martes, 1 de marzo de 2022

Un febrero sobrante

Se va sin despedirse este febrero sobrante. Me abandona con una intensidad desmedida, con una presión para mí desconocida en donde lo trascendente y lo trivial se han unido para desbordar el vaso con una indiferencia ofensiva ante la valoración de la importancia de las cosas.

Porque todo suma para hacerse mucho; gota a gota, derramando el rebose que encharca. Sensaciones incontroladas, obligaciones autoimpuestas y la muerte como advertencia de levedad en donde es igual la hijoputez que las bonhomía porque todo se resume a una lápida fria y sin epitafio o una frase lánguida de un cura viejo al final del sepelio.

Dos años ya de este parentesis sin cerrar, de este relativo sin referente, estos años o anos sin virgulilla que nos hacen ir de puto culo sin saber a dónde. Qué cansancio correr sin destino. Qué acumulación de eventos sin aliento, que continuo sin reposo ni fundamento. 

Lo mucho que reta al vacio, lo intenso que reta al sinsentido. El cambio que nada cambia. Las batallas en las que muchos apostaron sus dias laborales y hoy quedan como anécdotas sin consecuencia en una derrota rumiada en un rincón. Cuanta disculpa de fogueo. Cuanta ira gastada en balde. Cuánto tiempo apurado en tanto plazo irrelevante que nos ha robado el aliento. 

Cuando el recipiente limita al lleno da igual que lo último sea un grifo o una gota. Importante o sin importancia porque ya todo es  mucho. Cuando los sueños se embarran con lo cotidiano no hay descanso y la noche se acumula al día como una madrugada sin despertador. No leo, no escribo y todo se queda dentro en frases agusanadas en parrafos sin interlineado. Qué sed de mar, que resaca de paisaje, que hambre de primavera



4 comentarios: