Ya sé que no toca. Que en estos tiempos de sequía bloguera hay que espaciar las inspiraciones y programar las entradas para que dé tiempo a leerlas. Pero en esta mañana de sabado, de repente, he escrito algo en ese otro blog a capela en el que pinto y cosa rara, me ha gustado. Por ello, como los grupos mediaticos que ponen anuncios a un tiempo en todas sus teles a la vez, he decidido copiaros aquí, también el cuento que os cuento:
Solo soy un ser un ser humano cantaba el gran Humet, solo soy un ser
social influenciado e influyente en los demás; que manda y es mandado
generando vinculos de poder y referencia. Me decido ir al dentista se me
cuela una señora, le dedico una mirada inquisidora y me da con la
revista. La amenaza que precede a la violencia, la agresión disfrazada
de legitima defensa, todos encontramos razones que justifiquen el
empujon con fines egoistas para colarnos en el metro a las nueve menos
cuarto.
¿Quien nos hará más tibio el frio? ¿Quien nos protegera de las brujas
cuando nos arañen los despertares de invierno? ¿Quien nos preparará el
cafe negro que nos alivie los adentros? ¿Quien respondera los guasap del
trabajo en esas mañanas en las que la resaca deja bolsas de infierno en
el cerebro? A menudo yo me siento tan cansado como si de todas partes
apuntaran hacia mi.
Algunas mañanas de este estío recien parido querría vivir al margen, que
nadie requiriera mi toma de postura, que nadie demandara mi voto, que
les fuera indiferente si anduviera recto o curvo, que perdiera los
apellidos y el cargo. Dejarme llevar por la marea y que en el metro me
metieran y sacaran al azar de estaciones con nombres sugerentes de la
linea rosa: pinar del rey, mar de cristal y cosas así.
Piensa en mi cuando no te llegue el sueldo a fin de mes, recuerda lo
barato que nos salía la felicidad cuando follábamos en el suelo frio de
tu casa por amueblar y sin embargo ahora exigentes queremos piltra de
latex con dosel. Recuerda como quedaba envuelto el coche en el tul de
nuestros alientos y tu sexo relamido por mis labios incomodo y receptivo
en el asiento de atrás.
Creo que estamos tan vigilados que nos hemos hecho transparentes,
tenemos tanto miedo a que nos tachen de extravagantes y delictivos que
nos hemos hecho homogeneos. Somos demasiado condescendientes a que el
Estado que vela por nuestros sueños instale cookies en nuestras cartas
de amor. Todos somos presuntos delincuentes que entramos a robar
calcetines en un supermercado del Rosellon, todos somos chivatos
delatores de las sisas de los pobres y condescendientes con la comisión
de mantenimiento de la cuenta corriente.
Entro en el quiosko, una vieja irreverente le monta un pollo a una joven
dependienta con contrato temporal. O se larga de aqui
inmediatamente,señora, o le calzo dos hostias,le digo, no sé si me ha
entendido... y como todos somos valientes con los humildes y cobardes
con los señores de corbata me mira con cobardia y se larga sin
rechistar. La chica me devuelve el cambio y una sonrisa de color carmin
que vale por un mundo en esta mierda de ciudad. No sé, pensé con una
galantería derogada de cincuenton en ciernes, quien poblara los poemas
que leas a escondidas, pero sí que sé que hoy te dejaré ser protagonista
de los mios.
Y así bosteza perezosa la ciudad de un dia cualquiera, cuando el buitre
de los horarios laborales entre tazas, tostadas y periódicos nos obliga a
poner nuestro dedo para el control de la jornada de trabajo (todo ahora
tan controlado como descontrolados nuestros sueños). ¿Quien fuera Montero para tener aun telefonos en tinta azul a quien llamar escritos
en el reverso del carnet de conducir? Vivo en paz, como de lo que gano y
solo aspiro a ser ciudadano.
Abro las ventanas del despacho a eso de
las nueve, miro la agenda: a las diez asesoría, a las doce revisión del
plan de acción, a la una canapé con los del ayuntamiento y te llamo por
si quieres comer conmigo y hacer las paces por mi mala contestación de
ayer.
El sábado, como recordarás, participamos en una barbacoa a las tres de la tarde. Más o menos en el centro de Aragón. En medio de la estepa. Al sol. Con una temperatura de 38 grados...
ResponderEliminarEl calor nos hizo revivir la escena de la ley del deseo. "Vamos riegueme!!". Y yo te sacudia un chorrazo con la manguera.
(De agua)
Curiosamente, nos regábamos encima de la ropa. En diez minutos quedábamos secos. También fue curioso verte cocinar e incluso descubrir que sólo por instinto eras capaz de usar el lavavajillas para fregar jarras de cerveza. Siendo la primera vez en la vida que fregabas la vajilla.
Las tareas nunca antes realizadas y la emulación de Carmen Maura, llenó el aire de una carga homoerótica que te llevó a leernos este párrafo de tu entrada:
"Recuerda como quedaba envuelto el coche en el tul de nuestros alientos y tu sexo relamido por mis labios incomodo y receptivo en el asiento de atrás."
Y escuchábamos a Humet...
Pero te repito lo que dijimos entonces por consenso. En nuestra actual forma física, no nos vemos, ni te vemos, practicando semejante alarde sexual en ningún coche. Ni siquiera en un monovolumen o furgoneta. Pero es más, con tu cintura de los 90, habiéndote conocido dos coches, un 127 y un Kadet, sabiendo además la extraña posición que le imprimías a los asientos por tu puta manía de conducir tumbado...No me creo que hicieras ningún cunnilingus en el asiento de atrás.
Todo es posible
Eliminarsi el aliciente es suficiente.
y la imaginacion busca el espacio.
No sucumbas al misionerismo cincuentil.
Varios temas de nuevos posts se juntan en tu comentario: el aragon profundo, los coches q nos llevaron y el asiento de atras.
Besicos homos.
Lo de conducir tumbado era muy de los ochenta.
ResponderEliminarMe encantan los comentarios humanizadores.
En la feria del libro estuve mirando a García Montero y no entiendo porqué me repele pero es así.