lunes, 26 de agosto de 2013

Mirando mares sin ballenas

Ya desde niño, cada vez que la melancolía de la ciudad se empeña en hacerme el horizonte más difuminado y la vida más angosta, necesito con urgencia acercarme al mar. Me siento sin prisa y sin deberes en la bocana del puerto y veo entrar y salir barcos por un tiempo que se me hace indefinido. No pienso en el océano abierto, ni siquiera en singladuras por mares lejanos, pienso más bien en llegadas a países de nombres inventados donde encontrar vidas que me abran nuevos argumentos para  mis cuentos. Sorprendentemente solo las estaciones de metro tienen para mí, un efecto semejante. Es como si un nudo se fuera enredando y desenredando con las historias posibles de todos los que pasan. Ante tanta inmensidad me hago pequeño y de alguna manera parece que sintiera la extrañeza de ser humano.

Sentarse frente al mar tiene para mí, un efecto de recreación como la que nace en las madrugadas de vigilia como la de hoy en las que escribiendo y escribiendo te sientes el rey del mundo. Todo es posible. Dibujas dioses que hagan más fuerte tu ateísmo y pintas menudencias que se convierten en nuevos ídolos; redactas diálogos imaginados para las situaciones mas tensas capaces de enfangar mañanas. Respiras más fuerte. Y sabes que puedes trivializar sin dificultad problemas irresolubles y al mismo tiempo hacer trascendentes las nimiedades.

Se viven esos momentos de manera tan fuerte, percibes con tanta intensidad eso que algunos llaman yo, que te emborrachas de egocentrismo y trascendencia y construyes futuros recuerdos a fuerza de imaginarlos.

6 comentarios:

  1. Pasaré por alto lo de comparar el mar con una estación de metro (va con segundas, lo se), pero que nos restriegues que sigues de vacaciones, mientras los demás ESTAMOS CURRANDO, me ha dolido. :*(

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  2. Digamos que tú piensas con diálogos, como hago yo. Y me contesto cosas brillantes que convertir en dogmas a la vez que descubro que esos razonamientos carecen de eternidad más allá de ese instante concreto. Pasa frente al mar o sentada en medio de un inmenso pinar con bichos picándote por debajo de la ropa. El caso es sentirnos, vernos y creernos inmensos. Hasta que nos levantamos y echamos a andar, que empequeñecemos de nuevo.
    Un abrazo

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  3. Eso son los iones negativos jeje comprate un ionizador y te ahorras el paseo.

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  4. Bueno HermanoE disfruto de mi última semana y lo de que me encanta el metro es verdad... debe ser porque no lo utilizo todos los días claro.

    Alegria verte palabricas en medio de tu verano bloguero. Pues chica a mi lo de los picotazos no me pone nada, quizá más ese mar tuyo agreste y violento o el mio tan mediterraneo. Y así es la vida un juego entre lo inmenso y lo pequeño, lo transcendente y lo trivial.

    Tita muchas gracias... que sepas que este mes me estoy inciando en el arte de la cocina y que cualquier dia te doy una sorpresa con un post de comidicas para beginners.

    Papacangrejo La gente de mar sois malvados y no comprendéis el sufrimiento de los de tierra adentro.

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  5. ¡Deseando estoy leer post sobre ello!

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