La India que yo vi era olor, color y pobreza. Distinto a la pobreza brasileña tan contradictoria y la nicaragüense tan politizada. El turismo de pobreza se queda en la superficie, no llega a la pobreza profunda que entra en la (in)dignidad de los habitantes, esa que hiere cuando la conoces y que cuenta muy bien el libro Sostika de Patricia de Blas en Nepal.
Sostika es un libro periodístico que tiene en lo
periodístico lo mejor de sus páginas. Lo novelero se le desmanda un poco. A
veces por defecto como la relación con el traductor que daba
para más y a veces por exceso con partes en las que la historia se hace menos creíble
en sus giros de película.
Me quedo en el excelente reportaje que es lo que me ha hecho comerme el libro en dos sentadas, La descripción y sobre todo la evocación contradictoria entre la vida sedentaria y llorona europea y la vida en el límite de esos países que solo se descubre en los viajes menos organizados. Patricia de Blas describe de manera excelente la contradicción personal al tener que regresar a casa . Esa tentación de romper el billete de regreso que tiene todo viajero (y por la que a veces opta) ¿y si me quedo y que le den bola a todo?. Esa sensación de “otra vez aquí” cuando pisas el aeropuerto de Madrid que deriva en una especie de remordimiento por regresar.
Me gusta la manera de afrontar el feminismo por contradicción de personajes. Si en La hija del Italiano de Elena Laseca, que comentamos hace unos meses, era un libro de contradicción entre el modo de afrontar por parte de varios personajes el rol de mujer en el medio rural, aquí la contradicción se acrecenta y recrudece recordando que en este mundo interconectado con cada día menos zonas de sombra de internet persisten, sin embargo, zonas de sombra de la dignidad personal de la mujer en el mundo.
Hay otras contradicciones sobre el oficio de periodista y sus límites ( la autora es periodista) y las contradicciones de hasta donde se debe
respetar o si se deben afrontar y enfrenar principios culturales vejatorios
para la mujer que son aceptados en esos países como algo propio de su cultura. ¿Hasta
dónde es legítimo entrometerse por parte de un visitante europeo? En estos
tiempos sin repregunta somos capaces, con razón en mi opinión, de afear a los cataríes
su pisoteo de los derechos humanos mientras organizan campeonatos futboleros.
Pero el idiotismo gobernante se posiciona pro árabe sin levantar la voz en la
ciénaga de valores en los que se convierten estos territorios y costumbres denigrantes dizque
culturales. No hablemos de la intocable China. Se cuestiona la ética de querer ayudar a nepalies, mientras tienes personas necesitadas a dos metros de tu casa a las que olvidas.
Sostika es un excelente reportaje que quiere hacerse (no
sé por qué) novela cuando estaba fenomenal de reportaje. La autora conoce de lo
que habla. Es un libro evocador que me ha golpeado con el recuerdo de muchas
cosas que vimos en las tres semanas que estuvimos en la India en 2005, que no es Nepal
pero en se le parece. Es una realidad que se impregna en su
crudeza a los recuerdos y de la que es complicado despegarse. Entiendo perfectamente la necesidad de la autora de sacarse (quererse sacar) la historia de dentro.
Hay que destacar la edición impecable de Rasmia de la
que tenía sus Cuentos libertarios y que en este libro reitera su buen hacer. Ya
sabéis que en estas líneas se defienden que los buenos libros lo son también
porque están bien editados.Este es un buen libro.
No conozco la India, pero sí Brasil y República dominicana, en ambos la más absoluta pobreza al lado de la más fastuosa riqueza, en el primero, al contrario que en el segundo, se palpaba en la calle el resentimiento frente a tanta desigualdad que es lo natural. Me sorprende la resignación, casi naturalidad con la que en algunos países se convive a diario con la injusticia al más alto nivel en todos los ámbitos de la vida. También es muy cierto que en este país, sin ir más lejos veos a diario situaciones injustas y giramos la cabeza como si la cosa no fuera con nosotros instalados en nuestra cómoda vida... no sé, da un poco de pena la deriva que lleva todo y no nos salvamos nadie de la quema. En fin, no conozco este libro que por cierto, tiene muy buena pinta, me lo apunto.
ResponderEliminarMil gracias y muchos besos
Conocí la India porque fui a la Fundacion Vicente Ferrer a Anantapur y previamente dimos una vuelta por el norte. Agra, delhi y benarés.
EliminarEs un pais dificilmente comprensible. Tampoco estuve tanto como para poder conocerlo, la verdad.
Impactante podría ser una palabra q lo defina en todos los sentidos.
Bssss