lunes, 7 de septiembre de 2020

El Jinete Polaco de Muñoz Molina. Opinión y Crítica

El jinete polaco es la historia de una semana echando polvos. Dicen, porque no me lo he leído que En busca del tiempo perdido de Proust es un torrente de hojas y palabras derivadas tan solo de una magdalena y su olor, pues aquí, en El jinete polaco el narrador se busca y se encuentra en una semana perdido en la pasión amorosa, encerrado en un apartamento de una ciudad americana. Pensando quien soy, de dónde vengo, a qué he tenido miedo hasta llegar aquí; y al mismo tiempo un descubrimiento de la persona amada, también con sus vacíos y sus frustraciones; sus sueños y sus desesperanzas. Claro que para explicar eso se remonta a tres generaciones antes que ya es remontarse. Como si para explicar la historia de la zagala con la que estás refocilando te obligara a remontarte a sus bisabuelos y a los tuyos.

Decir que Antonio Muñoz Molina escribe sensacional es decir una obviedad, el libro está compuesto por frases larguísimas que requieren toda la atención para seguir su curso. No cabe salirse del barranco a mitad de camino, no vale poner la cabeza en automático. Y no porque exista una densidad conceptual difícil y alambicada sino porque existe una densidad estética que solo alcanza su plenitud poniendo todos los sentidos en cada palabra, en cada frase durante casi 600 páginas. Javier Marías que también usa y abusa de frases interminables a mí me satura, ya lo sabéis; sin embargo, en Muñoz Molina es una delicia dejarse llevar en frases de página entera. Lo que en Marías me suena a petulancia en Muñoz Molina me suena a humildad y sencillez.

El Jinete Polaco pertenece a esa lista de los mejores libros en español que se publicó en 2007 y que tengo como objetivo engullir antes de que el colesterol me engulla a mi. Y este es uno de los libros de esa lista que más me ha tirado de siempre para atrás. Creo que mucha culpa la tienen las reseñas de contraportada que son más disuasorias que atrayentes en la mayoría de los casos y el título, que se refiere a un cuadro que hace el papel de elemento continuo en el pasar del tiempo; pero como elemento de marketing, la verdad, no dice mucho porque no sabes si te enfrentas a una novela histórica, contemporánea o de qué. (Prefiero la portada de seix barral que la de planeta, porque dice mucho más de lo que va el libro)

El Jinete Polaco es una historia actual; bueno, de fin de siglo XX, pero que como va remontándose hacia atrás, en momentos se centra en el inicio de la guerra civil y en otros en la llegada de la transición, pero que esto no os repela como a mi pensando que es un libro de “la tribu de los almudenas” tan empalagosos con el temica de la guerra y la postguerra. Y para que os voy a engañar es una historia contada en triste, no significa que sea una historia de truculencias, que no lo es, pero si que deja un poso de infancia en sepia, transición en gris y adultez de desasosiegos y frustraciones. Pero también de esperanza que se inicia ya en la primera página con revolcones de los protas que siempre da buen rollete inicial  ¿o qué?

El protagonista es un traductor que está en la habitación con su novia y que nos quiere contar su vida y la de ella en un marco determinado, Mágina en el libro, (Ubeda en la vida real) que es el pueblo de Muñoz Molina y del prota. El hilo del libro es la relación con su pueblo y su intrahistoria genialmente contada por Muñoz Molina. Por una parte, las ganas de salir del ambiente claustrofóbico de la insularidad rural de su infancia, por otro lado el deseo de regresar cuando se está lejos en un exilio que mitifica los recuerdos y finalmente con ese choque que se produce al reencontrarse los sueños de cuando te fuiste con las realidades de cuando regresas.

