Este cuento tiene que empezar por el fin. Cuando ella cerró el diario y la tarde cerró el día; cuando tras hacer la maleta, puso aquella carta anónima de amor sobre la mesa para que él, su marido, la encontrara al llegar.
¿Quizá te interese saber quien es ella? ¿De quién es esa carta de amor? A mi, os lo he de confesar las cartas anónimas de amor siempre me recuerdan al pesao de Manzanita y su puto ramito de violetas, así que olvidaros de ese final y seguid leyendo tras esta digresión idiota.
Es el momento de contarte que ella llevaba llorando toda la tarde mirando el cristal mojado por la lluvia, este es el típico truco para ablandar el corazón del lector evocando secretas canciones, como si la protagonista no pudiera llorar en un día soleado con la misma intensidad.
Venga una pregunta!!!, releed el primer párrafo y decid con sinceridad ¿quienes habéis pensado que la carta anónima de amor se la había mandado un amante a ella y quienes, por el contrario, que la carta de amor se la había pillado ella al marido y la dejaba sobre la mesa a modo de “adiós que te den”? Conozco un buen psicólogo de Gestalt que os podría sacar más de mil conclusiones “aquí y ahora” según vuestra elección (…a 100 euros la introspección claro)
Ya sé que los que me conocéis estáis esperando en este punto que llegue el muerto de cada cuento (…o en su defecto una descripción tórrida de escenas de amor adúltero). Pues si… efectivamente …porque lo que la había hecho llorar había sido una llamada que con voz seca le comunicaba una muerte.
-ya está ,ha muerto, ya no volverá a hacer daño a nadie.
Podría estar bien y acabar con un lánguido
FIN.
Si ahora lo dejo así, en plan que supergüay soy, la mayoría de vosotros pensará que vaya puto cuento de mierda nos ha endiñado este tio. Pero claro, hacer un final divertido requiere darle muchas vueltas al coco y ahora me ha entrado una soñera de muerte. Así que, daremos un bajonazo para acabar la faena:
…la llamada era de su madre que le comunicaba la muerte del cabrón de su padre. Ella se sentó junto el cristal llorando y recordando una infancia desgraciada, (aquí podéis inventaros historias de Dickens que quedan muy bien) ella abrió el diario y escribió lo que sentía y tras hacer la maleta, le dejó a su marido una carta de amor sin firmar diciéndole todo lo que le quería, pero que se largaba a Porriño al entierro de su padre y tendrían que dejar para otra noche lo de ir al concierto de “Un pingüino en mi ascensor”.
PS-. Este cuento con otro título fue galardonado con el IV Premio villa de Porriño. El tema era “libre con desarrollo total o parcial en la villa que nomina el reconocimiento.”
Pero... ¿el cuento es tuyo o simplemente sacas un poco de malaleche y despelleje?
ResponderEliminarA mí me ha gustado, tanto el cuento, que como nos has dejado tantas puertas abiertas, me he montado el mío propio, como el despelleje.
Que ignorancia musical mas grande: el ramito de violetas era de Cecilia, no de Manzanita ;)
ResponderEliminarDisculpe joven, la versión que yo odio es la de manzanita toi seguriiiiiisimo esta versión horrorosa
ResponderEliminarMMNN como dice una bloguera (Y compañera opositora) a la que sigo "TODO LO QUE CUENTO EN ESTE BLOG ES REAL COMO LA VIDA MISMA, SALVO SI LA VIDA SE VUELVE ABURRIDA. EN ESE CASO, Y SÓLO EN ÉSE, ME LO INVENTO..."
pongo enlace a Lili
Me pasaré por el blog de Lili
ResponderEliminarSaludos