Recuerdos, solo somos recuerdos que se evaporan cuando nos olvidan. Cada uno tiene derecho a construirse su pasado, a rehacer su historia intranscendente para convertirla en épica y en creerse protagonista de hechos memorables cuando no son sino anécdotas triviales de juventud, esa etapa borracha de sueños a flor de piel, ganas de follar y ansias de transcendencia.
Y es que cuando no seamos nada solo seremos, y quizá no por mucho tiempo, lo que cuenten los demás que fuimos y no quedará de nosotros sino un apellido confundido en una lápida de Sonora, un libro perdido en la mudanza, el relato de un arquitecto loco en una casa de orates, o el personaje desconocido de una foto en una guerra tribal en Liberia. O sea, nada. Y de esto (y de otras muchas cosas, pero sobre todo de esto) van Los detectives salvajes de Bolaño.
El argumento es sencillo: una relación de recortes y recuerdos de distintos personajes los unos sobre los otros y que todos en conjunto dibujan un cuadro más abstracto que figurativo de lo que fue un presunto movimiento literario de los setenta en Mexico llamado realismo visceral. Las cosas como son: con este argumento, hay que echarle muchas, pero que muchas ganas para engullirse 600 páginas con párrafos de hoja y media y veinte nombres por página de gentes que aparecen y desaparecen sin saber cómo ni por qué.
Y entramos en esa pseudo religión llamada bolañismo en el que el chileno es dios y Vila-Matas su profeta y que hace que uno vague por sus libros creyéndose gilipollas por no terminar de verle toda la gracia a tanta borrachera de frases e intensidad literaria. Historias y relatos amontonados, despedazados, tortilla deconstruida que el lector va montando a su antojo para pillarle el gusto, como los informes de las maquiladoras asesinadas en 2666. Literatura mucha literatura hablando de sí misma, onanismo intelectual, gente viviendo del cuento (bueno de la poesía) en países lejanos y polvetes por aquí y por allá de todos con todos. Bueno, es cierto, también hay reflexiones buenas, pero en este como en 2666 todo parece un exceso en el que la torrentera de palabras impide el baño tranquilo.
Entre los cuarenta o cincuenta personajes hay cuatro que parece que se repiten más: García Madero, Ulises Lima, Arturo Belano y una poetisa desaparecida a la que idolatran estos zagales llamada Cesarea Tinajero. A mitad de libro me enteré, no sé dónde, que Arturo Belano era más o menos el propio Bolaño y que el rarito de Ulises Lima era un, dicen que, poeta mexicano al que no leía ni su prima. Me enteré de que toda la peña de los realistas viscerales son una cuadrilla de poetillas mexicanos con ínfulas iconoclastas que se daban importancia llamándose infrarrealistas en la vida real (o pseudo real) y que odiaban a Octavio paz (sic) con la misma intensidad que idolatraban a poetisas desconocidas.
Mira por dónde, cuando supe que era una especie de medio biografía ilustrada de los juveniles amiguetes de Bolaño me empezó a gustar más. Y es que el chileno no sé por qué me cae simpático y empecé a ver que detrás del onanismo mental que abarrota el libro, existe también una carga de ironía, autocrítica y cachondeo sobre estos presuntos revolucionarios de la poesía que querían mover el mundo y quedaron en nada, como tantas banderas rotas olvidadas en los altillos.
El que yo no sea devoto, ni mucho menos, del bolañismo no lleva a que no le reconozca cierto mérito a la cosa. Es un poco como el profe que dice: joder, con lo que se lo ha currado este chaval que me ha metido una chapa de 600 páginas no voy a suspenderlo ahora, pero el libro no fluye. Como puse en el blog de la Dtra Di hace años “con Bolaño hay que estar todo el rato empujando la lectura porque por sí sola no corre” y entonces es complicado pillarle el ritmo y conseguir acabarlo se convierte más en un empeño que en un disfrute.
Ya sé que el libro hay que leerlo disfrutando de las distintas voces sin buscar la linealidad, igual que en 2666 eran las distintas voces de la violencia aquí lo es de la literatura como vida, tan importante para los protagonistas en su día y tan trivial cuando nada queda. Me ha gustado mucho esa manera final de matar a los mitos tanto el encuentro con Octavio Paz como el encuentro con Tinajero, donde los odiados y los amados adquieren forma humana cuando están cerca y pierden toda la intensidad de amor y odio para hacerse cotidianos y mortales.
