"En esta tierra (en este blog) mentimos para ser felices.Pero ninguno de nosotros confunde la mentira con el engaño"
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martes, 24 de septiembre de 2013
Se ofrece personaje para Blog
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Lo que ha pasado este verano

martes, 10 de septiembre de 2013
Fue una puta mierda
viernes, 30 de agosto de 2013
Flow
Pasan los días de playa y llega ese momento, tan olvidado desde hace años, en el que el sinhacer se hace cotidiano olvidando las prisas y dejándose llevar. Me suele suceder otros veranos, que los propósitos y deseos para las vacaciones, se acumulan sobre los primeros días y tengo sobrealiento para encajarlos lo antes posible como si me los fueran a quitar. Es como esas mierdas de libros de autoayuda que imponen la felicidad como un deber y estresan por la inevitable obligación de ir buscándola o dicho de otra forma como pensar solo en el orgasmo sin disfrutar de ir haciendo amores.
Las vacaciones son el espacio vacío que dista entre las cosas que quieres hacer, el segundo siguiente a enfrascarte en la lectura sin darte cuenta de que estás leyendo, el tiempo que cierras los ojos con el cuerpo mojado tras salir del mar, el trozo de noche que gastas en mirar la luna, el momento inhabitual de unir tres acordes seguidos a la guitarra y pensar que suena algo.
Hay un autor de nombre impronunciable ( Csikszentmihalyi ) que atinó bautizando a este momento creativo con el nombre de Flow, incluso puso a un libro que os recomiendo, ese mismo título. Pero eso es en el trabajo, se olvidó de esos momentos en el que todo encaja para no hacer nada, que nada exige darte cuenta de lo que (no) estás haciendo y que la mente deja de focalizar sobre si misma y sobre el ocio para completarse libremente en una nada vacía y feliz que fluye sin tiempo.
miércoles, 28 de agosto de 2013
Unos días intensos de verano
Los días grises de verano me ponen intenso, no de una intensidad transcendente y profunda, sino más bien de una intensidad anecdótica y trivial. Me pregunto el porqué de los colores, las distancias que me separan de las cosas e incluso trato de imaginarme el balanceo de mis neuronas hasta que generan versos. Miro al suelo, cuento piedras, caigo en enumeraciones absurdas como la de las comarcas de Aragón, los delitos del libro segundo o las chicas con las que me he enrollado en orden desde los quince. Como dice del Molino en su libro La hora violeta, “los entretenimientos nos permiten no morir de importancia”, bueno, no lo decía exactamente así, pero la idea era esa más o menos.
Los días grises de verano escribo a lápiz porque la pantalla deslumbra la gama de nubes. Es un lápiz viejo de minas, barato, de metal gastado, pero al que quiero mucho porque me lo regalo mi mujer hace años. Mi lápiz de vez en cuando coge vacaciones sin mi permiso y le pierdo de vista un tiempo. Pero luego vuelve, siempre vuelve. Y así, de repente, se deja descubrir agazapado en estuches infantiles, bajo la hojarasca que sirve de boceto a mis cuentos o en el trabajo enronado entre informes sobre el desempleo en los pueblos de Teruel. El no ha estado en esos lugares todo el tiempo, por supuesto, pero como la Maga, también quiere jugar a perderse y dejarse encontrar como si fuera la primera vez que nos viéramos. Es por eso que simula haber estado perdido, “sabiendo que ese encuentro casual es lo menos casual de nuestras vidas. Sabiendo que andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”.
Pues eso, que los días grises de verano me ponen intenso.