viernes, 16 de septiembre de 2022

Causalidad e Imputación. El coste de elegir. La sed de buscar culpables.

 


Cada vez hacemos más cosas, cada vez más complejas, cada vez hay más riesgos, pero cada vez hay menos resistencia a la incertidumbre. Los algoritmos y la gestión de datos que definen nuestros perfiles sustituyen la decisión arriesgada a cambio de la seguridad contrastada adecuada a nuestros gustos. Queremos elegir menos, tenemos miedo a la libertad. Que nos diga Spotify la música que escuchamos adecuada a nuestros gustos en lugar de tener que investigar y optar por lo que puede gustarnos o no. Elegir es costoso en tiempo, cansancio y dinero. Que nos diga Mercadona cual es el mejor producto y que le ponga la marca Hacendado, no necesito alternativas necesito certeza media. De qué me sirve la estantería del Corte Inglés lleno de marcas que ni conozco, ni probablemente ni quiera ni pueda probar.

Queremos que una sola causa defina un resultado, que todo daño tenga un causante concreto. Por ello no permitimos un delito sin culpable. Es la obligación de la policía atrapar al único culpable, establecer un proceso de causalidad que lo concrete, pero lo que es peor, si no puede encontrarlo, si hay muchos concurrentes, exigimos que el derecho nos diga mediante la imputación normativa quien definimos como responsables por su acción u omisión en su ámbito de responsabilidad. El empresario en su empresa, el arquitecto o el promotor en la obra, el que saca beneficio, el que arranca que no sabe parar y sobre todo el versari en re illicita. Quien infringe una norma es responsable de todos los resultados en su ámbito. Si voy borracho se me imputa el suicida que atropello. qui in re illicita versatur, tenetur etiam pro casu.


Sin embargo, el signo de los tiempos es la complejidad, la eventualidad, lo efímero. Lo globalizado, lo virtual, lo digital, lo integrado en una sociedad o en una organización donde la atribución causal al sujeto individual se hace difusa.

Lo monetario como causa y fin de todas las cosas, como parámetro contemporáneo de medición de cualquier actuación o propuesta. Lo turístico en su eventualidad y en su fotografía; captar el momento frente a vivir el momento, no tener cuidado ni ser responsable de lo que no volveré a ver. El cliente antes que el ciudadano.

El conocimiento precario de lo inaprensible desde la concepción analítica de lo emergente, la comprensión difusa y social. Una búsqueda del dato para dar razón al significado intuido en las relaciones sociales y educativas. Arrojar sobre la arena muertos los peces del mar. El concepto que desmatiza el hecho, que lo extrae de su realidad. La metáfora que refleja la vivencia difícilmente explicable desde lo cuantitativo. El coste de elegir es la renuncia al matiz. Donde hay sabiduría hay matiz, donde hay matiz hay diferencia y donde no hay diferencia hay confusión.

Queremos saber, anticiparnos a lo que pasará con una certeza cercana a la seguridad. No admitimos el error ni el riesgo. Todo debe ser previsible y previsto.

Y queremos un derecho penal que nos garantice la seguridad mediante su ampliación. Nuevos bienes jurídicos, nuevas formas de agresión exigen definir nuevos delitos. Renunciamos a la intervención mínima y a la última ratio. Cuanta más pena mejor. Redefinimos los fines de la pena, anticipamos la protección del bien jurídico a los actos de preparación cuando no a la mera ideación. Renunciamos a la causalidad a favor de la imputación normativa. Me da igual quien lo causó dime a quien se lo atribuyo.

Queremos el aislamiento como fin principal de la pena y el reforzamiento de la norma mediante implementación de las penas más graves contra las actuaciones que los ponen en peligro, ni siquiera que los dañan. La confianza en el escarmiento como prevención de la reincidencia. La sobreprotección de la propiedad y la seguridad, aunque sea mediante formas insignificantes de agresión aunque reiteradas.

El concepto sistemático decae ante la aplicación concreta funcionalista. La política criminal secuestra a la dogmática; la praxis a la teoría y el derecho positivo lleno de deberes que garanticen un infractor al que achacar todos los resultados. La prueba decae ante un catalogo de presunciones. La demostración del consentimiento ante lo querido presuntamente estrafalario. Ninguna mujer en su sano juicio puede elegir el sexo contra natura o grupal.

La ideología de la presunción de delincuencia de clase. Los empresarios presuntos delincuentes para los obreros, el inmigrante (pobre) presunto delincuente para los propietarios. La recuperación del delito de clase como modernización del delito de autor. La reiteración en lo pequeño debe ser penado como si fuera grande, el que gana dinero debe ser imputado normativamente de los daños en su ámbito de ejecución. No hay persona jurídica infractora sin empresario titular culpable.

La verdad os hará libres. Cuando sabéis todo elegís como yo. ¿O quizás os hago saber lo que yo quiero para que elijáis como yo? No es posible que alguien que sepa elija el mal. La razón no solo es agredida por la opresión de los poderosos como decía Marx. La razón es secuestrada por la pasión y el pecado como decía Ratzinger, secuestrada por el subconsciente de Freud, preterida ante la comodidad del atajo intelectual que definía Kahneman, desubicada en la zona del punto ciego de Goleman. Hay que releer de vez en cuando a Silva Sanchez y su libro La expansión del derecho penal.

Todo cada vez más complejo y nosotros cada vez más acreedores de causalidades predefinidas. Anticipe mi seguridad deteniendo al que me mira mal. No puedo soportar el riesgo de que me pueda agredir a mi o a mi propiedad. Si tengo un daño deme un culpable para que lo pague su seguro.

La sabiduría es crear perplejidades ¿Por qué habrá puesto elchicodelaconsuelo un Güebo frito con hamburguesa en un artículo de filosofía?

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