domingo, 12 de diciembre de 2021

Extrañeza, complejidad y perplejidad


¿Qué sucede puertas adentro en esa privacidad solo a veces compartida de nuestro cuarto oscuro? ¿Qué sucede en nuestra intimidad, cabeza adentro, de los diálogos con nuestro ángel de la guarda que nos dicta la interpretación de lo que nos pasa ¿Qué metapensamiento, para pensar sobre cómo pensamos, nos sirve de manual de uso para nuestras elucubraciones?

¿Qué narración de nuestra vida somos capaces de inventarnos para dar coherencia a los puntos deshilvanados (a veces avergonzados) de nuestro pasado de manera que hagan creíble nuestro presente? ¿Qué expectativas soportan todavía nuestros sueños y escriben el guion tirano de lo que nos gustaría ser?

Vivimos tres realidades irreales: Nuestra escasa vida personal encerrada en nuestras vivencias particulares: “la mejor tortilla de España la hacen debajo de mi casa” dice el que no conoce más allá de la calle donde vive. La televisión de la realidad vivida como si fuera la realidad misma y no me refiero a los debates ficticios de Telecinco que la mayoría de los televidentes vivimos como si fueran reales y no una mera teatralización para el espectáculo, sino que me refiero también a los telediarios “el diario no hablaba de ti ni de mi” cantaba Sabina y en tercer lugar la realidad virtual de la autoconfirmación donde los algoritmos nos regalan justamente lo que queremos leer, nos proponen de amigos a los que piensan como nosotros para que nos llenen de likes y sobre todo nos envían propuestas comerciales navideñas (jejeje que buenos somos con los eufemismos) que no nos contradigan y se adecuen a nuestro perfil.

Si a esto añadimos que pudiendo descargarnos todo leemos tirando a poco, que nos han quitado el pasaporte para viajar y la puerta de los bares para conversar nos da la imagen de aislamiento personal que nos está conduciendo a la radicalidad porque no hay nada más radical que escucharse todo el rato a uno mismo. La radicalidad que nos va a llevar a inmolarnos como sociedad pensante dando protagonismo a tanto idiota con bandera sea de yugos o de hoces que solo desea robarnos nuestra vida normal, cotidiana y discrepante.

 


No sé investigar, solo sé contar tecleando lo que bulle y se me escapa, meter la cámara silenciosa en mi vida que se derrama a veces en la de los demás. Leo un libro de etnografía de Fernando Sabirón que da método para investigar lo fluido y lo complejo de la vida; me gusta como escribe además de lo que escribe, investigación participante en esa lucha contradictoria de investigar sin distorsionar, método y etnografía en una relación permanente de amor-odio.

Veo en youtube un reportaje de Lapassade que dice provocar la lucha y la crisis para luego analizarla en aquellos años setenteros y ochenteros en la que ya muchos habían descubierto que bajo la arena de playa volvía a haber suelo asfaltado. Lapassade que deconstruye para luego querer reconstruir en su afán de destripar las instituciones e investigar las vísceras de esta sociedad descarnada. Lucha creadora, inestabilidad, crisis, incertidumbre, discrepantes, disconformes, desviados, marginalidad, a fin de cuentas, cuando marginalidad significa vivir en los márgenes y no en el centro de la hoja pautada.

Todavía alguien nos tiene que contar que la vida en equilibro es una farsa, una utopía bonita e irreal como el desarrollo, el amor mundial y la salvación eterna; algo nos tenía que pasar para quemar en la apacible chimenea hibernal todas las normas ISO que como catecismos modernos nos han estructurado la vida en procesos auditables, disconformidades y pecados desde hace ya varios años.

Limpio de hollín mi francés gastado para entender el reportaje, más que para traducirlo; escucho y descubro con satisfacción que he entendido todo sin necesidad de traducir lo concreto de cada frase y quizás es eso precisamente a lo que este modo de ciencia aspira: a entender la vida (las vidas) sin verse obligada a analizar cada parte. Ya que estamos con Sabirón tengo subrayada su frase en clase que hace, en mi opinión, de clave de arco “No puedo romper el fenómeno aislando las variables” para explicar la complejidad que precisamente hace homofonía con perplejidad. Qué raro me parece todo lo que vivo, todo lo que estamos viviendo.

6 comentarios:

  1. Pensaba precisamente el otro día en algo que dices en los párrafos de arriba. La gente está radicalizada. Más que nunca. ¿Porque estamos hartos de todo? Sí. ¿Porque no podemos viajar como antes, nos relacionamos cada vez con menos gente distinta y hablamos siempre de los mismos temas? Desde luego.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hace meses q paso de polemizar. El que quiera q se vacune, el que crea q nos invadiran los marcianos tambien q lo crea, ninguna milonga q nos cuentan aguanta repreguntas pero me da igual En cualquier caso asignan a nuestros dirigentes una inteligencia malvada que ya es mucho suponer para quienes no saben ni atarse los zapatos.
      Bss

      Eliminar
  2. La gente,
    lo que está,
    es entontecida,
    una sociedad tan
    impersonal como
    es la española,
    encima tenemos
    que soportar a
    los telediarios
    y sus campañitas
    del miedo, que
    duran más de año
    y medio, cuando
    las cosas mejoran,
    no lo dicen con la
    misma alegría, eso
    no vende, claro.

    ResponderEliminar
  3. No recuerdo la ultima vez q vi mas de diez minutos de un telediario. Bueno salvo si sale alguna presentadora de mi top q entonces sí que me interesan las noticias.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  4. En estos casos generalmente se dice que la gente está enfadada y por eso la sociedad se polariza. Entiendo que la gente busque alternativas cuando siente que lo que hay no funciona. Pero las alternativas no solo hay que buscarlas con el corazón, sino también con la cabeza.

    ResponderEliminar
  5. Hooooola bienvenido.
    Es que estamos bajando el nivel de exigencia ante la gilipollez. Como quien manda no se siente obligado en argumentar nada, los demas tampoco.
    Abrazos

    ResponderEliminar