Para escribir una reseña de libros se tienen que dar dos cosas: la causa y la circunstancia. El mejor libro no siempre es causa para el mejor post si no acompaña la circunstancia para el que escribe. La inspiración, el reflujo placentero y doloroso del burbon sin rebajes, del libro recién bebido, digo leído. Recordar, recordar como si lo que hubieras leído se convirtiera en vivido. Lo que lees te instruye y te construye, te hace distinto siendo el mismo o igual te consolida como el mismo aunque aparentes ser otro en ese barco de Teseo al que nos enfrenta la edad.
Los libros tienen vocación de regreso como la mujer que te dejo hace treinta años y de repente la reencuentras en la parada del bus trayéndote al presente todos los polvos que quedaron por echar. Los libros son intemporales, sueños distintos que al final se hacen uno y se mezclan como sombras en la neblina de una tarde de febrero. Para eso sirven las listas para ubicar en el trasiego, para identificar en la mezcolanza, los montoncitos de piedras en el camino de regreso.
Los libros se convierten en hitos y referentes que deslindan el pasado. Quien era entonces cuando me encontré con Gabo, cuando leí de tirón de una tarde y una noche entera El amor en los tiempos de colera mientras los apuntes de jueces esperaban en su magnitud indigesta un preludio de fracaso. ¿Qué parte de aquel día con Juvenal y su puto loro me han hecho lo que soy? ¿cuántas palabras me regaló Garcia Marquez para traducir lo que me pasaba y me pasa por dentro?
Muchas veces, cuando te haces cotidiano de algún autor recuerdas con añoranza el primer encuentro, aquel momento en el que virgen e inexperto te enfrentaste por vez primera a su manera de contar y de decir. Cuando te adentraste temeroso en el bosque oscuro de sus palabras que ahora reconoces como la palma de tu mano. La tia Julia en el primer Vargas Llosa, el primer Montero Glez Cuando la noche obliga o el primer Sepúlveda de La sombra de lo que fuimos. Y ahora tan cotidianos, tan normales en las palabras que usas prestadas de sus libros en el día a día escritor.
Y es que los personajes se convierten en compañeros cuando aparecen y reaparecen libro tras libro en las sagas policíacas. Cómo echo de menos a Chamorro y sus dudas, a Bevilacqua y sus homilías dominicales, a los secundarios que Silva tiene secuestrados para novelas pendientes. Dónde esconderá Muñoz Molina el cadáver de Lorencito Quesada el de los misterios de Madrid. Los viste novicios, a medio hacer y ahora son tipos hechos y derechos que te miran desde el final de su historia como Bascombe en la tarde de san Valentín, como la hija de tu mejor amigo que tuviste en brazos y ahora te hace un like desnuda y aparente en las fotos de Instagram.
Por el contrario, hay libros como islas en la corriente que cantaba Dolly y el barbitas, libros que aparentan únicos en la inmensidad de las hojas impresas, libros que piden a gritos la relectura antes de acometer nuevos retos como el Camino de Sirga de Moncada, como La habana para un infante difunto del infante cabrera como El cuaderno gris.
Y ahora que recopilo tantas causas, tantos libros, me topo con las circunstancia del hoy y el ahora en este cuaderno de mitad de camino, de obra inconclusa que se ve en el polígono desde la autovía, de ese café pendiente entre tu y yo que nos permita el examen de reválida como Fiorella y Sacristán.
Antes del blog solo está la infancia lectora, la adolescencia, los locos veinte, los idealizados treintaytantos los años nuevos de Sorogoyen que saltan desordenados a la memoria como el sexo de entonces sin personalizar. Aunque solo fuera por darme excusa para ir recopilando por escrito lo que leo ya tendría sentido este vicio infantil y solipista, de autofelación sin costilla flotante que son los blogs.
Por todo esto me he embarcado este principio de año en actualizar mis listas de lecturas que estaban ancladas en tiempos prepandemia como el casco del barco herroso que muere en la costa y no se puede desencallar.
De momento os pongo dos:
Las de las reseñas (94 nada menos) que he escrito en el blog, me parece increíble
y los 542 libros desde 2010 puntuados del 1 al 5
Después ya subiré
los autores más leídos, los libros mejor puntuados, las más de 100 policíacas
que ya tengo casi terminadas. En fin, este arte de procastinar sin utilidad o con la utilidad que solo veo yo.
Feliz año y feliz lectura
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