En esta ciudad sin primaveras
enseguida queremos huir del
empedrado
buscando tiempos intermedios.
De nuevo el otoño llega efímero
borracho de colores que preceden
al frío.
Enseguida la niebla roba la luz
y las siluetas se esbozan sin
perfiles
como sombras huecas.
Los paseos se tiñen de sábado
provinciano,
los cafés se hacen densos y
largos,
las conversaciones remanentes
y las miradas se aletargan en
tiempos pasados
con vocación de siete de la
tarde.
Es por eso que en cuanto podemos
iniciamos senderos
de sueños
y apreciamos sobremanera la
belleza del otoño
a medio camino
entre los verdes y los ocres
como tantas cosas en la vida.
Plan perfecto.
ResponderEliminarBien contado.
Me encanta perderme buscando ese otoño que no tenemos.
ResponderEliminarUn beso