Y sobre todo el olvido en donde nadie recuerda del todo, pero nadie olvida del todo y donde nadie es albacea exclusivo de los recuerdos de los demás, ni puede imponer como se les recuerda a los demás. Qué ironía cuando al fallecimiento de Bolaño (esto en la realidad) su viuda y madre de sus hijos emprende batallas judiciales contra todos los que recuerdan y ponen por escrito que Bolaño tuvo otra pareja los últimos años de su vida. Se querella contra críticos, contra editoriales que dan carta de validez a la existencia de esa pareja (no es la típica pelea por derechos económicos que nadie discute), más bien la ironía final que contradice los detectives salvajes en la que alguien quiere hacerse con el monopolio del recuerdo colectivo, con la “memoria histórica única”, en lugar de con un calidoscopio de visiones. Y es que eso que ahora se llama “memoria histórica oficial” está llamada al fracaso porque la vida y la historia no deja de ser como en los detectives salvajes una acumulación de relatos inconexos de unos y otros y la verdad oficial solo la defienden los dictadores y los idiotas.
Le recomiendo este libro a los que les gustó 2666 y a los lectores de Vila-Matas al resto de mortales que quieran conocer a Bolaño mejor que empiecen por “Estrella Distante”.
Caramba, has osado despeinar al ínclito Bolaño adalid de los gafapastas de pro????. Pero, pero, pero, ....cómo se te ocurre semejante tropelía, alma de cántaro !!!. Se empieza así y acabas leyendo a Pérez Reverte o a Cercas. Va, léete 10 páginas del Ulises y que no se vuelva a repetir.
ResponderEliminar...servidora lo dejó a las 300 páginas, jamás me había ocurrido.
Jajaja, tampoco me he quemado del todo, tiene su gracia, pero desde luego para nada esa exaltación hagiográfica que se ha hecho de Bolaño. Yo creo por otra parte que a pesar suyo.
EliminarReverte ni de coña. Este año me leí Alatriste pq le obligaron a mi adolescente y me dijo cuentame q te parece (para no leerselo él claro y le dije casi mejor que no pq si te doy mi opinion,
igual te suspenden.
De Cercas Las leyes de la frontera y Anatomia de un instante me gustaron, sus artículos me empalagan un poco.
Un abrazo
Qué senioros estáis hechos tú y el Anónimo (aunque me da q este va de conia con Reverte et al): q si gafapastas q si hagiógrafos.. a mí solo me gusta pero cuando algo me gusta se me elevan las pulsaciones (es grave, doctor?).
EliminarMe has hecho releerme lo q escribí (q por cierto, lo estabas leyendo entonces, tenías el gusanito, has vueltoooooo) y, mucho mejor, un párrafo que colgué como entrada maravilloso titulado "Literatura desesperada" (pongo el comienzo al final)... ahora lo entiendo: no sois lectores desesperados!
hugs
di (bloguera desesperada)
"Hay una literatura para cuando estás aburrido. Abunda. Hay una literatura para cuando estás calmado. Ésta es la mejor literatura, creo yo. También hay literatura para cuando estás triste. Y hay una literatura para cuando estás alegre. Hay una literatura para cuando estás ávido de conocimiento. Y hay una literatura para cuando estás desesperado. Esta última es la que quisieron hacer Ulises Lima y Belano. Grave error, como se verá a continuación. Tomemos, por ejemplo, un lector medio, un tipo tranquilo, culto, de vida más o menos sana, maduro. Un hombre que compra libros y revistas de literatura. Bien, ahí está. Ese hombre puede leer aquello que se escribe para cuando estás sereno, para cuando estás calmado, pero también puede leer cualquier clase otra clase de literatura, con ojo crítico, sin complicidades absurdas o lamentables, con desapasionamiento. Eso es lo que yo creo. No quiero ofender a nadie. Ahora tomemos al lector desesperado" (...)
Sí, lo de perez reverte y cercas iba con retintín, xq son los más repudidados por nuestros queridos gafapastas. A mí hay cosas que me gustan de ellos, más cercas que p-reverte.
ResponderEliminarA ver, analizando el hombre-lector-medio. ....de vida más o menos sana?, ...compra revistas de literatura?,....maduro?,....jajajajaja, really Di?, ...en quién pensabas?,...por qué hombre maduro (sienes plateadas?) y no mujer madura?,... va, cuenta, cuenta, estabas juguetona?
Yo creo que los detectives es un pestiño y una pérdida de tiempo con la de libros buenorros que hay. Lo otro, ...otro otro es poner etiquetas. Además, en 700 pag. puedes pasar por todos los estados de ánimo varias veces.
Ánimo con esta semanita
sul
A mi no me gustó...nada.
ResponderEliminarA los pro sepulveda no nos puede gustar Bolaño eso es así y es así. Lo que me perpleja es q te gusté el difunto Marías.
EliminarBeeeeesos
Tengo que confesar que soy semidevota de Bolaño, aun reconociendo sus inconvenientes, me gusta. Eso sí, yo también me dosifico con sus novelas.
ResponderEliminarNo tenía ni idea del asunto de la pareja que cuentas, si Bolaño levantara la cabeza...
Abrazo!!
Del bolañismo cuando se contrae es dificil curarse. Yo no digo que sea malo simplemente que no compensa el ladrillo con la satisfaccion.
EliminarBssss