Luis Sepúlveda
tiene la cabeza llena de cuentos, le rebosan sin aliviadero, le salen tan a
borbotones que no escucha, y vuelca sin mesura historias de su infancia, de su país,
de sus libros que lo inundan todo adueñándose de su discurso sin más orden lógico
que la narración pura.
Nos cuenta la
historia de los hermanos Arencibia que fueron sus primeros editores y de como
creían que el peor defecto de un escritor era regalar sus libros y por eso le
adelantaron la publicación de sus "malos" poemas de “crepúsculo de tristeza” a cambio de
que cuando los vendiera retornara a saldar la deuda.
Nos habla de la
asignatura de historia del arte, que era una asignatura que solo servía para
cuadrar medias y a la que solo asistían cuatro gatos para escuchar a un viejo profesor
enjuto y tedioso que nada aportaba. Hasta que cambiaron de profesora, una
exultante y bella señorita recién egresada, (que como la maestra de brassens,
esto lo digo yo) atrajo a su clase a los púberes despistados como la abeja al
panal. Contaba el maestro Sepulveda, esta tarde en la DPZ, que en aquella clase
tenía un colega comerciante por naturaleza (vendía desde bolis hasta chuletas)
que no tuvo mejor ocurrencia que ofrecerle un próspero negocio: tú Sepúlveda,
que sabes escribir muy bien, me tienes que perpetrar una narración subidita de
tono con la profesora Camacho de protagonista y yo te daré una parte de lo que
saque. Así que ahí vemos al jovencito Sepulveda empapándose de literatura
promiscua para dignificar un relato que tuviera como protagonista a la profe, con
el avieso fin de ir arrendando el texto a los compas para facilitarles sus
poluciones a cambio de unos escudos. Enterado de la tropelía el director del
centro, llamo al joven Sepulveda y dado su carácter benefactor le ofreció saldar
su pena de expulsión a cambio de trabajos a la comunidad materializados en trabajar
para la radio local escribiendo guiones sin cobrar un duro (digo un escudo) ya
que las propinas de su literario oficio irían destinados al liceo que regentaba
el buen director. (nada se sabe si la profesora jamona participó en la plusvalía
del reconvertido negocio o que hizo el director con los textos confiscados). La
cosa, sigue don Luis, es que se vio obligado a una literatura por encargo (me
recuerda a Gonzalez Ledesma escribiendo policiacas para pagarse el insti) a lo que mi venerado escritor achaca el que se
le “soltara la mano” (en este caso la literaria no la onanista) y escribiera a
granel inspirado en nuestra Corin Tellado alcanzando el tono de escritor que
solo la cantidad facilita antes de lograr la calidad.
Pues cosas así
de divertidas ha contado esta tarde mi adorado Luis Sepulveda en el excelente ciclo
Conversaciones con el autor que organiza la diputación provincial de mi pueblo
y que me tiene como uno de sus fieles seguidores. De poco serviría decir que no
ha contestado absolutamente a nada de lo que le han preguntado los moderadores,
de poco que ha mezclado política con retórica y libros con paisajes en un
hermoso caos sin orden ni concierto; de poco que he seguido su intervención bobiplático dijera lo que
dijera y de mucho menos que casi no he podido articular palabra cuando al
finalizar la exposición me he acercado a saludarle y a pedirle que me firme La sombra de lo
que fuimos mi libro favorito de los suyos. (Y después me rio de mi pequeño churumbel cuando se atora al pedirle
hacerse una foto a algún futbolista).
Otros post sobre Luis Sepulveda en este blog:
Gran escritor y comunicador
ResponderEliminarSaludos
Pues yo creo que es más cuentista que comunicador. Lo que no se puede negar es que tenía a toda la gente enganchada con sus historias.
EliminarLos de DPZ lo plantean con un moderador que en general hace siete u ocho preguntas lo que lleva una hora más o menos y luego el publico pregunta en otra media hora o así. Ayer hubo dos preguntas desde la mesa cuya contestación llevó medio hora cada una y la de un señor del publico que llevó otros veinte minutos contestar.
No lo vi yo un señor carismático (nada comparable con eduardo mendoza que también lo trajeron hace unos meses y si que era carismático), ahora bien, Sepulveda, con lo bien que escribe se le perdona todo.
Abrazos
MUCHA ENVIDIA, MUCHA.
ResponderEliminarMe acordé de tí y de lo que hubieras disfrutado!!
EliminarSon cosas de la vida de provincias. No podemos ver teatro pero cuando viene un famoso lo tenemos a tiro de piedra y podemos tocarlo.
Tampoco te pienses que había miles de personas si estábamos cuarenta o cincuenta es decir mucho.
Besicos.
Pues si le has dado la mano, no te la laves en un mes XD
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