La primera
etapa fue la de la broma y la trivialización, la segunda la del cabreo
contra la incompetencia temeraria que nos inundó y desbordó, luego vino
el caos y la hiperactividad casera y gubernamental; la cuarta
etapa es la de incredulidad y acojone que nos toca temerosa como
la cercanía del afectado, y ahora la ansiedad, la ansiedad de este mes de abril ante
la ignorancia más absoluta sobre lo que pasará durante y tras el temido y paulatino regreso.
Todos hemos
hecho estos días una evaluación de riesgos para nosotros y nuestros familiares
en esta tragedia sin lágrimas. Muchos han visto irse a sus mayores de un día
para otro. Poquitas imágenes se retransmiten de personas llorando comparado con
otras desgracias con familiares destrozados que se grababan a fuego en
la retina. Yo lo agradezco, aunque por si acaso nuestros gobernantes lo creen, la
ausencia de imágenes no hará que me olvide antes de su incompetencia ni que evite
que les exija responsabilidades, igual no recordaré muchas lágrimas, pero me
costará mucho olvidar las risas del ministro de transporte.
Todos hemos
valorado la posibilidad de que nos toque la enfermedad a nosotros o a los nuestros
con un diagnóstico estadístico en esta borrachera de datos. Pero, tras la verdadera desgracia que es la muerte, nos queda la imposibilidad actual de hacer una valoración de riesgos siquiera aproximados ante la
desgracia socioeconómica que se nos vaticina. No sabemos si
trabajaremos, si compraremos, si nos comprarán, cuanto durará este paréntesis
sin aliento y que paisaje quedará tras la batalla.
Mucho se
tendrán que esforzar voceros, televisiones subvencionadas, directores de
marketing, asesores políticos; mucho se tendrán que esforzar los militantes,
los que dividen nuestra sociedad en diestra y siniestra para que tapemos con el
odio hacia los otros los errores de los nuestros. Muchos desearan que se borren de
golpe todos los tweets de estos días, que nadie guarde hemerotecas que les recuerde sus días como sicarios.
Seguro que
saldremos adelante de una manera o de otra, sin embargo, soy escéptico en que
nada vaya a cambiar de manera radical como se dice reiteradamente; totalmente
incrédulo en las líneas que definen un antes y un después a partir de estos meses.
Escucho las mismas tonterías que escuchaba
en febrero, escucho ese debate político de entretenimiento sin análisis ni profundidad
alguna, todo pinturrajeado de colores ideológicos sin espacio para la
reflexión. Estoy en un proceso de abandono de noticias para no cabrearme.
Puedo entender
que por lo que sea te haya pillado el toro, puedo entender que no tengas ni
idea de cómo comprar en mercados exteriores, porque aun teniéndola te engañan;
puedo entender que tengas que dictar nueva normativa sobre la marcha (una sea más
acertada que otra) y que te veas obligado a rectificar hoy lo que dijiste ayer.
Lo que no puedo perdonar es que nos tomes por idiotas en las homilías sabáticas, sr presidente, no puedo perdonar que alguien piense que con una estrategia comunicativa
nuestros muertos se esconderán bajo las alfombras y que a la catástrofe económica
se le asigne ideología y olvido.
Cuando los que
ahora están en la oposición lo hicieron en 2004 imputando a etarras los
atentados islamistas sufrí el miso odio, hubiera sido capaz de salir a
manifestarme por ello. Cuando llamaron a los medios y embajadas para obligarles
a vender una moto sin ruedas les odie profundamente, todavía hoy no puedo
escuchar a Herrera por ejemplo sin que me acuerde de sus palabras dictadas de
aquellos días.
Y estos van a
hacer (están haciendo) lo mismo, exactamente lo mismo, intentar tapar las
evidencias con palabrería y el sol con una bandera. Asuman su responsabilidad, reconozcan los
errores, si no saben pregunten, si son incompetentes pidan ayuda… todo el mundo
entiende eso. Actuen!! y cuando termine todo esto lárguense a sus casas convoquen elecciones, no hace falta que se vuelvan a presentar; no se preocupen seguramente se repetirán los resultados, pero déjense ahora
de jugueteos ideológicos, eso sirve para tiempos de sosiego, en estos tiempos crudos que se avecinan queremos
líderes no carismáticos, ni palabreros sino ejecutivos. Estos meses se va a premiar a los dirigentes que han sabido trabajar juntos con los opositores, que los hay, no los que han intentado ir por libre y hacer frentes. Póngase de acuerdo elijan a los mejores. Si hacen eso les voy a perdonar hasta que no se bajen el sueldo.
PS-.Esto lo escribí a capela después de escuchar más de una hora las idioteces del presidente el sabado para decir que nos quedambamos abril en casa. Si es necesario hagase pero no me cuente milongas exculpatorias por favor. De salud todos bien, aunque empiezo a conocer a demasiada gente más o menos cercana hospitalizada.