amistades teñidas de conveniencia, las ayudas a tiempo parcial y la somatización de lo laboral hecha desaliento.
Cómo destaca lo sucio cuando se rodea de lo limpio. Cómo se agradece la cerveza de bar, la conversación en calma, la llamada con el único fin de saber cómo estás, el fin de semana de novios en la playa, leer un domingo de mañana, y un simple “estoy para lo que necesites. Y al otro lado el deber ser antes que el ser; el reglamento antes que el abrazo; “es mi obligación no puedo hacer otra cosa; nada personal, solo negocios” decía El Padrino. Como destaca el guasap sin contestar con aspitas azules entre tantos emojis de corazones y es que siempre molesta menos la maldad que la indiferencia. Qué sentimiento de soledad, que dolor por dentro.
La reconstrucción requiere deconstrucción; lo que haces te hace; lo que no mata engorda. La angustia y el cansancio esencial no es depresión, pero a veces la precede y ante eso, hay que guarecerse para que no atruene por dentro. Aprender a tomar aliento para respirar. El olvido como analgésico contra la ira. Y al final, ese reducto de paz en casa. La vida normal y la seguridad de la autoestima. Seguir viviendo, nada menos.
Suenas a alivio mezclado con algo de ilusión.
ResponderEliminarBesos.
No lo hubiera descrito mejor.
EliminarAbrazos y gracias por pasarte.
Me lanzo pero eso es La Seo? Es q lleva tanto tiempo cerrada q hace siglos q no he estado...
ResponderEliminarMe alegra q hayas terminado tu máster del universo.. yo a estas alturas no me meto ya en una de esas ni de refilón...
muxus
di
Jajaja doble error. Es Barbastro no la seo, tranquila poco q ver con san josemaría y error dos: no he acabado mi master del universo. En unos meses veré lo que hago con él q solo me falta el trabajo final.
EliminarSe agradece visita.
Besicos
Un washapp no contestado dice más que una contestación. Un beso
ResponderEliminarExactamente!!
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