A mi me ha recordado mucho a un libro que me apasiona como es Camino de Sirga de Jesús Moncada (Ver post reseña); con la visión retrospectiva en el marco de un pueblo, donde se relata el porque las actuales relaciones son lo que son y cada personaje haciéndose en el transcurrir de la historia con sus frustraciones y sus sueños; sus vidas y sus aburrimientos. Porque quizás, para comprender las fotografías es necesario explicar mucho más. Imaginaos que sacáis una lata antigua de fotos añosas y empezáis a explicar quien es quien a alguien que los conoce ahora. Este es fulanito el hijo de la menganita que ahora es el tendero de la esquina, tan seco ahora y tan estupendo entonces… pues así.

La construcción de los personajes es estupenda, tienen pinta de ser en su mayoría reales y si no lo son, lo parecen. Por ejemplo, uno de los protagonistas, el jefe de la policía municipal, es el padre de Joaquín Sabina también natural de Ubeda. (Uno de los personajes del libro que más me han gustado, por cierto). En todo el friso de personajes cada uno va tomando cuerpo propio, relacionándose con los otros, y relacionándose a su vez con los fornicantes de nueva york que dan origen a la historia.

El narrador va contando su infancia y adolescencia que habita en sus recuerdos y que viaja al presente a través de las fotos de un baúl viejo y el cuadro de un jinete que observa como espectador cómo pasa el tiempo. El verdadero protagonista es también Magina, como el Macondo de García Márquez o el Mequinenza de Moncada contado con detalle y sentimiento, con el amor-odio de alguien que es de allí y tuvo que irse y a la vez quiere volver.

Por último, El Jinete Polaco también es metaliteratura, metalingüística en esa profesión de traductor simultaneo que juega con las palabras sin ser protagonista de ellas. Esa figura del traductor simultaneo que ya ha dado otros personajes literarios riquísimos como en Las travesuras de la niña mala de Vargas Llosa o Corazón tan blanco de Marías y al que tantas veces hace alusión Mendoza en carne propia. Se habla de los idiomas como puente para salir del pueblo. Ese trabajador de las palabras ajenas, el recuerdo de las palabras de las canciones en inglés como ventana a la modernidad en su adolescencia. La profesión como argamasa de la novela que ya usó Muñoz Molina en el pescatero de Plenilunio y que adquiere la genialidad en el Bascombe de Ford.

Los planetafobicos olvidaros que ganó el premio en el 91 porque también ganó el nacional de literatura que es más fiable. Bueno pues os dejo mis mejores referencias de este buen y largo libro que me he zampado en verano pero que tienen olor a tarde otoñal de noviembre cuando los días acortan para disfrutar sin prisa de la lectura de la preciosa lentitud de las historias bien contadas.

Otras Reseñas en este blog de libros de Muñoz Molina: Todo lo que era solido

5 comentarios:

  1. Tarde pero llego... y después de leerte, ¿cómo hago para no buscar "El jinete polaco" y querer leerlo? ...definitivamente buscaré de hacer algún pacto con el Diablo por más tiempo, sino será imposible leer todo lo que quiero.

    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A las reseñas de libros nunca se llega tarde.
      Es uno de los libros que me ha costado arrancar. Pero merece la pena. Hay que sumergirte en él no baste con navegar.
      Besos

      Eliminar
  2. Me leí "Plenilunio" y me gustó y creo que he leído alguno más pero es verdad que como es algo denso me cuesta comprarlos , me pasa igual con Marías, pero del segundo mi hermana los compra y los leo cuando me quedo un día de fiesta sin nada que leer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Plenilunio me gustó, El invierno en Lisboa lo tengo que releer porque lo ei mal y Todo lo que era solido me parció un excelente ensayo que glosé por aquí
      http://elchicodelaconsuelo.blogspot.com/2013/06/todo-lo-que-era-solido-munoz-molina.html

      Pero si no te quieres meter en profundidades cansinas leete Los misterios de Madrid que es un libro simpatico y muy agradable de muchoz molina lindando con mendoza.
      Beeeesos.

      Eliminar
    2. La presbicia se apodera de mi.
      Toda una vida imaginando paisajes
      de lejos,
      y ahora no puedo ver
      lo que escribo,
      casi ni el teclado.

      Eliminar